Washington, EU.- Sarah Furay, de 19 años, arrestada en Texas por traficar todo tipo de drogas ilegales, desde cocaína hasta ácido, resultó ser la hija del agregado en Panamá de la Administración para el Control de las Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).
Detenida el 6 de noviembre en su departamento en College Station, al noreste de Houston, la joven logró salir libre tras pagar una fianza de 39 mil dólares, pero enfrenta cuatro cargos criminales que, según las leyes locales, ameritarían más de 200 años de prisión.
«La DEA confirmó que Sarah Furay, hija del agente especial de la DEA Bill Furay, fue arrestada en College Station, Texas por cargos relacionados a narcotráfico», expresó ayer la agencia antidrogas en un comunicado distribuido a los medios.
Según un expediente ante una corte local citada por el diario The Eagle, la Policía detuvo a Furay después de que un informante reveló que era distribuidora de mariguana.
Pero, al realizar un cateo de su domicilio, los oficiales encontraron muchas más drogas de las que esperaban.
De acuerdo con el informe policial, Furay tenía en su departamento 31.5 gramos de cocaína, 126 gramos de mariguana, 29 tabletas de éxtasis y 60 dosis de la sustancia psicodélica conocida como 25C-NBOMe.
Además, también hallaron medicinas controladas como Xanax y jarabe de prometazina, básculas de precisión (prohibidas en Estados Unidos por su uso habitual para el narcomenudeo) y 2 mil 573 dólares.
Antes de ser destinado como agregado en Panamá de la DEA, Bill Furay fungió como jefe de la agencia en la ciudad de Galveston, Texas, entre 2007 y 2011, dónde, según datos públicos, combatió grupos criminales como el Cártel de Sinaloa.
Su hija, muy activa en las redes sociales, está matriculada en el Blinn College, una universidad en las afueras de Houston, y su madre es maestra en College Station, lo que la ayudó para obtener una fianza relativamente baja, según medios locales.
Aunque aún debe enfrentar el juicio, el caso de la joven Furay ya es atípico, pues en Texas los traficantes de drogas normalmente no logran una fianza accesible.
Muchos cuestionan si el factor racial podría haberla beneficiado en un país donde muchos afroamericanos enfrentan penas de cárcel desproporcionadas por posesión de narcóticos.
Antes de darse a conocer sus vínculos familiares, la fotografía de Furay tomada tras su detención ya había sido difundida y comentada en las redes sociales.
La expresión sonriente de la joven, muy extraña dado el contexto, le valió el apodo de «la adorable capo de las drogas».
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