Conecta con nosotros

Opinión

Xóchitl y las batallas épicas. Por Caleb Ordóñez T.

Es como si de pronto, un golpe al tablero político hubiera retumbado en las precampañas. La sorprendente senadora Xóchitl Gálvez se ha convertido por semanas, en una bocanada de aire fresco para la desdibujada y acartonada oposición, que ve en la hidalguense una esperanza para competir contra la aplastante maquinaria morenista.

El crecimiento descomunal de la panista tiene nombre y apellido: Andrés Manuel López Obrador, quien la ha mencionado más de 35 veces, así como otras referencias en su twitter personal, en poco más de un mes. Ni siquiera las corcholatas juntas tienen las menciones del presidente, como las ha tenido Gálvez en las mañaneras.

Sin duda, las aburridas precampañas de los morenistas se han visto desplazados por la contienda que tiene el ejecutivo con la senadora.
Hace apenas unas pocas semanas, en este mismo espacio, reflexionamos sobre la posibilidad real que tendría Xóchitl. No era una broma. No se trataba de un personaje más. Tampoco, de una candidatura improvisada.
Lo de Gálvez iba en serio y lo comprobó. Los números que revelan su crecimiento en las encuestas, son impactantes. ¿Quién imaginaría que un opositor llegaría a levantar casi 20 puntos en un mes? Ella pudo. Venció una primera batalla.

Apenas el pasado martes, el periódico El Financiero, colocaba a Xóchitl muy por encima de sus rivales del Frente Amplio por México. Con 22 puntos, rebasa a Santiago Creel (16%) y Enrique de la Madrid (12%), el par de güeros que se han sentido discriminados por su color de piel y ojos.

El “momentum” de Gálvez parece no desvanecerse, ni tener techo suficiente para menguar. Esto lo muestra la ola de voluntades que se han sumado para entregar su firma, con la finalidad de llegar a los 150,000 apoyos legales que requieren las candidaturas opositoras para prosperar rumbo a la definición en noviembre próximo.

Un ataque feroz

Como mencionamos anteriormente, es el presidente su gran promotor. Muchos politólogos de ambos lados del espectro político, se han preguntado ¿Por qué la obsesión de AMLO contra Xóchitl?

 

Seguir leyendo haciendo click 

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

Continuar Leyendo
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Más visto