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Salud y Bienestar

Suicidio, problema de salud pública provocado por la depresión.

MÉXICO.- El suicidio representa un problema de salud pública; a nivel mundial lo que lleva a esta decisión es una afección mental que se encuentra entre las primeras cinco causas de muerte en la población de 15 a 19 años sin embargo, se puede prevenir es por ello, que la Coordinación de Estatal de Salud Mental y Adicciones de la Secretaria de Salud, impulsa una serie de estrategias que se realizan en los Centros Integrales de Salud Mental.

Existen diferentes factores que influyen para que se presente el suicidio, uno de ellos es el ambiente en que se desenvuelven las personas tales como la desintegración familiar, la falta de recursos económicos, la frustración de metas, las drogas, la presencia de trastornos psiquiátricos, situaciones de pérdida y duelo la propia personalidad del individuo.

La depresión es la principal causa del suicidio, los síntomas que presenta una persona con ésta enfermedad mental son: la falta de interés por las cosas que le gustaban, apatía ante cualquier situación, tristeza, desanimo total que limita a la persona en su trabajo, escuela, falta de aseo personal y la falta de interacción.

La Secretaría de Salud recomienda a los padres de familia estar al pendiente de cualquiera de los síntomas de depresión y acuda con un psicólogo o psiquiatra ya que al atenderse a tiempo, se puede evitar un suicidio.

En los centros de Salud de todo el estado, así como en los Centros Integrales de Salud Mental CISAMES, se brinda ayuda y se auxilia a personas con depresión, además de que se orienta a sus familiares, por medio de pláticas y asesorías ante este problema, para los cuidados y orientaciones del paciente cabe destacar que la atención médica y el tratamiento son gratuitos.

Fuente : La Verdad.

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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