Albert Einstein predijo las ondas gravitacionales en su teoría general de la relatividad hace un siglo, pero la primera evidencia firme de su existencia llegó en 2015 cuando dos detectores en Estados Unidos encontraron la primera señal de este tipo con aparatos rudementarios a comparación con los de ahora, comprobando así las aseveraciones de Einstein.
Las últimas ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo fueron detectadas el 14 de agosto a las 10H30 GMT, cuando dos enormes agujeros negros, con masas 31 y 25 veces la del sol, se fusionaron a unos 1.800 millones de años luz de distancia y esta actividad afortunadamente pudo ser captada por los centros especializados.
«El nuevo agujero negro que se produjo tiene cerca de 53 veces la masa de nuestro sol», se señaló en un comunicado de los científicos que manejan el detector Virgo, ubicado en el Observatorio Gravitacional Europeo en Cascina, cerca de Pisa, Italia.
«Mientras este nuevo evento tiene una relevancia astrofísica, su detección trae un logro adicional: es la primera señal de una onda gravitacional significativa grabada por el detector Virgo», aseguraron.
Virgo, un instrumento subterráneo en forma de «L» que busca ondas gravitacionales, fue recientemente mejorado y, aunque aún es menos sensible que sus pares estadounidenses, fue capaz de confirmar la señal de la actividad referida anteriormente.
Conocidos como interferómetros, estas estaciones subterráneas de alta tecnología no dependen de la luz en el cielo como un telescopio, sino que captan vibraciones en el espacio y pueden sentir el «chirrido» creado por una onda gravitacional a distancia de la localización del interferómetro.
«Es maravilloso ver una primera señal de onda gravitacional en nuestro nuevo y mejorado Virgo, solo dos semanas después de que oficialmente comenzara a recibir datos», dijo el portavoz de Virgo, Jo van den Brandm, alegremente de que el equipo haya sido sensible a los fenómenos cuyos datos deseaban recopilar.
Las ondas en la trama del espacio-tiempo fueron detectadas por los tres aparatos casi simultáneamente, haciendo esta detección en el caso especial del interferómetro de Italia, como un caso no aislado.
Hasta ahora, las ondas gravitacionales habían sido encontradas a través de dos detectores basados en Estados Unidos, los más sofisticados del mundo, conocidos como LIGO y ubicados en Livingston, Luisiana, y Hanford, Washington.
La primera fue encontrada en septiembre de 2015 y develada públicamente a comienzos de 2016, en un logro histórico, resultado de décadas de investigación científica, tanto para el diseño de los instrumentos que serían sensibles al fenómeno, así como también el estudio de su comportamiento.
El proyecto Virgo involucra a más de 280 físicos e ingenieros de 20 diferentes grupos europeos de investigación.
«Es solo el comienzo de la observación con la red establecida por Virgo y LIGO trabajando juntos», dijo David Shoemaker, portavoz de la colaboración científica LIGO, de la que participan el California Institute of Technology (Caltech) y el Massachusetts Institute of Technology (MIT).