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Salud y Bienestar

Un parásito del perro puede dejar ciegos a los niños

La toxocariasis es una enfermedad provocada por un parásito, llamado toxocara, que tienen muy frecuentemente los perros y los gatos, y ataca al niño a través del contacto con el animal, provocando el desprendimiento de retina y lesiones irreversibles en la visión. Casos de estos fueron detectados en la provincia, y expertos alertan a la sociedad sobre la enfermedad con el fin de evitar que el número de pacientes se acreciente. Además explican de qué se trata, cómo se lo contrae y los métodos de prevención.

“La toxocariasis es una enfermedad que la produce el perro. Por ello, el antecedente que tenemos que tener es que si hay animales domésticos, cachorros sobre todo. La toxocaracanis es un parásito que habita en el perro, y la patología que dará en el ojo fundamentalmente, será a nivel de la retina. Producirá un foco inflamatorio llamado retinitis, lo cual es como una membrana, que luego se retrae y lleva al desprendimiento de retina. Esto provoca una patología muy grave, severa”, explicó la oftalmóloga María Luisa Montoto de Rogel.

La médica detalló los pasos que la medicina sigue cuando hay un caso compatible con la enfermedad.

“Cuando nosotros tenemos dudas de que el niño puede presentar una toxocariasis, de inmediato realizamos un test de Elisa, que es el estudio que determina si la enfermedad efectivamente existe”, sostuvo la especialista.

La enfermedad es mucho más común de lo que se conoce. En análisis serológicos (de sangre) hechos en varias provincias de Argentina se ha observado que entre un 55 a 62 por ciento de los niños estudiados al azar fueron positivos. Los niños son los más afectados, porque son los que más juegan con los cachorros y, además, están en contacto con la tierra o llevan a la boca cosas contaminadas.

“Es una patología que se produce en los niños, entre los 2 y 9 años de edad. Se trata de una enfermedad muy grave porque lleva a la pérdida visual a personas jóvenes”, contó Montoto de Rogel.

Daños irreversibles

La toxocariasis puede ser tratada, pero en la mayoría de los casos, el daño que provoca el parásito en la visión es irreversible.

“Cuando se detecta la enfermedad se puede empezar un tratamiento, pero fundamentalmente depende del tiempo en el cual haya sido encontrada. Esto se trabaja conjuntamente con un infectólogo, ya que el origen del la toxocariasis es un parásito”, sostuvo la especialista.

Y agregó: “Lo único que se puede hacer es colocar antinflamatorios o corticoides, pero en general, el pronóstico de la toxocariasis es muy malo”

Vía:Elliberal.com.a

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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