El Vaticano bajó las expectativas que apuntaban a que el Papa Francisco estaría dispuesto a ordenar a mujeres como diáconos, después de aumentar las esperanzas entre los católicos liberales al prometer la creación de una comisión para estudiar el tema.
Los diáconos son clérigos que están ubicados detrás de los sacerdotes en la jerarquía de la Iglesia. Pueden oficiar bautizos, funerales y bodas, pero no están autorizados a celebrar misas, confesar o ungir a los enfermos.
Este rol está reservado a hombres que, a diferencia de los sacerdotes, se pueden casar. Durante una sesión de preguntas y respuestas con monjas realizada el jueves, el Papa fue consultado sobre la posibilidad de crear una comisión para estudiar si las mujeres podrían servir como diáconos y poner fin a la hegemonía masculina en el clero católico romano.
«Sería bueno para la Iglesia aclarar ese punto. Concuerdo», respondió el Papa, lo que desencadenó un amplio debate en los medios respecto de si Francisco estaba dispuesto a sacudir a la Iglesia con un cambio de esta magnitud.
Sin embargo, 24 horas después de los comentarios de Francisco, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, quiso evitar cualquier especulación.
«Uno tiene que ser honesto. El Papa no dijo que tuviera alguna intención de introducir la ordenación de diáconos mujeres, mucho menos la ordenación sacerdotal», dijo Lombardi a la radio del Vaticano. «Sería un error reducir las muchas cosas importantes que el Papa dijo a las monjas a esta sola pregunta», agregó.
La Iglesia enseña que las mujeres no pueden ser sacerdotes porque Jesús eligió sólo hombres como sus apóstoles. Sin embargo, San Pablo menciona en la Biblia a una diaconisa llamada Febe, lo que ha llevado a liberales católicos a argumentar que hay un claro precedente que señala que las mujeres deben desempeñar un papel mucho más importante en la Iglesia.
Los católicos conservadores probablemente se opondrían tenazmente a cualquier cambio de esta naturaleza, deseosos de preservar los roles claros y separados de hombres y mujeres dentro de la Iglesia.
El Financiero