Itali Heide
¿Alguna vez has observado a personas caminando por la calle, con asombro y maravilla al saber que todos los desconocidos viven una existencia tan profunda y extraña como tu propia realidad? Tal vez sólo te guste admirar sus vestimentas, cada quien mostrando gotas del océano que es su personalidad. Tal vez se te acabó la pila del celular y el mejor entretenimiento disponible es sentarse a reflexionar vidas ajenas. Tal vez sólo sea una forma de pasar el tiempo, un tiempo que puede sentirse tan eterno como efímero. Pero a veces, cuando el alma se muestra vulnerable y el corazón apachurrado se relaja, cuando la capacidad de pensar en alguien fuera de nosotros mismos surge, observar a personas en la calle es hacer uso de la maravilla que es la mente cuando está vagando.
Verás, la vida es rara en ese sentido. Tú eres el protagonista de tu propia vida, el capitán de tu destino y el arquitecto de tu propia destrucción. Al igual que en una película, en el fondo, desdibujados por nuestros propios e implacables pensamientos egoístas, hay algo más: los extras. Pero no son simplemente extras. Cargan con ellos, de forma invisible, el peso acumulado de sus propias ambiciones, amigos, traumas, triunfos, rutinas, errores y locuras.
Y entonces, la siguiente escena se reproduce y los extras desaparecen. Excepto que, en realidad, no desaparecen. Cuando tu vida pasa a la siguiente escena, los rostros desconocidos parpadean en el espacio, envueltos en una nube de historias desconocidas, chistes internos y personajes que, unidos, crean una red de humanidad que se entrelaza y comparte sus momentos más profundos y oscuros.
Cada quien es protagonista, pero cada uno de nosotros también jugamos el papel secundario, terciario o milésimo en las vidas de los demás. Las personas en el fondo de nuestra vida son extraños que cruzan por la misma calle, sin nombre ni historia de fondo, sin sentido en relación con tu vida. Sin embargo, aunque la gran mayoría de los extraños jamás tocarán tu vida, tocarán decenas, cientos o hasta miles de otras vidas. Hay redes completas de recuerdos que jamás conocerás porque no le sacaste plática a la señora detrás de ti en la fila del supermercado. El señor parado junto a ti en el camión podría contarte historias inimaginables sobre su vida, pero en la gran escala del mundo, dejará de existir cuando te bajes en la parada. El carro parado junto a ti en el semáforo rojo será parte de tu vida por unos segundos, hasta que tomen diferentes rumbos y se olviden de la humanidad siempre presente.
Es alucinante pensar que cada rostro sin nombre tiene una historia que contar, tan complicada y vívida como la tuya. Compartimos luchas, sueños, victorias y derrotas durante toda la vida, sin embargo, nunca compartimos estas experiencias de manera íntima. Que extraño, ¿no? Que a todos nos tocó estar aquí en este momento, pero los momentos son tan efímeros que nos olvidamos de capturarlos.
En inglés, hay una palabra acuñada para designar la constatación de que cada extraño tiene una vida tan viva y compleja como la tuya: sonder. Puede ser experimentado por todos, y es un ejercicio de empatía hacia los demás. Cuando miramos hacia fuera, también debemos mirar hacia dentro. Por mucho universo que exista por encima de nuestras cabezas, más allá de la atmósfera y en la oscuridad, la misma profundidad se encuentra dentro de todos y cada uno de las personas caminando por la calle.
Piénsalo, cada extraño que camina tiene un destino. ¿A dónde van? ¿Qué harán? ¿Son felices? ¿Están enamorados? ¿Acaban de ser despedidos de su trabajo? ¿Cómo es su relación con sus padres? ¿Han sufrido de un corazón roto? ¿Qué música escuchan? ¿Cuál ha sido su reto más difícil en la vida? Estas y un millón de preguntas más se nos ocurren cuando nos preguntamos por los rostros que nos permiten disfrutar temporalmente de la grandeza de la existencia.
Sin duda alguna, el mundo en el que vivimos hoy está más dividido que nunca; desde la política y las clases sociales, las personas se aferran a la familiaridad con tal de despreciar a quien es diferente. Tu zona de confort está en ti y en tus personajes secundarios, pero el defecto fatal de quedarse en esa zona es que de ahí nace la ignorancia y la complacencia. Es imposible crecer, mejorar y madurar sin abrir la mente a extraños, incluso cuando son muy diferentes a ti. Sí, es un reto ver lo bueno en todos, pero cuando miramos a la humanidad a través de un lente que busca una conexión más profunda que la diferencia, la vida se vuelve más manejable. Hay algo muy poderoso en ser capaz de mirar a alguien con una mente totalmente abierta, sin nociones preconcebidas nublando el reconocimiento de la dignidad humana, en cada cara que desvanece cuando los caminos cruzados toman rumbos diferentes.