Conecta con nosotros

Opinión

Opinión: Sexenio de vacas flacas y balas gordas por Víctor M. Quintana S

Tan sólo mes y medio Felipe Calderón trazó con toda claridad dos líneas básicas de su gobierno hace cinco años: en diciembre de 2006, vestido de soldado, inició la ofensiva que nos ha acarreado 50 mil muertos. En enero del siguiente año, no pudo contener el aumento al precio de la tortilla y el país se despeñó en una severa crisis alimentaria. Política de seguridad y política agroalimentaria han sido dos de los principales fracasos del sexenio.

Las últimas semanas han ido cayendo los datos que revelan las llamadas no atendidas y las oportunidades perdidas en materia de alimentación. Apenas la semana pasada, el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social), en su Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2011, dio a conocer que entre 2008 y 2010 se incrementó en 4.2 millones el número de personas en pobreza alimentaria en nuestro país, para alcanzar ya el número de 28 millones, uno de cada cuatro mexicanos. No se toma en cuenta, es obvio, el terrible saldo de pobres alimentarios que arroja la sequía que comenzó el año pasado. Algunos analistas calculan que el número de personas en hambruna podrá dispararse hasta 3 millones.

El problema no sólo es el de por sí abultado número de personas que están en pobreza alimentaria o franca hambruna. Radica en que la gente tiene cada vez más dificultad para comprar sus alimentos, pues éstos incrementan su precio más que el salario: al comenzar el sexenio que agoniza, con un salario mínimo se podían comprar 8.1 kilos de tortillas; hoy, 5.3 (La Jornada, 8 de diciembre de 2011, nota de Juan Antonio Zúñiga).En 2006, 48 piezas de pan, hoy sólo 39; 5.7 litros de leche, contra 4.2 de ahora. Y del frijol ni hablemos, pues mientras al comenzar el gobierno calderonista se podían obtener 4.8 kilos con un salario mínimo diario, hoy apenas se pueden comprar dos, y falta que avance el año y pegue más la carestía provocada por el cambio climático.

Tanto la política salarial como la de producción y abasto de alimentos han sido equivocadas. Si desde el Estado se hubiera lanzado una ambiciosa política de producción de los alimentos que necesitamos, aun con sequías e inundaciones, no tendríamos la escasez que ahora enfrentamos. Pero no, se prefirió la salida fácil de importar lo que comemos y promover la exportación de nuestros caballitos de batalla agroindustriales: tequila, tomate, cerveza, frutas tropicales, becerros. Resultado: en 10 años de gobiernosblanquiazules nuestra dependencia alimentaria se ha incrementado, sobre todo en granos básicos y en cárnicos, al punto de que tan sólo en maíz la diferencia entre importaciones y exportaciones durante el calderonato llega a 9 mil 662 millones de dólares. El año pasado por cada dólar que entró a nuestro país por concepto de exportaciones agroalimentarias tuvimos que enviar 4.5 dólares para pagar los alimentos que importamos (La Jornada,30 de diciembre de 2011, nota de Juan Antonio Zúñiga).

Así, según la Cepal, mientras otros países de América Latina, como Brasil y Argentina, aprovecharon muy bien el ciclo de incremento de los precios de los alimentos, México lo desaprovechó terriblemente, por ser un importador neto de los mismos. El citado organismo latinoamericano no sólo pone el dedo en la llaga del problema, también señala el camino para solucionarlo: logrando una mayor participación de la economía familiar en la producción alimentaria. Eso es exactamente lo contrario a lo promovido por los últimos gobiernos, cuyas políticas han hecho que los subsidios se concentren enormemente en los grandes productores y unas cuantas entidades de la República, y no pudieron ni generar los empleos necesarios ni detener el proceso de empobrecimiento en el medio rural.

La política agroalimentaria federal no ha funcionado para construir nuestra soberanía alimentaria ni para mejorar el nivel de vida del medio rural. Y se corre el riesgo que las medidas emergentes, en la coyuntura de la hambruna, tampoco funcionen. Justo cuando es necesario que se libere una gran cantidad de recursos para atender las necesidades alimentarias y fomentar la producción de alimentos básicos para este año, sobreviene laveda electoral, la temporada en que, por ley, los programas gubernamentales se detienen para no violar la legislación electoral. Pocas voces han denunciado este inminente problema, salvo la de la Caravana del Hambre. Es necesario que, a la brevedad, el Ejecutivo y el Legislativo federal encuentren la fórmula para que los recursos materiales y financieros para atacar la hambruna y activar la producción alimentaria no dejen de fluir, así sea en vísperas de los comicios. De urnas no come la gente, sólo quienes viven de la política.

Mal termina un sexenio que en dos aspectos básicos, seguridad y alimentación, mal comenzó. Unos mueren sufriendo rápido: otros sufren muriendo lento. Muchas muertes y malas vidas.

 

Clic para comentar

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply

Deportes

Pádel, el deporte mexicano que honra sus raíces. Por Caleb Ordóñez T.

En el vasto panorama de los deportes, pocos fenómenos han tenido un ascenso tan meteórico y global como el pádel. Con raíces profundas en México, específicamente en el cálido puerto de Acapulco, este deporte no solo ha conquistado corazones, sino que también está rompiendo récords al convertirse en el deporte de mayor crecimiento en la historia moderna. ¿Quién diría que una idea casual del empresario Enrique Corcuera en los años 60 daría origen a esta revolución deportiva?

La historia del pádel comienza en Acapulco, cuando Corcuera, buscando aprovechar un espacio limitado en su casa —y un pequeño problema con el crecimiento de algunas hierbas en su jardín— diseñó una cancha de tenis con muros alrededor. Lo que nació como un entretenimiento privado pronto se transformó en un deporte que combina la intensidad del tenis con la estrategia del squash.

El pádel llegó a España en los años 70 y, desde entonces, inició su camino imparable hacia la internacionalización. Hoy, millones de personas lo practican, y su popularidad en países como Argentina, Italia y los Emiratos Árabes ha llevado a la creación de circuitos profesionales como el Premier Pádel Tour.

El puerto vuelve a vibrar

Es justamente el Premier Pádel el que ahora regresa al lugar donde todo comenzó: México. Que nuestro país sea sede de este circuito mundial no es solo un homenaje a sus orígenes, sino una señal de que México sigue siendo protagonista en la escena deportiva global. La llegada de este evento an Acapulco no solo pone al pádel en el centro de los reflectores, sino que también ofrece una oportunidad invaluable para reactivar el turismo y la economía del puerto.

Acapulco, con su historia como joya turística, necesita eventos de esta magnitud para regresar al mapa del turismo de primer nivel. Durante décadas, fue el destino predilecto de celebridades y líderes mundiales. Sin embargo, los últimos años han sido complicados, y el Premier Pádel no solo promete llenar hoteles y restaurantes, sino también recordar al mundo que Acapulco sigue siendo un lugar icónico.

Éxito a la mexicana, mas allá de la diversión.

En términos de sociología deportiva, el éxito del pádel radica en su accesibilidad y en la construcción de comunidad. Este deporte no discrimina por edad ni por condición física; es una actividad que reúne a personas de todas las edades, reforzando lazos sociales y promoviendo una vida activa. Su formato de dobles favorece la convivencia, y su dinamismo lo convierte en un espectáculo atractivo para espectadores y jugadores. Y claro, el “postpádel” es lo mejor (pregúntele usted a sus amigos “padeleros” a lo que me refiero). Desde Chihuahua hasta Yucatán, por todo el país ¡es un fenómeno impresionante!

No sorprende, entonces, que figuras deportivas de talla mundial hayan encontrado en el pádel una pasión. Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, Gerard Piqué y Carles Puyol son fervientes aficionados, mientras que tenistas como Rafael Nadal y Novak Djokovic han adoptado el deporte como una actividad recreativa que complementa su entrenamiento. Incluso extenistas profesionales como Marta Marrero han convertido al pádel en su segunda carrera, alcanzando el número uno del mundo.

El regreso del pádel a México, específicamente a Acapulco, es más que un evento deportivo; es una oportunidad para fortalecer comunidades, potenciar el turismo y posicionar a nuestro país como un referente global. Si figuras como Messi y Nadal lo consideran una parte fundamental de sus vidas, ¿por qué no convertirlo en el motor que revitalice Acapulco y lleve su nombre a lo más alto del escenario internacional?

El pádel nació aquí y, con este impulso, es momento de que Acapulco renazca junto con él.

Continuar Leyendo
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Más visto