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¡VIVA MÉXICO!

Por; Sergio González Gallegos 11 de agosto de 2012. El día glorioso llegó. México derrotaba a Brasil en la final del Torneo
de Futbol de los Juegos Olímpicos. Se conseguía el máximo logro en la historia del futbol mexicano. Todo era algarabía. El Himno Nacional sonaba en Wembley, los jugadores lloraban, la prensa halagaba y la afición tomaba las calles. Se suponía que era la graduación del futbol mexicano… se suponía.

15 de octubre de 2013. El día funesto llegó. Perdíamos 2-1 frente a una Costa Rica calificada, mientras Panamá derrotaba por idéntico marcador a Estados Unidos, a solo unos minutos del final de ambos cotejos. La combinación era fatídica: por primera vez en treinta y dos años, íbamos a quedar fuera, por aspectos deportivos, de una Copa del Mundo. Lo único más vergonzoso que nos podía pasar es que, antes que salvarnos por nosotros mismos, el odiado rival fuera el que intercediera por nuestra integridad futbolística. Y pasó: una ráfaga de dos goles norteamericanos nos devolvió el aire al pecho, aunque nos robó la poca dignidad que nos quedaba hasta ese momento.

Estamos vivos. Perdón, olvidé poner los signos de interrogación. ¿Estamos vivos? Por cuestión eminentemente reglamentaria, que no es poca cosa, lo estamos. En menos de un mes comenzará una eliminatoria nueva, a dos partidos, sin la posibilidad de que héroes ajenos nos salven de la hecatombe que se puede presentar. México vs. Nueva Zelanda. Sí. El campeón de la zona futbolística más pobre será el rival de la Selección Mexicana. De nuevo, otro golpe a la ya de por sí aparentemente inexistente
dignidad: nos jugamos la vida frente a un equipo sin historia ni tradición alguna.

¿Qué nos pasó? ¿Por qué el escenario es tan distinto al que teníamos hace un año? ¿Es en serio que tomamos tantas malas decisiones en tan poco tiempo como para pasar de la gloria al purgatorio en unos meses?

Soy un amante de la técnica, de la táctica, de la lógica elemental. No me creo conclusiones concretas sin análisis exhaustivos. Para mí, la mentalidad se forja durante años y no con ejercicios de unos días ni con la simple disposición de levantarte por las mañanas y pensar que eres el mejor. La mentalidad aplica a cada aspecto de nuestra vida. El trabajo, el esfuerzo, la disciplina, la templanza. Y aunque la mentalidad es valiosísima en la derrota, la verdad es que es vital en la victoria.

Recordemos. ¿Qué pensábamos al inicio del Hexagonal? ¿En serio alguien pronosticó que podría pasar esto? ¿No nos burlábamos de que a la CONCACAF se le otorgaran tres boletos directos al Mundial y uno a repechaje? ¿No alardeábamos una y otra vez de nuestra medalla en Londres?

O en sentido inverso. ¿No se la pasaron muchos casi rogando que pasara algo mal para criticarlo? ¿No deseaban varios que se tuvieran malos resultados para salir de sus trincheras a criticar hasta lo que ni conocen? ¿No demeritaban algunos más cada logro en selecciones menores?

¡Qué desastre hicimos! Y me incluyo como aficionado y como medio de comunicación, porque estoy cierto de que el deporte, particularmente el futbol, es ya un fenómeno global del que todos somos partícipes desde distintas vertientes. Es cierto que
nosotros no jugamos ni dirigimos, ni mucho menos tomamos decisiones administrativas. Qué más quisiéramos que recibir en toda nuestra vida el 1% de todo lo que genera económicamente el futbol mexicano en un año.

Pero sí formamos opinión pública y generamos un entorno. La afición y la prensa son capaces de alterar por completo la sensación de determinado hecho. No es normal que uno de los mejores porteros de la liga francesa, que prácticamente no ha
venido jugando con Selección los últimos tres años y, por ende, no ha cometido errores jugando para ella, sea concebido como un futbolista inflado y mediocre por una parte de la afición, con las consecuencias que eso conlleva. Y esto es
gracias, precisamente, a cierto comentarista de televisión nacional.

Nuestro sistema no sirve para más. Nos lleva a la medianía constante, con éxitos pasajeros y tragos amargos de vez en vez. No hay análisis. No hay madurez. No hay prudencia. Sí, exacto: no hay mentalidad.

Nuestro futbol vive en un nivel promedio que muy pocas personas han sabido aceptar. La gran mayoría, por alguna razón, creen que somos mucho más o mucho menos de lo que en realidad representamos.

Tenemos una inmensa cantidad de futbolistas medianos, una mayor cantidad de jugadores mediocres y, dependiendo de cada generación, un puñado de futbolistas con una calidad mayor. Cierto es, sin embargo, que, esta generación en particular, carece de liderazgo entre sus jugadores. Puede haber mayor calidad, pero es verdad que hay menos personalidad. Y se nota.

Tenemos, igualmente, entrenadores medianitos. La gran mayoría de ellos se encuentran anclados en un futbol ajeno a la realidad mundial. La mayoría trabajan pensando en llegar a tono físicamente a nuestra querida liguilla, sin darse cuenta de que en el mundo, principalmente en Europa, ya hay mecanismos para tener una plantilla que juegue a tope durante diez meses al año, con tres, cuatro o cinco torneos al mismo tiempo. Ya no hablemos de la táctica: muchos todavía no saben ni qué es un “box to box”, así que, estimado lector, no se lamente si Usted tampoco lo sabe.

Nuestros directivos y/o propietarios de clubes son exactamente igual de medianos. Genios para convertir en negocio
monumental un producto deportivo mediano, pero incapaces de ver que pudieran duplicar sus ganancias si tan solo dejaran de ser cortoplacistas.

Somos medianos, entendámoslo. Y en una medianía tan constante, es normal que con dos o tres detalles que mejores en un corto plazo y algo de suerte, puedas conseguir ciertos éxitos. Pero también es normal que con dos o tres detalles donde erres y
algo de mala suerte, puedas caer tan bajo como donde estamos.

No somos los peores. No somos los mejores. Formamos parte de un futbol que tiene todo para ser brillante, pero que nos empeñamos en amarrar a sus vicios existentes en todas sus trincheras.

Ya por último. Si con la crisis que hemos vivido no aprendemos que todos tenemos que cambiar, dudo mucho que faltando al Mundial sí lo hagamos. La noche más vergonzosa del futbol mexicano, aquella en la que el odiado rival nos salvó del infierno, tendría que ser el golpe más duro que nos haga despertar de este letargo en el que hemos vivido.

Viva México.

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Las inversiones que hará México para el Mundial 2026

México se prepara para ser una de las sedes del Mundial de Fútbol 2026, un evento de magnitud global que traerá consigo una serie de transformaciones en la infraestructura del país. Con la Copa del Mundo extendiéndose entre México, Estados Unidos y Canadá, el país azteca recibirá partidos en varias ciudades, y se está llevando a cabo una serie de inversiones clave para garantizar que la experiencia de los aficionados, jugadores y autoridades sea excepcional.

Remodelación de estadios: El Estadio Azteca como protagonista

Uno de los proyectos más emblemáticos en México es la remodelación del Estadio Azteca en Ciudad de México. Este coloso, que ha albergado dos finales de la Copa del Mundo (1970 y 1986), está recibiendo una inversión de 550 millones de pesos mexicanos para mejorar su infraestructura. La renovada capacidad del estadio, que podrá albergar hasta 87,523 espectadores, será crucial para los partidos del Mundial 2026. Esta actualización se suma a la mejora de las instalaciones internas, incluyendo la modernización de los vestuarios y la creación de zonas VIP para cumplir con los estándares exigidos por la FIFA, según explican los expertos de Bonos de Bienvenida.

La obra también incluye la mejora de la accesibilidad y la seguridad en las instalaciones, asegurando que tanto jugadores como aficionados puedan disfrutar del evento con las máximas garantías. La remodelación es parte de un esfuerzo más amplio para actualizar los estadios en todo el país y proporcionar una experiencia de clase mundial a los asistentes (Infobae, 2024).

Inversiones en movilidad y seguridad

México también está invirtiendo en infraestructura urbana para mejorar la movilidad y la seguridad en las ciudades que serán sede del Mundial. En Ciudad de México, por ejemplo, se están desarrollando proyectos de modernización del transporte público y de las rutas de acceso a los estadios. La construcción de nuevos trenes y la ampliación de las estaciones de metro son solo algunas de las iniciativas impulsadas por las autoridades locales.

El gobierno de la Ciudad de México destinará recursos para optimizar la movilidad y hacer más eficientes los desplazamientos de los millones de turistas que se esperan durante el evento. En particular, se están invirtiendo 3,000 millones de pesos en un plan de modernización del sistema de transporte público, que incluirá la mejora de la conectividad entre el aeropuerto, los estadios y las zonas turísticas más relevantes. Además, se planea la creación de nuevas rutas de autobuses y la ampliación de las ciclovías para fomentar una movilidad sostenible.

A la par de estas mejoras en transporte, las autoridades mexicanas también están enfocadas en garantizar la seguridad. Se están destinando recursos adicionales para la formación de fuerzas de seguridad especializadas en grandes eventos, con el objetivo de asegurar que los asistentes puedan disfrutar de la Copa del Mundo en un entorno seguro. Las inversiones en tecnología de vigilancia y comunicación son clave en este aspecto, para garantizar la seguridad tanto en los estadios como en los puntos de mayor concurrencia (Bloomberg Línea, 2024).

Otras inversiones clave en infraestructura

Además de las remodelaciones en los estadios y mejoras en la movilidad y seguridad, México está invirtiendo en la infraestructura turística y hotelera. Se prevé una expansión significativa de la capacidad hotelera en las principales ciudades sede del Mundial, con el fin de albergar a los miles de turistas que llegarán para presenciar los partidos. En total, se estima que se invertirán más de 10,000 millones de pesos en este sector, generando miles de empleos y potenciando la economía local.

Otro aspecto importante es el desarrollo de infraestructuras relacionadas con los servicios básicos, como la mejora de los sistemas de agua potable y electricidad, así como la expansión de las redes de telecomunicaciones para asegurar una conectividad de alta calidad durante el evento. Las inversiones en estos rubros no solo garantizarán el éxito del Mundial, sino que también dejarán un legado de infraestructura de calidad para los años venideros.

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