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Salud y Bienestar

Una manzana al día disminuye la ingesta de medicinas prescritas

La manzana quizás no sea tan eficaz para evitar las visitas al médico como asegura el refrán, pero sí a la farmacia, según sugiere un estudio publicado en la revista JAMA Internal Medicine, de la Asociación Médica de Estados Unidos.

Aunque la sabiduría popular enseña que «una manzana al día, del médico te libraría», la investigación concluye que no hay una diferencia sustancial entre el número de visitas anuales al médico de los que comen al menos una pieza pequeña de esta fruta al día (o 149 gramos) y de los que no lo hacen.

Del mismo modo, los científicos de la Universidad de Michigan (EU), autores del estudio, tampoco hallaron una diferencia significativa entre el número de visitas de al menos una noche al hospital, o de citas con un profesional de salud mental.

Sin embargo, el estudio sí muestra que los que consumen habitualmente manzanas, la fruta saludable por excelencia, toman menos medicinas prescritas.

«Nuestro estudio sugiere que la promoción del consumo de manzana quizás tenga beneficios limitados a la hora de reducir costes de salud a nivel nacional», explicaron los investigadores en el texto.

«En la era de las afirmaciones basadas en evidencias, sin embargo, quizás sí tiene fundamento decir que ‘Una manzana al día, del farmacéutico te libraría'», concluyó la investigación.

Para efectuar el estudio, los investigadores establecieron que «librarse del médico» equivale a no más de una visita al año.

Los autores compararon los resultados médicos de las personas que consumen manzanas regularmente (una manzana pequeña al día o 149 gramos) con los de los que no ingieren esta fruta de manera habitual.

Los datos en los que se basa el estudio están recogidos en la Encuesta y Examen Nacional en Salud y Nutrición (NHANES, por su sigla en inglés) de los años 2007-2008 y 2009-2010.

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La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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