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Policiaca

67 armas entre largas y cortas, 13 granadas y más de 5 mil cartuchos en el Cereso

Más armas, para totalizar 67, largas una tercera parte, y más granadas, para sumar 13, fueron localizadas en paredes y bajo tierra en el Cereso Estatal de Ciudad Juárez tras la reubicación de 156 reos a otras prisiones del país- para un total de 297 de tres penitenciarias de la entidad-.
En una primera inspección, fueron ubicadas 34 armas -siete de estas largas-,  2 136 cartuchos y 3 granadas, cantidades que se vieron incrementadas en una segunda revisión a 67, 5 mil 123 y 13, respectivamente.
Eso, además de 51 cargadores, 558 armas punzocortantes y más 200 porciones de distintas drogas.
El comunicado de prensa asienta: «Hasta las 13:00 horas de hoy y tras el operativo de extracción de internos del Cereso estatal 3 de Ciudad Juárez para su traslado a centros penitenciarios federales, el rastreo especial que se realiza en el centro penitenciario arroja los siguientes aseguramientos:

? 22 armas largas
? 23 armas cortas
? 22 armas hechizas (escopetas)
? 51 cargadores de calibres diversos
? 5 mil 123 cartuchos útiles
? 13 granadas de fragmentación
? 568 armas punzocortantes
? 82 teléfonos celulares
? 177 porciones de marihuana
? 10   porciones de cocaína
? 10 porciones de heroína
? 07 porciones (tipo ladrillo) de marihuana

Armas, cartuchos y granadas, «estaban bajo tierra y ocultos en paredes y su localización se logró gracias a un equipo de rastreo portátil de Retrodispersión contratado por la FGE», asienta el boletín de prensa que, por otra parte, indica que «de acuerdo a estudios preliminares, lo anterior llevaba oculto entre dos y tres años», lo cual dataría, con amplio margen, de la anterior etapa en la que ese penal estuvo en manos del Gobierno Municipal bajo la presente administración de Héctor Murguía Lardizábal.

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Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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