Vivió cada minuto de su vida con pasión, se sobrepuso al dolor y se enfrentó con determinación a sus miedos.La pintora mexicana Frida Kahlo se adelantó a su tiempo, jamás siguió las reglas y fue simplemente ella misma.
Su historia de amor con el muralista Diego Rivera traspasó las fronteras y aunque se le achaca una larga lista de amantes, recién acaba de salir a la luz su tórrido romance con Sonja, el nombre de mujer con el que Kahlo llamaba al artista español Josep Bartolí, a quien le envió una serie de cartas entre 1946 y 1949.
En las misivas, en las que se detalla que el remitente, en este caso Sonja, quien respondía desde Nueva York, le daba una clase de amor que no había experimentado antes. Era apasionado, carnal, pero también tierno.Frida se hacía llamar Mara en las más de 25 cartas inéditas que se subastarán el próximo miércoles en la ciudad de los rascacielos y en las que le habla de un embarazo hasta ahora desconocido.
En una publicación del diario El País se retrata que en una carta del 46 la artista confiesa haber tenido un retraso en su período. Y entonces aparece la Kahlo más cursi: “¿Podrías imaginarte un pequeño Bartolí o una Marita?”La pintora mexicana conoció a Bartolí mientras estaba inmovilizada en una cama de Nueva York, esperando una difícil operación en su columna vertebral.El encuentro se dio gracias a su hermana Cristina, que había acompañado a Kahlo al hospital, los presentó y él la visitó los días que estuvo ingresada.
Cuando se recuperó y regresó a México, comenzaron una intensa correspondencia. Siempre firmando con nombre de mujer para evitar las sospechas de su marido. “Rivera toleró el amor de Kahlo con otras mujeres, pero era tremendamente celoso con los hombres”, explica Hayden Herrera, biógrafa de Frida Kahlo.
Las cartas, que entre todas suman más de 100 páginas, contienen dibujos, fotografías, flores y otros recuerdos, según la casa Doyle, encargada de la subasta.El pintor español, que tuvo que huir de la Guerra Civil y sobrevivir a campos de concentración, guardó la correspondencia con la diva mexicana hasta su muerte en 1995 y posteriormente su familia la vendió a su actual dueño, quien la subasta ahora. Se espera que las cartas se coticen entre 80,000 y 120,000 dólares.
EL CONTENIDO DE LAS MISIVAS
Varias de las líneas que la pintora escribió a su amante hablan sobre algunas de sus pinturas más conocidas, de su tormentosa relación con el muralista Diego Rivera, de los problemas para dibujar que enfrentaba a diario debido a su enfermedad y de la soledad que sentía.En una carta fechada el 12 de diciembre de 1946, la artista cuenta: “Estoy trabajando lentamente, pero con mucho gusto. Terminé un dibujo que le debía a Marte R. Gómez, y no es demasiado feo”.Pero Bartolí no fue el único amante en la vida de Frida.
La pintora al parecer tenía un deseo de ser escuchada y amada tal cual era. Frida mostró a muy pocas personas su lado más ingenuo e indefenso. La prueba es que solo a su amante, el fotógrafo Nickolas Murray, le permitió retratar momentos íntimos.Y es justo una muy buena parte de esta Frida la que aparece en los mensajes.
Según la biógrafa de Kahlo las cartas hacen sentir cierta claustrofobia, tanta como la que debía sentir ella en su vida. Y utiliza a Bartolí para cierto chantaje emocional: “Le promete que va a mejorar para él, que solo él puede hacerla feliz y que él es el apoyo sin el cual no podría pintar”, apunta Herrera.Un grave accidente, operaciones y largas estancias en el hospital marcaron la vida de la artista.
El suntuoso colorido de su obra contrasta con las imágenes en blanco y negro de su vida cotidiana.En octubre de 1946 Kahlo escribió: “Mi Bartolí… no sé cómo escribir cartas de amor. Pero quiero decirte que mi ser está abierto para ti. Ya sabes, mi cielo, tu llueves sobre mí y yo, como la tierra, te recibo. Mara”.Sus sentimientos más recónditos están plasmados en su obra personal, ingenua y profundamente metafórica al mismo tiempo, derivada de su exaltada sensibilidad y de varios acontecimientos que marcaron su vida.
André Breton calificó la obra de Frida Kahlo como surrealista espontánea, aunque Frida nunca se sintió cerca del surrealismo, y al final de sus días rechazó abiertamente que su creación artística fuera encuadrada en esa tendencia, sus cuadros eran solo sus vivencias personales.
Fuente: El Heraldo de Honduras