Al ser diagnosticada con anorexia, una de las primeras cosas que hizo Fabiola (nombre ficticio) fue buscar información en Facebook.
“Yo puse de todo en el ‘search bar’. Empecé a poner bulimia, anorexia, grupos, recuperación, ED [eating disorders], ‘recovery’… Fui entrando en los diferente grupos que había”, narró la joven de 24 años, quien trabaja en una agencia de publicidad manejando redes sociales. Iba en busca de información y de otras personas pasando por lo mismo.
Los grupos en las redes sociales y los blogs se han convertido en nuevos medios a través de los cuales personas que están en proceso de recuperación de trastornos alimenticios comparten sus historias y se dan apoyo durante el largo y arduo proceso.
Sin embargo, esa búsqueda no era parte de su tratamiento, ni fue recomendada por la sicóloga, ni el siquiatra, ni la nutricionista.
“Fue iniciativa mía. A mí siempre me ha gustado buscar mucho en internet. Y es bien curioso porque, cuando estás buscando, vas a encontrar cosas a favor y en contra”, confirmó.
También existen grupos de apoyo y cuentas de personas que están batallando con estos trastornos y en la web se hacen llamar #ana (anorexia) y #mia (bulimia). Por otro lado, existen grupos con estas mismas distinciones que promueven los trastornos alimenticios como un estilo de vida y pueden incitar a las recaídas.
“Es un arma de doble filo”, expresó la doctora Rosamari Peña, especialista en trastornos de la alimentación. Por ende, no recomienda las redes sociales como herramienta de recuperación. “Estos trastornos son bien, bien propensos a las recaídas, especialmente ahora que hay tanta exposición en internet a imágenes que distorsionan la imagen corporal”, advirtió.
Pero es importante conocer lo que se puede encontrar en internet. La mayoría de quienes padecen estos trastornos son jóvenes, con cuentas en las redes sociales y acceso libre a todo tipo de contenido.
ANDA y otras páginas
Saraí Ortiz estuvo en estado crítico de anorexia por 4 años, llegando a pesar 82 libras. Cuando se encontraba en recuperación, ella también buscó ayuda en internet, en particular grupos de apoyo, ya que en su país no había.
Comenzó a estudiar sobre terapias alternativas para ayudar a personas con trastornos alimenticios y, a raíz de su experiencia, fundó la Asociación Nacional de Desórdenes Alimentarios (ANDA).
ANDA tiene grupos de apoyo que se reúnen en varios municipios de la Isla. En Facebook tienen una herramienta que es fundamental para la organización. Sus miembros comparten sus historias y buscan apoyo por medio de mensajes privados con Ortiz y con trabajadoras sociales clínicas.
“[Los trastornos alimenticios] le pueden pasar a cualquier persona, a cualquier edad. La ventaja es que, al usar las redes sociales, estás detrás de una computadora, estás en tu casa, en un lugar seguro. Tienes privacidad y anonimato”, explicó.
En el muro de la página publican mensajes positivos, artículos sobre trastornos alimenticios y anuncian cuándo y dónde se reúnen los grupos de apoyo. Actualmente es la única organización de su clase con base en Puerto Rico.
Los grupos y blogs que apoyan a las personas en su recuperación -como ANDA, Lucha contra la Anorexia y Bulimia MundosOpuestos A&M , y laAgrupación de Ayuda para las Personas con Trastornos Alimenticios – también son espacios donde sus miembros pueden compartir sus experiencias durante el proceso de terapia.
«Al principio, uno está como que, ok, yo voy a poder con esto”, contó Fabiola. “Ya después, cuando empiezas a ganar peso, se hace todo más difícil, así que tienes que buscar gente que esté pasando por lo mismo que lo vaya a entender. Es bien difícil decirle a alguien que no haya pasado por esto. Hasta yo misma, antes de pasar por esto, asociaba la anorexia y la bulimia con modelitos, bien frívolas”, indicó.
“Ese es el éxito de las redes sociales”, explicó Ortiz. “Cuando vas al médico, te ayuda, te dan medicamento y tratamiento, pero no es lo mismo que hablar con una persona que entiende, que pasó por lo mismo, te dice que eso es normal”.
ANDA y otras páginas se promocionan por medio de hashtags, en particular en la redes Twitter y Tumblr. “Así las personas que están buscando (información) pueden encontrar algo positivo que las ayude a recuperarse”, explica.
Las “princesas”
Los hashtags #ana, #mia, #bulimia, #bulimiamiarecovery, #edrecovery, #recuperacion, #anorexia, #anorexianerviosa, #bulimianerviosa, #anarecovery, #miarecovery y #ED son puertas para que personas con trastornos alimenticios puedan hacer contacto con otros que están en la misma situación. Pero hay que tener cuidado hacia dónde llevan, en particular si están acompañados de otros hashtags como #thinspo #thinspiration #proana y #promia.
“Los sitios #proana y #promia lo que hacen es dar ‘tips’ para seguir este tipo de conducta, incluso maneras de cómo esconderlo”, explica la doctora Rosamari Peña.
“Uno le dice (a las pacientes en recuperación) lo peligroso que es visitar estos sitios. De ahí es que vienen las recaídas”, sentencia la doctora.
“Quienes escriben estos blogs tienen unos poderes de convencimiento, y las halagan. Dicen que quieren ser ‘princesas’. Escriben cosas como: ‘hacemos lo que nadie más se atreve’. Es un pensamiento bien irreal”.
Los hashtags #ana o #mia en Instagram, Twitter o Tumblr llevan a cuentas de personas en recuperación, pero también a cuentas llenas de mensajes y fotos que impulsan que las personas sigan rebajando a un nivel peligroso. Estas cuentas también están llenas de imágenes de automutilación y suicidio.
“Se le orienta mucho a los padres porque muchas veces no saben de estas páginas”, dice Ortiz. “No saben lo que es #ana, piensan que es una persona”.
El arma contra estas “princesas” y las recaídas es el conocimiento sobre el tema.
No reemplaza la terapia
Ortiz hizo hincapié en que estos grupos cibernéticos no reemplazan la terapia y el tratamiento con profesionales. “No es reemplazar al siquiatra o al sicólogo, sino complementarlo con terapias alternativas”, aclara en cuanto a los servicios que ofrece ANDA.
La doctora Peña no recomienda a sus pacientes unirse a estos grupos por el riesgo de recaídas. “Tal vez en la última etapa de tratamiento buscaría un tipo de apoyo. Más me iría a un grupo al que la paciente pueda ir en persona”, dijo la sicóloga.
El Nuevo Día
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