Trio Reserva, familia de vinos premium Blends, une a tres artistas mexicanos: Cecilia Maafs, Mariana Pulido y Chisko Romo para plasmar su esencia y estilo en sus etiquetas.
Saber mezclar aromas y sabores es un arte, combinar colores y texturas es resultado de la inspiración; el combinar elementos para lograr una idea única, se basa en la inspiración y el talento en todos los sentidos.
La marca reunió al trío de artistas perfecto, donde cada uno creó un diseño para sus tres blends: Merlot, Cabernet Sauvignon y Chardonnay.
Los vinos Trio Reserva son un blend de diferentes porcentajes de tres variedades de uvas, de tres valles chilenos y uno de los top blends en su categoría, presenta una exclusiva colaboración con tres reconocidos artistas gráficos mexicanos: Cecilia Maafs, Mariana Pulido y Chisko Romo, convirtiendo cada botella en una pieza de arte coleccionable.
Los artistas
La propuesta artística de Cecilia Maafs, ilustradora y artista, siempre ha sido una invitación a conectar con el lado más sensible de las personas, y para el diseño de la etiqueta del Merlot, utilizó como modelo las manos de los tres artistas involucrados en este proyecto, en representación de todos los que dedican su alma a inspirar a otros; manos abiertas a dar, a recibir y a ser una contribución.
Mariana Pulido, artista visual e ilustradora, quien intervino la etiqueta del Cabernet Sauvignon, se inspiró en los ajolotes, animales mexicanos que tienen la capacidad de recrear sus extremidades, tejidos y órganos, lo que los convierte en un símbolo de regeneración, logrando un diseño único, llamativo y colorido, como su personalidad.
Con su impecable visión y trazo, Chisko Romo, letrista y muralista tapatío, plasmó en la etiqueta Chardonnay un maravilloso blend de colores y texturas que rodean a la frase “The Art of Blending” escrita con su singular estilo y creando el contraste perfecto con el color verde oliva de la botella.
Los vinos
A diferencia de los vinos varietales, los blends son una mezcla de dos o más tipos de uvas. Gracias a esta combinación es posible experimentar nuevas texturas, aromas, colores y cuerpos. Esto permite a los enólogos crear vinos extraordinarios y complejos, ya que las cepas se complementan entre sí, dando vida al verdadero arte del blend.
Cada botella de Trio es un blend de diferentes porcentajes de tres variedades de uva o de tres valles: tres vinos con personalidades únicas cuyas mezclas se expresan y se complementan en perfecto equilibrio.
Las mezclas
Trio Merlot es una extraordinaria mezcla de un 52% de Merlot, 45% de Carmenere y 3% de Malbec, ideal para maridar pastas, carnes y quesos.
El delicado sabor de Trio Cabernet Sauvignon se logra gracias a la combinación de un 88% Cabernet Sauvignon, 7% de Cabernet Franc y 5% de Syrah, la perfecta compañía para carnes rojas como res o cordero.
Trio Chardonnay es un blend cítrico que se compone de un 85% de Chardonnay, 10% Pinot Grigio y 5% Pinot Blanc que marida a la perfección con pollo, mariscos y pescados.
Edición especial
Esta colaboración no solo celebra el carácter atrevido, sofisticado y moderno de Trio, sino que también aplaude y enaltece el talento mexicano. Cecilia Maafs, Mariana Pulido y Chisko Romo lograron plasmar la magia detrás de la singular personalidad de cada cepa de Trio, y al mismo tiempo, imprimir un poco de su propia esencia como artistas en cada uno de los diseños.
Degustar un buen vino debe ser una experiencia que se disfrute con todos los sentidos, por lo que esta colección es ideal para aquellos que saben apreciar un gran vino y lo mejor del arte.
La edición especial de Trio x Cecilia Maafs, Mariana Pulido y Chisko Romo está compuesta por 50 piezas de cada una de las tres cepas, sumando un total de 150 botellas, que solamente algunos afortunados podrán tener.
Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma
En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.
Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.
Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.
Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.
Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.
No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.
En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.
Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.