Reik siempre toma la temperatura de lo que está pasando en la música para adaptarse a ello sin dejar de lado su esencia. Es una forma de permanecer en esta industria voraz de canciones y en muchos casos, dicen, efímera. Hoy la agrupación lanza el vídeo “Me niego“, de la mano de Wisin y Ozuna.
Previo al día del estreno del videoclip, Jesús Navarro compartió cómo se sienten navegando en este género que lidera las listas de popularidad a nivel global.
“No diría que nos cambiamos al reggaetón, más bien lo mezclamos y fusionamos con lo que hacíamos nosotros, se trata de renovarse, de escucharnos más frescos; nosotros creemos que el pop también tiene que evolucionar y quizá ésta sea una parte de ello.”
A 15 años de haber iniciado en la música, la banda mexicana asegura que puede probar en distintos géneros porque sus giras ya no dependen del último disco que publique.
“Podemos sobrevivir a un par de canciones que no peguen y eso viene con la responsabilidad de intentar hacer cosas nuevas; yo creo que la esencia de Reik es que la hacemos nosotros, solamente nos probamos diferentes sombreros. Hemos hecho reggae, electro, pop, cosas bien raras, hemos hecho un poco de todo desde los momentos donde a nadie le gustaba y la disquera nos decía que era un desperdicio de tiempo, de dinero y de recursos, y pues lo hicimos, igual.”
Por ejemplo, su disco anterior “Peligro“, por el que le apostaron todo, no dio los resultados que esperaban, pues es como una moneda al aire que muchas veces no cae del lado esperado pero, dicen, es necesaria.
“Se hizo un trabajo de promoción enorme pero la gente no conectó con ella, eso era lo que estaba sucediendo“, dijo Jesús, a lo que Bibi agregó:
“Nuestro disco anterior nos gustó mucho pero lo cierto es que no vendió discos, tampoco shows; estamos satisfechos con lo que hicimos pero no fue lo que más vendió, eso es lo cierto.”
En su experiencia, el público que gusta del género urbano es un poco más abierto en cuanto a escuchar nuevas propuestas y ellos no se quieren quedar en las baladas.
“No todas las canciones tienen que ser profundas, también hay canciones para divertirse, hay momentos para todo y se vale que haya canciones que no hablen de nada, no es el caso de “Me niego” pero no estoy peleado con las canciones que no hablen de nada“, reconoció Jesús.
“Me niego” fue compuesto por Christian Linares, Reik, Ozuna, Wisin y Víctor Torres (Los legendarios) y producido por el puertorriqueño Wisin, quien aplaudió que se formen estas alianzas en el medio, ya que el género urbano se ha colocado en el gusto del público en los últimos años.
“Todas las canciones fuertes de este último año se tratan del movimiento urbano y es una bendición por lo menos en mi caso.”
Demasiado pronto para un smartphone: advierten sobre graves efectos en la salud mental de menores de 13 años
Un estudio global reciente ha encendido las alarmas sobre el impacto negativo de los smartphones en la salud mental de niños menores de 13 años. La investigación, publicada en el Journal of the Human Development and Capabilities, analizó respuestas autodeclaradas de casi 2 millones de personas en 163 países y encontró que cuanto antes un menor accede a un teléfono inteligente, más probabilidades hay de que experimente efectos perjudiciales.
Entre los hallazgos más preocupantes están el aumento de pensamientos suicidas, dificultades en la regulación emocional, baja autoestima y desconexión con la realidad. Los efectos fueron especialmente marcados en niñas.
“El uso temprano del smartphone suele implicar acceso prematuro a redes sociales, lo que a su vez puede desencadenar acoso digital, alteraciones del sueño y deterioro de las relaciones familiares”, explicó Tara Thiagarajan, autora principal del estudio y fundadora de la organización sin fines de lucro Sapien Labs, encargada del levantamiento de datos.
Un llamado urgente a la acción global
La contundencia de los resultados llevó a los investigadores a proponer restricciones internacionales que limiten el uso de smartphones y redes sociales a menores de 13 años. “Se requiere una acción inmediata y global para proteger a los niños de entornos digitales que aún no están preparados para gestionar con madurez”, afirmó Thiagarajan.
El estudio no solo se centró en indicadores comunes como ansiedad o depresión, sino que analizó aspectos menos explorados como la autoimagen y la capacidad de gestionar emociones, revelando una correlación directa entre el uso temprano de dispositivos y el deterioro del bienestar psicológico.
¿Qué pueden hacer los padres?
Expertos como Melissa Greenberg, psicóloga clínica del Princeton Psychotherapy Center, recomiendan iniciar conversaciones comunitarias entre padres para acordar de manera conjunta retrasar la entrega de teléfonos inteligentes a sus hijos. Iniciativas como “Wait Until 8th” («Espera hasta el 8vo grado» – Equivalente a 2do de Secundaria) permiten a las familias comprometerse colectivamente a posponer la entrega de dispositivos hasta después de los 13 años.
Asimismo, sugiere buscar escuelas con políticas estrictas sobre el uso de smartphones en campus o exigir cambios en los reglamentos escolares. Thiagarajan advierte que los padres no pueden enfrentar este problema solos: “Incluso si prohíbo a mis hijas usar redes sociales, estarán expuestas a ellas a través de otros niños en la escuela o eventos extracurriculares. Es un asunto social, no solo familiar”.
¿Y si ya tienen un teléfono?
Greenberg aconseja no caer en el pánico. “Si ya le diste un smartphone a tu hijo, puedes ajustar el rumbo”, asegura. Recomienda establecer controles parentales, desinstalar ciertas apps, cambiar a un teléfono básico o simplemente limitar el uso.
Para aquellos padres que enfrentan resistencia, sugiere esta frase: “Cuando te dimos tu teléfono, no sabíamos todo lo que ahora sabemos sobre cómo podría afectarte. Los científicos están aprendiendo más cada día, y queremos hacer lo mejor para ti”.
Aceptar que también los adultos luchan contra el uso excesivo del celular puede ayudar a los menores a comprender que es una dificultad compartida.
Un punto de inflexión para la crianza
Investigadores como el psicólogo social Jonathan Haidt, autor del libro “The Anxious Generation”, coinciden en que retrasar el acceso a redes sociales hasta los 16 años es una de las mejores decisiones que pueden tomar los padres hoy.
La evidencia es clara: dar un smartphone a un niño antes de los 13 puede tener consecuencias serias y duraderas. En un mundo cada vez más digitalizado, tal vez la verdadera rebeldía —y protección— esté en apagar el teléfono.