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En México, alrededor de 2.5 millones de niños trabajan

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Alrededor de 2.5 millones de niños mexicanos no tienen más remedio que trabajar para ayudar a la economía familiar, en detrimento de su educación y su salud y ante un Estado que, pese a la legislación, no actúa con contundencia para erradicarlo.

«Pierden escuela, afecta su salud y pierden tiempo lúdico y de recreación. Por ello es importante que el Estado tenga políticas que desalienten el trabajo infantil», dijo el director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), Juan Martín Pérez.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 2. 48 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años trabajan.

Para la Redim, esto se relaciona directamente con la pobreza, que según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) afectaba al 43.6 % a la población en 2016.

Un 7.6 % de estos viven en pobreza extrema, el equivalente a 9.4 millones de personas.

En este contexto, ocho de cada diez menores trabajadores viven en comunidades, ya que los niños indígenas tienen hasta un 80 % de probabilidades más de caer en la pobreza, apuntó Martín.

«El problema de fondo son las condiciones de trabajo», agregó el experto.

Muchos menores trabajan para la familia, en pequeños talleres, trabajos agrícolas o servicios. Normalmente lo hacen sin cobrar nada, pero bajo la tutela de los padres.

Pero «cuando niños y niñas trabajan para otros empezamos a tener problemas, porque no se respetan los horarios, y se les expone a actividades que pueden tener riesgo», apuntó el representante de la Redim.

Según el Inegi, más de 900 mil no asisten a la escuela por trabajo (36.9 %); 2.2 millones trabajan en ocupaciones no permitidas (89.5 %), de los que 887.041 no cumplen con la edad mínima permitida (39.9 %), y 1.3 millones realizan una actividad peligrosa (60 %).

En México, la edad legal para trabajar son los 15 años, pero hasta los 18 años tienen la obligación de acudir a la escuela y tiene un horario limitado.

La ley también les deja en un «limbo jurídico» porque no tienen «derechos plenos» al no poder sindicalizarse, agregó Pérez.

En la Central de Abasto de la Ciudad de México, que según la Unión Mundial de Mercados Mayoristas es el centro mayorista más grande del mundo, se ven muchos adolescentes trabajando o haciendo todo tipo de recados y tareas.

José Luis Gutiérrez, director del Centro de Apoyo al Menor Trabajador de la Central de Abasto, contó que en 2017 atendieron alrededor de 600 niños.

Aunque el flujo de menores trabajadores en esta ciudad comercial ha disminuido, muchos son hijos de padres trabajadores que llegan de diferentes estados.

Y en ese espacio encuentran un oasis en el que reciben clases, pueden jugar, practicar deporte y bañarse.

«Estos muchachos vienen con un gran rezago educativo, algunos analfabetos, y la ideal del proyecto es rescatarlos para que estudien», dijo el director del centro.

El perfil del menor trabajador que acude a este enorme mercado de la capital es de un indígena de los estados de Puebla, Michoacán, Guerrero, Chiapas, Oaxaca y Estado de México.

Viajan en grupo, unos 60 o 70 -relató- y generalmente se mueven y viven juntos, cuidándose unos a otros y con algunos de ellos mayores de 18 años.

Desde que subieron a 15 años la edad para trabajar, en 2014, muchos menores que llegan a la Central de Abasto, no consiguen empleo.

«Había más (niños) antes que ahora, hoy nos cuesta más localizarlos. También han encontrado otras posibilidades hacia las zonas fronterizas, en el campo o en las construcciones», indicó el experto, y remarcó que no se ha erradicado el trabajo infantil, sino que ha cambiado de sectores o espacios.

Para el director de la Redim, la no eliminación del trabajo infantil es culpa, en buena parte, del Estado, incapaz de aumentar el ingreso medio de las familias, y de atender los casos más urgentes pese a haber firmado convenios internacionales en la materia.

Por el contrario, denunció Pérez, «se victimiza y amplía la violación de derechos» contra los más pobres.

Porque cuando se identifica a menores trabajando, a menudo se responsabiliza a los padres, incluso llegando a separar a los menores de sus familias.

Es por ello, que Redim organizará un acto con los candidatos a la Presidencia de México para debatir esta situación.

«Se considera que los niños son responsabilidad de la familia, y el Estado solamente interviene cuando hay un niño víctima, o el adolescente se convirtió en victimario. No se los reconoce como ciudadanos de pleno derecho», concluyó.

México

Senado aprueba Ley General de Aguas en medio de acalorado debate y críticas de oposición

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El Senado mexicano aprobó este jueves, con 85 votos a favor y 36 en contra, el proyecto de decreto que expide la Ley General de Aguas y reforma diversas disposiciones de la Ley de Aguas Nacionales, en un contexto de creciente presión sobre los recursos hídricos del país por sequías, conflictos por concesiones, crecimiento urbano y alta demanda del sector agrícola.
La minuta fue remitida al Senado por la Cámara de Diputados, que la aprobó tras 24 horas de acaloradas discusiones. La iniciativa deriva de una propuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum para regular el derecho humano al acceso, disposición y saneamiento del agua, así como priorizar su consumo humano y doméstico ante autorizaciones, permisos, concesiones y asignaciones del recurso.
El senador Óscar Cantón Zetina, de Morena, aseguró que el centro de este proyecto es la persona y no los grandes acaparadores de agua, pues se crea un trinomio virtuoso entre tierra, agua y gente. Afirmó que la legislación es la mayor aliada de los productores y campesinos de México, ya que elimina la visión mercantilista del agua y la regresa a su dueño legítimo, que es el pueblo de México.
La senadora del PAN, Verónica Rodríguez, señaló que esta reforma convierte el agua en un instrumento de manipulación política y electoral. Apuntó que le da al gobierno federal la posibilidad de decidir de manera discrecional quién mantiene su concesión, quién la pierde, a quién le reducen volúmenes de agua y a quién sí le permiten operar, lo que demuestra que es peligroso para la democracia, el campo, la seguridad alimentaria y las familias.
Carolina Viggiano, del PRI, advirtió que el proyecto no contó con estudios económicos ni presupuestales, no cuenta con análisis de impacto financiero y tampoco se asegura inversión para la infraestructura, operación ni vigilancia de los sistemas de agua. Además, señaló que no se consultó a los pueblos originarios.
Luis Donaldo Colosio, de Movimiento Ciudadano, indicó que los cambios abren la puerta a más control gubernamental sin contrapesos reales, a más trámites y a más incertidumbres para el campo mexicano. Afirmó que se concentran atribuciones en la Comisión Nacional del Agua sin reglas claras, crece el riesgo de arbitrariedad, corrupción, favoritismos y castigo político, además de que se crea incertidumbre en la asignación de derechos y volúmenes, lo que desincentiva la inversión, la tecnificación y frena proyectos.
La nueva Ley General de Aguas establece que las concesiones para el uso del vital líquido no podrán ser intercambiadas entre particulares, con la obligatoriedad de que sea la Conagua la que las distribuya de nuevo.
La discusión y aprobación en las Cámaras de Diputados y Senadores ocurre en un contexto donde el sector agrícola consume cerca del 75 por ciento del agua disponible para consumo en el país.

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