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JO 1948: Chihuahuense gana primera medalla de oro para México

Londres ha sido sede Olímpica por tres ocasiones, en 1908 y volvió a serlo en 1948, antes de ser de nuevo anfitriona de los Juegos Olímpicos en 2012. Esta vez quiero evocar la XIV Olimpiada, celebrada en 1948 en la capital de Reino Unido: la Olimpiada de Mariles.

Europa acababa de salir del cataclismo. La guerra había obligado a suspender los juegos de 1940 y 1944, y estaba todavía presente en todas partes. “Londres, terriblemente afectada por los bombardeos, sin tiempo para haber podido recuperar su ritmo normal de vida, con escasez de alimentos vitales, como carne, mantequilla y leche, hizo frente a la situación y llevó adelante la organización de los juegos”, explica el libro de estampillas con el que recreo esas Olimpiadas. Las figuras del atletismo anteriores a la guerra habían todas desaparecido. En parte por esa ausencia no fueron registradas grandes marcas en los llamados juegos de la austeridad (salvo las de la gran corredora holandesa, madre de dos niñas, Fanny Blankers-Koen). Alemania y Japón estuvieron ausentes. “La mayoría de los países presentes, o habían intervenido en la guerra o habían sufrido las consecuencias de ella”. En ese contexto, durante las pruebas de equitación, destacó un país: México.

México conquistó su primera medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres. El 14 de agosto de 1948 en el estadio de Wembley, ante más de 80 mil espectadores, el teniente coronel Humberto Mariles saltó limpiamente todos los obstáculos con su gran caballo, Arete. Ganó la medalla de oro individual y luego también la medalla de oro en equitación por equipos (y la de bronce en la prueba de los tres días).

Mariles había nacido muy cerca del poder, en Parral, Chihuahua. Fue ahijado de don Venustiano Carranza, el primer jefe de la Revolución, y fue protegido por el general Manuel Ávila Camacho, testigo de su boda en 1939. El presidente Miguel Alemán lo quiso vetar, pero terminó siendo su compadre, al apadrinar a su hija Patricia. En mayo de 1948, en efecto, influido quizá por los celos de los militares, Alemán mandó llamar a Mariles para decirle que había sido cancelada su participación en los Juegos Olímpicos de Londres. Mariles le preguntó por qué. Alemán le contestó que no tenía posibilidades de ganar con los caballos que llevaba —entre ellos, añadió, uno que era tuerto. Era Arete, el alazán tostado con el que Mariles, quien decidió desacatar la instrucción presidencial, ganaría la medalla de oro en Londres.

Arete tenía entonces 12 años. “Así le llaman porque nació con una hendidura en la oreja izquierda”, leo en el libro Olímpicos de Ramón Márquez. Había nacido en 1936 en la hacienda de La Noria de Alday, en Guanajuato. Fue propiedad del general Miguel Henríquez Guzmán, el militar que acabó con la rebelión y la vida de Saturnino Cedillo, cabeza del alzamiento contra el presidente Lázaro Cárdenas. Arete vivió entre balas y pólvora. Henríquez Guzmán lo regaló a uno de sus soldados, quien a su vez lo vendió a Casimiro Jean, entonces presidente del Club Hípico Francés. Mariles lo quiso comprar cuando lo vio saltar, pero Jean no accedió, por lo que le pidió interceder a su favor a Manuel Ávila Camacho. Así llegó a sus manos a tiempo para las Olimpiadas de Londres. Arete estaba tuerto, en efecto, no veía en el ojo izquierdo, cuando lo comenzó a entrenar. Pero sería la clave de la victoria en esos juegos (y algo más, pues si no hubiera ganado la medalla de oro, Mariles habría terminado en la cárcel por insubordinación: había ya una orden de aprehensión por desacato a la autoridad del presidente de la República). Arete regresó como un héroe a México, donde murió pocos años después, el 5 de febrero de 1952. Fue enterrado con honores en la explanada de la Asociación Nacional Ecuestre, en el rancho La Herradura. “Dicen que verlo correr era un deleite, que al saltar se elevaba en el aire como si subiera una escalera”, afirma Antulio Sánchez, quien escribió un reportaje sobre Mariles que evoca su declive (La caída del coronel, Arcana, diciembre de 2001).

Pues su final fue trágico. El 14 de agosto de 1964 Mariles tuvo un altercado en el que le disparó a un hombre que murió poco después en la Ciudad de México. Estuvo un año prófugo en Estados Unidos, en Texas. Al volver a su país fue internado en la cárcel, donde permaneció hasta 1971. Cinco meses después de salir de la prisión fue invitado a Francia, comisionado por el Consejo Nacional de Turismo. Pero el 25 de noviembre fue detenido en París en el hotel donde estaba hospedaba, acusado de llevar cuatro maletas con 60 kilos de heroína que pretendía introducir a México. Fue recluido en la cárcel de La Santé, donde murió el 6 de diciembre de 1971. Algunos hablaron de suicidio, otros más de asesinato. Nadie supo en realidad la causa de su muerte. Pero era lo de menos. Todos sabían que desde hacía ya varios años vivía en desgracia el hombre que, tiempos atrás, en aquel verano de 1948, durante los Juegos Olímpicos de Londres, había volado sobre todos los obstáculos a lomo de su fiel Arete.

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Chihuahua

Terror en la carretera Chihuahua-Ojinaga: hallan cuerpo desmembrado, calcinado y con armamento de alto poder

La violencia volvió a dejar su firma con sangre en una de las rutas más transitadas del estado. La mañana de este miércoles, autoridades fueron alertadas por la presencia de restos humanos en la carretera Chihuahua-Ojinaga, a la altura de un tramo despoblado. Aunque el reporte inicial hablaba de dos cuerpos, elementos de la Policía Estatal confirmaron que se trataba de un solo cadáver, desmembrado y calcinado.

El hallazgo fue aún más inquietante por los objetos encontrados junto a los restos. En el sitio yacían una cabeza humana, dos brazos cercenados, dos fusiles de asalto, tres cargadores, un chaleco porta placas color negro y dos identificaciones oficiales a nombre de Gerardo V. V., con domicilio en Villa Vicente Guerrero, Durango. Las piezas humanas estaban esparcidas sobre el pavimento y zonas aledañas, en lo que se presume fue una ejecución con mensaje entre grupos criminales.

La escena fue asegurada por agentes estatales, mientras que minutos después arribaron elementos de la Fiscalía General del Estado y personal de la Guardia Nacional, quienes desplegaron un operativo de resguardo del área e iniciaron las primeras diligencias. Hasta el momento, no se ha confirmado oficialmente la identidad de la víctima ni el móvil del crimen.

La brutalidad del caso, sumada a la presencia de armamento militar, refuerza las líneas de investigación relacionadas con el crimen organizado. Las autoridades no descartan que la víctima haya pertenecido a alguna célula delictiva y que su ejecución esté vinculada con ajustes de cuentas o disputas territoriales entre cárteles que operan en la región.

Este hecho se suma a una cadena de actos violentos registrados en el estado durante las últimas semanas, encendiendo nuevamente las alarmas sobre la inseguridad en zonas carreteras y la capacidad de respuesta institucional. Las autoridades han pedido colaboración ciudadana para recabar información que permita dar con los responsables, aunque reconocen que el nivel de violencia exhibido en este caso habla de una estructura criminal con acceso a logística, armamento y recursos.

El cuerpo fue trasladado al Servicio Médico Forense para su análisis e identificación definitiva, mientras la Fiscalía mantiene abiertas varias líneas de investigación. Entretanto, la carretera Chihuahua-Ojinaga, vital para el comercio y la movilidad regional, se convierte en un nuevo escenario del terror con una advertencia implícita para quienes disputan el control de la zona.

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