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Xi Jinping dijo que el Partido Comunista debe “guiar y supervisar a las empresas” tecnológicas chinas

El presidente chino, Xi Jinping, redobló la apuesta de su régimen a imponer un mayor control desde el estado sobre las empresas del sector tecnológico. Señaló que su objetivo es “prevenir la expansión irracional de capitales” y “abordar el crecimiento salvaje” de las compañías y adelantó que el Partido Comunista Chino (PCCh) redoblará su escrutinio sobre estas empresas.

 

“La puesta en marcha de todas estas regulaciones antimonopolio es absolutamente necesaria para mejorar la economía de mercado socialista y promover la prosperidad común”, dijo Xi el lunes en una reunión de un comité directivo del PCCh, recoge hoy la red digital de noticias del Partido.

 

 

En el encuentro, Xi enfatizó que el Partido debe “guiar y supervisar a las empresas” y poner en marcha “regulaciones efectivas y normas precisas” con el objetivo de “servir a los intereses generales del desarrollo económico”.

 

En los últimos meses, los organismos reguladores chinos han puesto su mirada en las grandes tecnológicas del país, con sanciones para empresas como el gigante del comercio electrónico Alibaba por valor de 18.200 millones de yuanes (2.818 millones de dólares), la mayor multa antimonopolio en la historia del país.

 

 

La campaña ha afectado a compañías de transporte, al sector educativo, al de los videojuegos y, sobre todo, al tecnofinanciero (‘fintech’).

 

Las autoridades investigaron a compañías como Meituan y Didi (equivalente a Uber) por supuestos riesgos para la seguridad de los datos de los usuarios, y bloquearon los planes de la tecnológica Tencent de fusionar las plataformas de retransmisión de videojuegos Huya y Douyu para “evitar una situación de monopolio”.

 

 

Según Xi, estas medidas están encaminadas a “proteger mejor los derechos e intereses de los consumidores”, y a impulsar un sistema “con una competencia ordenada” para, en última instancia, “lograr un desarrollo de alta calidad que sirva a los intereses generales”.

 

 

Asimismo, los órganos legislativos chinos aprobaron este mes una estricta ley de privacidad -entrará en vigor el 1 de noviembre- que podrá exigir la suspensión o cancelación de aplicaciones que procesen “ilegalmente” datos personales “sensibles”, algo que podría afectar enormemente a las digitales.

 

Durante años, este sector ha florecido en China gracias al enorme mercado del país pero también por la laxitud de las regulaciones -o de su aplicación-, algo a lo que Pekín está decidido a poner fin, especialmente desde la suspensión a última hora de la salida a bolsa de la tecnofinanciera de Alibaba, Ant Group, que iba a ser la mayor operación de este tipo de la historia.

 

(Con información de EFE)

Deportes

Wimbledon sin jueces de línea: el fin de una era que muchos ya extrañan

Por primera vez en sus 148 años de historia, Wimbledon ha eliminado por completo a los jueces de línea humanos, reemplazándolos con un sistema electrónico automatizado. Esta decisión marca un punto de inflexión en uno de los torneos de tenis más tradicionales del mundo, generando una mezcla de aceptación tecnológica y nostalgia por la humanidad que esta figura representaba en la cancha.

Pauline Eyre, quien fue jueza de línea en 16 ediciones del torneo, recuerda con orgullo su primera vez pisando el césped sagrado del All England Club a los 21 años. “Era un sentimiento extraordinario”, comenta. Lejos de haber soñado con ganar un trofeo como jugadora —ella misma se describe como una mala competidora juvenil—, su máximo orgullo fue formar parte del equipo de oficiales, un grupo que consideraba “visiblemente diferente y especial”.

Esa esencia humana es justo lo que, para Eyre y otros puristas, se pierde con esta transformación. Aunque el sistema electrónico —el mismo adoptado por el Abierto de Australia y el US Open— promete precisión absoluta, Eyre sostiene que el cambio elimina una parte esencial del deporte: la imperfección humana. “El tenis es sobre personas. Si le quitas la humanidad, estás quitando una parte fundamental del juego”, afirma.

La medida, anunciada por el All England Lawn Tennis Club en octubre pasado, responde a la intención de garantizar la máxima precisión en el arbitraje y ofrecer condiciones homogéneas para los jugadores, en línea con la mayoría de los torneos del circuito ATP y WTA. Sally Bolton, directora ejecutiva del club, explicó que la transición busca estandarizar el entorno competitivo. Sin embargo, incluso antiguos funcionarios como Andrew Jarrett, ex árbitro principal de Wimbledon entre 2006 y 2019, admiten que el cambio, aunque lógico desde el punto de vista tecnológico, tiene un “costo humano”.

Jarrett subraya que durante su gestión nunca se contempló seriamente eliminar a los jueces de línea, aunque reconocía que la introducción del sistema Hawk-Eye en 2007 marcaba el inicio de una posible transición. Para Eyre, ese momento fue revelador: “Hawk-Eye nos demostró que casi siempre teníamos razón”, dice, con cierta melancolía.

La eliminación de estos oficiales también impacta el futuro del arbitraje en el tenis. “¿Por qué un joven de 15 años querría ahora pasar sus fines de semana arbitrando partidos infantiles si ya no puede soñar con llegar a Wimbledon?”, cuestiona Eyre.

Entre los jugadores, la reacción es dividida. Aryna Sabalenka, número uno del mundo, considera que el sistema electrónico elimina controversias y aporta claridad, aunque reconoce estar «50/50». Por otro lado, Barbora Krej?íková y Frances Tiafoe expresaron su preferencia por el estilo tradicional, destacando el «fanfarroneo» y la interacción humana que ofrecían los desafíos a jueces de línea.

El sistema automático no está exento de fallas. Durante un partido de segunda ronda, el sistema emitió un llamado de «fuera» entre puntos, generando confusión y risas entre el público. Otros jugadores también señalaron que las señales automatizadas son a veces demasiado tenues para escucharse, especialmente en canchas con mayor ruido ambiental.

De los aproximadamente 300 jueces de línea que solían participar en Wimbledon, solo 80 permanecen este año como asistentes de cancha en caso de fallos técnicos del sistema.

Lo que antes era una aspiración para muchos —ser parte del torneo más prestigioso del mundo, aunque fuera desde los márgenes del terreno de juego— ahora queda relegado a la historia. Eyre, ahora comediante de stand-up, recuerda cuando fue abucheada por sancionar al favorito local Greg Rusedski o cuando John McEnroe la fulminó con la mirada por marcarle un error.

Con humor y algo de resignación, reconoce que los jueces de línea eran vistos como “jugadores fracasados y personas demasiado autoritarias”. Pero, en el fondo, lo hacían por amor al tenis. “Solo queríamos ser parte de algo que amamos”, concluye.

Y quizás, como muchas cosas en la vida, no sabíamos cuánto los íbamos a extrañar… hasta que desaparecieron.

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