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Una joven se suicida tras acoso por un video sexual difundido por su ex

«Hemos abierto un sumario por inducción al suicidio», declaró este miércoles el fiscal jefe de la Fiscalía de Nápoles Norte, Francesco Greco, en referencia a la muerte de T. C., una napolitana de 31 años. La joven se suicidó el martes de la semana pasada tras más de un año siendo objeto de insultos y burlas, después de que su expareja compartiera en Whatsapp un vídeo suyo con contenido sexual que se publicó también en varias páginas web y redes sociales.

Muchos de estos insultos eran a costa de una frase que ella pronunciaba: “¿Estás grabando un vídeo? Bravo”. Con la frase hubo camisetas, grupos en Facebook y chistes en Twitter, además de toda clase de memes.

Algunas televisiones locales se burlaron de su caso, saliendo a la calle a preguntar por ella y por la frase. El grupo musical supuestamente cómico Tapandos le dedicó una canción en un vídeo publicado en mayo de 2015 que rebasó las 130.000 reproducciones solo en YouTube. Y no es la única parodia. Incluso futbolistas como Paolo Cannavaro y Antonio Floro Flores hicieron bromas a su costa en otro vídeo (que ya está borrado) en el que se repetía la frase dentro de un supermercado. Las burlas han seguido tras su muerte, como en el caso de un joven de Salerno que ha tenido que disculparse por un comentario sobre su suicidio, tras la contundente respuesta en contra y la denuncia de una periodista y bloguera italiana.

A ella la insultaron tanto por las calles como en su propio muro de Facebook, según publica Il Corriere della Sera, que también recoge el testimonio de una amiga que explicaba que la joven estaba “destrozada” y que “no había hecho nada malo”.

Ante este acoso, la joven había abandonado su ciudad, trasladándose a la Toscana, y había iniciado los trámites para cambiarse de nombre. Además de eso, había demandado a Google, YouTube, Yahoo y Facebook, entre otras páginas web, iniciando un proceso que exigía el derecho al olvido. Ya en 2015 había conseguido que el vídeo no apareciera en los buscadores, pero seguía apareciendo con otros títulos y menciones. De hecho, la búsqueda de «Stai facendo il video? Bravo» sigue dando más de 200.000 resultados en Google.

El juicio terminó la semana pasada, cuando se ordenó la retirada de los vídeos y de los comentarios. Sin embargo y como recoge la agencia EFE, el mismo fallo también consideró que la mujer consintió las grabaciones y por eso fue condenada a pagar 20.000 euros de costas a cinco de las páginas web demandadas.

Según recogen los medios italianos, los familiares creen que la obligación de tener que pagar a estas páginas que contribuyeron a su acoso fue el último detonante del suicidio, cosa que ya había intentado antes a consecuencia de estos hechos. «Mi sobrina ha sido asesinada por la web y por la indiferencia de muchos», denunció una de las tías de T. C., en declaraciones que también recoge EFE.

En Twitter podemos leer desde el miércoles comentarios que recuerdan el machismo que hay detrás de este caso. También se ha hablado de la responsabilidad de todos los que se habían reído de la frase y del vídeo. Y se ha hecho mención al doble rasero que usamos para juzgar a hombres y mujeres en cuestiones de sexo. De hecho, muchos medios publican su nombre y recogen además su foto, pero apenas se habla del protagonista masculino del vídeo. Ni siquiera se ha hecho famoso su nombre.

El de T. C. no es un caso único: una joven estadounidense de 18 años se suicidó en 2008 después de que su novio difundiera fotos que le había enviado. En 2009, le pasó lo mismo a otra estadounidense de 13 años. Una canadiense de 15 años se suicidó en 2012 con 15 años después de grabar un vídeo en el que explicaba cómo la acosaron por culpa de una foto y a pesar de que cambió varias veces de colegio.

Fuente: El País

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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