Los más de 250 obispos de todo el mundo reunidos aquí iniciaron la recta final de los trabajos del Sínodo de la Familia, con el objetivo fundamental de defender y consolidar a esta institución no sólo como célula de la sociedad sino también como base de la existencia de la propia Iglesia católica.
Unas de las directrices en las que hay coincidencia y que se pondrán a consideración del papa Francisco el sábado es poner fin a la exclusión en la Iglesia de cualquier grupo de la población y adecuar el mensaje religioso a la realidad actual, pero sin cambiar la doctrina, pues el Evangelio siempre será el mismo.
Uno de los siete prelados mexicanos en el Sínodo, el arzobispo de Tlalnepantla, Carlos Aguiar Retes, comentó que la prioridad es salvar a la familia y catequizar, pues, puso como ejemplo, si se considerara que gran parte de las personas casadas religiosamente no cumple cabalmente y religiosamente con el matrimonio, la mitad de estas uniones serían nulas.
“Que son nulos, aunque se hayan celebrado. Aunque el esposo, el novio le haya dicho a la novia ‘yo te acepto a ti’. O sea, formalmente se dice con sentimiento, pero si no hay conocimiento de lo que implica el conocimiento del matrimonio es nulo, pero eso no lo sabe mucha gente”, indicó.
El Sínodo reúne en el Vaticano a obispos y laicos para debatir y encontrar soluciones a las amenazas a la familia católica y ha puesto en evidencia también que es necesario escuchar a las parejas que mantienen una unión irregular en vez de “ofuscarles con la doctrina”.
Así lo ha subrayado el arzobispo australiano Mark Coleridge: “Misericordia sin olvidar la doctrina, y todos, aunque estemos divididos sobre algunas opiniones, todo el mundo está a favor de la familia, la paz de la familia y la reconciliación de la familia, pero no hay sólo ese aspecto, también tenemos la economía y el aspecto político”, refirió.
Por su parte, el patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal, dijo que todos los padres sinodales que votarán el 24 de octubre el documento final del Sínodo vienen “de contextos diferentes” y enfrentan “desafíos distintos”. En este sentido, ha dejado claro que “es normal que no estemos de acuerdo en todo”.
Además, precisó que en su círculo han hablado “no sólo de los divorciados, sino también de los problemas de las familias inmigrantes o víctimas de la violencia”. Sobre la posibilidad de que los divorciados puedan comulgar, ha explicado que “es un campo muy delicado” y que no se puede “generalizar”, sino que lo mejor es “ver cada caso en concreto”.
En tanto, Enrico Solmi, obispo de Parma, ha explicado que aprecia en el Sínodo “el sentido de catolicidad eclesial”, entendido como “salir al encuentro del mundo para tener una visión menos cerrada de la familia”. “Espero que el Sínodo no sea superficial y que entre en la vida de la Iglesia, dejando a la familia en el lugar que se espera”.
Y es que uno de los temas que acapara la atención en esta tercera parte del debate del Sínodo sobre la familia es la situación de los divorciados vueltos a casar por lo civil. Al respecto, los padres sinodales han recordado que no todos los casos son iguales. Se ha asegurado que es un campo delicado y no se puede generalizar, es “mejor estudiar caso por caso, mirando a la misericordia sin olvidar la doctrina”, dijo.
Sacramento
Respecto de los matrimonios por la Iglesia que no serían válidos, el arzobispo mexicano Carlos Aguiar precisó que serían los que no cumplen con los cánones de la Iglesia, fundamentalmente ver al matrimonio como un sacramento de unión con Cristo.
Es decir, gran parte de las personas en Mexico se casan por la Iglesia por una tradición social, dejando de lado el dogma y el significado de la unión religiosa.
Fuente Excélsior