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Más negocios a costa del deporte: Alberca Olímpica de Chihuahua

A nivel nacional se ha hablado en ocasiones sobre la manera en que los intereses particulares han afectado el desarrollo deportivo del país, Chihuahua no es la excepción, pues el Instituto Chihuahuense del Deporte es otro de los organismos que ha facilitado la creación de negocios a expensas del presupuesto público y la mala administración. Desde 2002, la alberca olímpica ubicada en la Ciudad Deportiva ha servido para beneficiar a personas muy específicas.

Redacción / Segundo a Segundo

Esta instalación, así como, la alberca Santo Niño, se encuentran concesionadas a Pablo López Medrano, director de la empresa Oxxo. Sin embargo, a pesar de que la operación corre a cargo de dicho particular, hasta hoy es el Instituto Chihuahuense del Deporte quien sigue cubriendo los gastos correspondientes al pago de servicios: luz, gas, agua, etc. Esta situación se traduce, en otras palabras, en que las albercas funcionan como negocios subsidiados con recursos públicos.

¿Qué está mal?

Cuando se otorga una concesión, se busca que la administración de un bien a través de un ente privado resulte en una mejora del servicio y manutención de la infraestructura. De tal modo es como también debieran funcionar, por ejemplo, las concesiones de transporte. La ventaja de dicha asociación público-privada es que el Estado no debe preocuparse directamente por prestar un servicio, a la vez que dicho servicio tenderá a ser mejor. Por su parte, el ente privado obtiene ganancias como fruto de la administración del bien o servicio.

Sin embargo, el hecho de que sean los recursos públicos los que paguen parte de las operaciones de las albercas concesionadas significa que con dichos recursos benefician, de manera indirecta, a un privado que ya por sí mismo está obteniendo un beneficio económico. Es similar a pensar que Gobierno del Estado pagara la gasolina del parque de taxis que existe en el estado.

¿Cuánto nos está costando?

Para el ejercicio 2016, el Gobierno del Estado destinó un presupuesto de 74 millones 386 mil pesos para que el Instituto del Deporte diera mantenimiento a las instalaciones deportivas. Dicha cantidad corresponde al 49.9% del presupuesto total del organismo y supera por 21 millones a la cantidad destinada al deporte de alto rendimiento.

De esa cantidad, se calcula que el 24% (aproximadamente 18 millones al año) se destinan al pago de los servicios de la las albercas. De acuerdo al portal de Gobierno del Estado, no existe algún ingreso derivado de la concesión de las instalaciones deportivas y, de acuerdo a la Ley de Ingresos 2016, por cobro de derechos sólo ingresan 11 millones de pesos por medio de la Secretaria de Educación, Cultura y Deporte.

Actualmente, si se suman los usuarios de las albercas Olímpica, Santo Niño y Deportiva Sur, se puede decir que existe un aproximado de 3 mil doscientos usuarios. Si se multiplica dicha cantidad de usuarios por un promedio de 500 pesos que cuesta la mensualidad, tenemos que entre ambas albercas se logra una ganancia de por lo menos 19 millones al año de los cuales no es necesario restar el costo fijo de servicios, pues corren a cuenta de los chihuahuenses.

¿Recuerdan la Olimpiada Nacional?

Al comienzo del año 2016, se anunció la cancelación de la Olimpiada Nacional que se llevaría a cabo en Chihuahua. El argumento que en ese entonces utilizó Raúl Saucedo, cuando aún era titular del organismo, fue que debido al plan de austeridad del Estado, no era posible realizar un gasto de 60 millones de pesos para llevar a cabo el evento.

La realidad es que actualmente existe una deuda aproximada de 15 millones de pesos con proveedores locales, así como 20 millones de pesos que no se han comprobado ante la CONADE. Estos factores, resultado de una mala administración abonaron a la decisión de cancelar la Olimpiada Nacional 2016.


Fue durante la administración de Patricio Martínez, en septiembre de 2002, que se anunció la inauguración de la Alberca Olímpica de Chihuahua. En aquel tiempo, el titular de la Comisión Nacional del Deporte, Nelson Vargas, anunció también que el inmueble sería concesionado a Pablo López para garantizar “un servicio de alta calidad a los chihuahuenses que empiezan a hacer historia en este deporte y sus disciplinas». A partir de ese momento, desde su inauguración, la inversión conjunta de 30 millones de pesos dejó de ser un activo y se convirtió en un apéndice más de la administración estatal.

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Acapulco lucha por sobrevivir. Por Itali Heide

Imágenes: Manuel Villavicencio

Antes incluso de verlo, Acapulco se huele. El olor de la basura acumulada durante semanas en las calles, la humedad de toneladas de lodo, árboles y hojas cubriendo portones, e incluso el olor a muerte persiste en el aire. Sobre el SEMEFO, buitres vuelan en una coreografía coordinada que señala que la muerte es mucho más frecuente que las cifras oficiales.

Itali Heide

Itali Heide

Al adentrarse en las devastadas calles de Acapulco, uno podría pensar que ha sido transportado a una zona de guerra. Ni una sola casa o edificio ha quedado indemne, con cristales esparcidos por todos los patios y líneas de agua de dos metros de altura en hogares que sirven de recordatorio del horror por el que pasaron los guerrerenses.

Aunque la pérdida material es devastadoramente triste, la angustia llega cuando se escuchan las historias de los sobrevivientes. Doña Francisca ha vivido en el poblado de Yetla toda su vida. De pie en la puerta de su casa, mirando hacia atrás, hacia el lugar que una vez conoció como un hogar seguro, recuerda la noche que la vio pedir por su vida. «No pude hacer nada», dice con las mejillas llenas de lágrimas, «el viento era tan fuerte que me agarré a la cama rezando que no me llevara el viento».

¿Quién iba a pensar que de un día para otro toda una región podía desaparecer del mapa? Es como si alguien hubiera hubiera arrastrado su dedo pulgar por el paisaje, sin dejar ni una sola palmera recta, mientras la mayoría yacía en el suelo como el destino le había deparado. La gente sufrió enormemente, y algunos pasaron 20 horas en sus casas con el agua hasta el pecho, sosteniendo a sus hijos y suplicando por una salida.

Nos gusta pensar que lo peor ya ha pasado. ¿Qué puede haber peor que vientos de 300 km/h? Por desgracia, el verdadero peligro está aún por llegar. Medical IMPACT llevó una brigada médica a Acapulco esta semana, apoyando a los supervivientes con consultas médicas gratuitas, medicación y apoyo emocional. Tras atender a más de 300 pacientes, salieron a la luz los verdaderos riesgos: habrá más muertes tras el huracán que por la tormenta en sí.

En las colonias Alborada Cardenista, Yetla y Ejido Viejo, cientos de guerrerenses se presentaron con lesiones, enfermedades y riesgos que ponen en peligro su vida y su salud. Viviendo sin agua potable, comida, electricidad o incluso higiene básica, no es de extrañar que la enfermedad esté por todas partes. Bebés con la cara llena de granos debido al agua sucia, niños con heridas infectadas con riesgo de septicemia, estómagos doloridos y resfriados por las horas pasadas en el agua están por todas partes.

Quienes ya lidiaban con alguna enfermedad, ahora sufren más. Decenas de pacientes diabéticos a los que Medical IMPACT atendió se han quedado sin insulina ni medicación vital, mientras yacían en sus casas esperando a que llegara la ayuda o a que les sobreviniera un coma diabético. Incluso si pudieran encontrar insulina, no hay forma de almacenarla: debe conservarse a baja temperatura, y sin electricidad, guardarla en el refrigerador no es posible.

Es devastador pasear por calles que antes estaban llenas de vida y ver a la gente limpiar minuciosamente sus casas mientras intentan recordar cómo era tener una vida normal. Sin embargo, sirve como testimonio de la voluntad que tienen los guerrerenses para seguir adelante. En los poblados olvidados y abandonados por el gobierno y otros grupos de apoyo, las comunidades se reúnen en zonas comunes y se ayudan mutuamente.

Las doñas montan mesas para hacer taquitos de requesón y frijol, los hombres llevan palas de casa en casa sacando el barro y la basura, los niños ríen y juegan, perros amistosos buscan caricias y se juntan recursos para apoyarse mutuamente. Incluso en las ruinas, la tragedia parece sacar lo mejor de la gente (aunque en algunos casos, también lo peor).

Acapulco está lejos de recuperarse. Llevará años reconstruir la ciudad y los pueblos circundantes, pero la verdadera prueba es mantener a la gente segura, alimentada, hidratada y sana. Mientras nos adentramos en aguas desconocidas, es responsabilidad del gobierno, la sociedad civil y la comunidad mundial seguir apoyando a quienes lo perdieron todo y pueden perder más, incluso su vida.

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