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Fumadores pasivos los más afectados en la memoria

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La exposición al humo del tabaco puede causar daños a la memoria de los «fumadores pasivos», las personas que viven o pasan tiempo regular con fumadores, afirma un estudio.

La investigación llevada a cabo en la Universidad de Northumbria, Inglaterra, siguió durante más de 4 años a un grupo de fumadores y fumadores pasivos.

Encontró que quienes se habían visto expuestos de forma pasiva al humo del cigarrillo regularmente mostraron al final del estudio peores habilidades en pruebas de memoria que quienes no estuvieron expuestos.

Tal como señalan los investigadores en la revista Addiction, éste es el primer estudio que explora la relación entre la exposición al humo del cigarrillo de otros fumadores y los problemas de memoria.

El mismo equipo de científicos, dirigido por los doctores Tom Heffernan y Terence O’Neil, ya había
investigado el impacto del fumar en los problemas de memoria.

En un estudio anterior sometieron a fumadores a pruebas de memoria, en las que debían identificar una serie de tareas predeterminadas.

Los resultados mostraron que los fumadores lograron identificar 59% de las tareas, mientras que quienes nunca habían fumado identificaron 81% de ellas.

Impacto cognitivo
Ahora, llevaron a cabo el mismo experimento para conocer el impacto del humo del cigarrillo en la memoria de no fumadores.

Los investigadores compararon las capacidades de memoria de un grupo de fumadores con dos grupos de no fumadores: uno que regularmente se vería expuesto a humo de cigarrillo de segunda mano y otro que nunca tenía esa exposición.

Los tres grupos fueron sometidos a pruebas de memoria basada en el tiempo, por ejemplo tenían que recordar llevar a cabo tareas o actividades más tarde; y de memoria basada en eventos, por ejemplo recordar alguna intención o actividad futuras.

Los participantes que estaban expuestos a humo de segunda mano vivían o pasaban tiempo con fumadores durante al menos 25 horas a la semana durante un promedio de 4,5 años.

Los resultados de las pruebas mostraron que los no fumadores expuestos a humo de segunda mano habían olvidado casi 20% más tareas asignadas que nos no fumadores no expuestos al humo.

Los peores resultados fueron los de los fumadores: éstos olvidaron 30% más de las tareas asignadas que
los no fumadores no expuestos a humo de segunda mano.

Tal como señala el doctor Heffernan «según informes recientes de la Organización Mundial de la Salud, la exposición al humo de segunda mano puede tener serias consecuencias en la salud de las personas que nunca han fumado, pero que están expuestas al humo del tabaco de otros».

«Nuestros hallazgos sugieren que los déficits asociados con la exposición al humo de segunda mano se extienden a las funciones cognitivas de la vida diaria».

En el estudio previo sobre el impacto del tabaco en la memoria de los fumadores, los investigadores encontraron que al dejar de fumar, es posible restaurar la memoria perdida a casi el mismo nivel de los no fumadores.

De manera que dejar el hábito no sólo beneficiaría su propia memoria sino la de aquellos que se ven expuestos al humo de forma pasiva.

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SocialMediaCUU explica porqué las redes sociales son trascendentales en las elecciones

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Los datos que proporciona el INE respecto de la lista nominal, es decir, la lista de personas que ya tienen credencial para votar, muestra un porcentaje muy amplio de gente joven que votará por primera vez. Entre sus principales características está el hecho de que utilizan principalmente medios digitales para informarse y, por su número, representan un valioso mercado para todos los partidos políticos.


 

En la lista nominal se cuentan poco más de 98 millones de personas, al corte de febrero de 2024. Así, en el país existen poco más de 15 millones de personas inscritas entre los 18 y 24 años; es decir, primovotantes, lo que representa el 15% del total.

Si sumamos a la población millennial y centennial, es decir, todas las personas de 18 a 39 años inscritas, tenemos a casi 47 millones, que representan al 48%, es decir, prácticamente la mitad del universo de votantes.

Las cifras son claras: 15 millones de personas que no han participado jamás en un proceso electoral presidencial (y posiblemente en ningún otro) y que, estadística e históricamente, no tienen una preferencia política definida, pueden inclinar la balanza a favor de cualquier candidata o candidato; y casi la mitad de la lista nominal utiliza Internet y medios digitales para enterarse de las propuestas de las y los actores políticos.

De acuerdo con los últimos datos disponibles de la Encuesta Nacional Sobre Disponibilidad Y Uso De Tecnologías De La Información En Los Hogares (ENDUTIH), en el país existen 93 millones de internautas, siendo la franja de edad de los 18 a los 34 años, la que más se conecta a la red. Por otro lado, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) muestra que las audiencias de radio han bajado a un 8.9% del universo de personas que pueden recibir una señal y las de televisión, a 14.1%. Para radio, las audiencias principales se encuentran en el rango de edad de 35 a 44 años, y las de TV se sitúan en 45 años o más.

Y es en este sentido en donde se plantea la problemática de las leyes electorales, ya que se tienen medios tradicionales como la televisión, la prensa impresa y la radio sobrerregulados, que incluso llevaron al INE a convertirse en una especie de central de medios gracias a la excesiva espotización; no obstante, los medios digitales, los más consultados por un enorme segmento de la población, no fueron tomados en cuenta en las normativas actuales.

Las plataformas digitales se convierten en una especie de tierra sin ley que permite a partidos y actores políticos realizar prácticas no éticas sin temor a sanción alguna ya que no solo no se contemplan acciones de comunicación política digital o fiscalización adecuada, además las normativas vigentes solo son aplicables a autoridades, actores y partidos políticos, no obstante, cualquier persona puede hacer una campaña electoral utilizando redes sociales y plataformas digitales.

De ahí la necesidad de crear marcos legales que permitan que las y los ciudadanos puedan elegir de manera libre, autónoma y sin cohesión a sus gobernantes, ya que tal y como se encuentra el panorama normativo electoral, la posibilidad de crear estrategias al marco de la ley para favorecer o entorpecer las campañas es muy alta, frente a un riesgo prácticamente nulo.

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