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Pero, ¿Quién es ‘el Wicked’?

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Una familia desintegrada, una madre empleada en bares y cantinas en El Paso, Texas, una adolescencia ligada a las pandillas y a las drogas es la historia personal de José Enrique Jiménez Zavala, El Wicked, presunto asesino confeso de la activista Marisela Escobedo.

Con cierto aire de orgullo, el hombre de 29 años, nacido el 29 de diciembre de 1982 en Ciudad Juárez, Chihuahua, relató al agente del Ministerio Público que lo interrogó cómo fue su infancia y adolescencia.

Jiménez Zavala luce tres tatuajes que de alguna manera definen su personalidad. Uno tiene una inscripción en lengua vietnamita que, traducida al español, dice: “No confíes en ninguna puta”.

También luce las siglas EPT que hacen referencia a El Paso y la silueta del subcomandante Marcos.

Su sobrenombre, El Wicked, según dijo en su declaración ministerial, significa “raro, extraño, diferente”.

De acuerdo con su relato, a los ocho años se fue a vivir a El Paso con su madre y hermanos. A su padre Mario, quien es chef en Juárez, dijo, lo dejó de ver cuando tenía 10 años.

“Mi madre se dedica al comercio en su domicilio. Mi infancia fue en El Paso, Texas, vivíamos en la calle Alameda y Copia con mi madre y mis hermanos, la casa era de renta; mi mamá para pagar los gastos trabajaba en bares y cantinas”, contó.

El presunto asesino de Marisela Escobedo relató también que la primaria y la secundaria las cursó en escuelas de Estados Unidos y que sólo llegó hasta la preparatoria.

Aunque confesó que no fue un buen estudiante, admitió que su gusto por las pandillas lo alejó de la escuela desde los 12 años.

“Mi escuela la cursé en la ‘Bell’, para terminar en Bassett donde realicé mis estudios de secundaria, para sólo cursar dos años de preparatoria en la Austin; mis hermanos de igual manera también estudiaron en las escuelas de El Paso, Texas.

“En secundaria comenzó a llamarme la atención lo de las pandillas y por querer llamar la atención en la calle, me integré a la pandilla ‘DMS’ que integraban como 30 personas; continué con mis estudios pero comenzaron mis problemas en riñas, comencé a beber alcohol y fumar mariguana”.

En la secundaria El Wicked practicaba futbol americano, pero sus problemas empezaban cuando tenía tiempo libre, durante las vacaciones.

“Mientras era temporada deportiva todo estaba bien, pero en las vacaciones por el tiempo libre comenzaba a meterme en problemas” recordó.

Cuando cursaba el tercer grado de secundaria y al regreso de un periodo vacacional, participó en una riña con un pandilla llamada Little locos. Ese incidente fue suficiente para que lo expulsaran del colegio.

Con el tiempo libre empezó a drogarse con cocaína. “Comencé a robar los estéreos de los carros, como diversión y por andar drogado”, refirió.

Luego vinieron los líos con la justicia. Estuvo en prisión tres meses por robar estéreos. La segunda detención fue por quemar el auto de un integrante de la pandilla contraria. En esa ocasión, lo colocaron en el programa “Challenge Bootcamp”.

A pesar de los malos momentos, El Wicked no se detuvo.

“Al momento de salir del área de la detención, fui y agredí a la persona que atestiguó en contra mía”, relató. Ese hecho fue suficiente para que fuera recluido en la Comisión de Texas para Menores, donde estuvo por más de un año.

A los 16 años salió de la Comisión para Menores, pero sólo para seguir con su carrera delictiva. Se volvió líder de pandilla, peleaba con bandos contrarios que vendían mariguana, se las robaba y la vendía por su cuenta.

A esa edad tuvo sus primeras armas, pistolas calibre 22, 25 y 380 así como una escopeta. “Las usábamos para tumbar a la gente” confesó.

El tatuaje con la leyenda “No confíes en ninguna puta” se lo hizo a los 17 años, a la misma edad que tuvo su primera experiencia con la heroína. Su hermano, apodado El Pingüino, lo indujo al nuevo vicio.

También pasó del robo a personas, al asalto de negocios. “Recuerdo que el primer negocio que robé fue un pequeño expendio con pistola calibre 22”.

A los 18 años fue detenido por robar un supermercado. Ese fue su boleto a la cárcel del condado, Robertson Unit en Abeline, Texas. Lo sentenciaron a cinco años de prisión y fue en ese lugar donde se integró a la banda Los Aztecas, el brazo armado del cártel de Juárez.

“La primera vez que tuve contacto con Los Aztecas, para ‘enrranflarme’ tuve que hacer varios actos a prueba, que eran golpear a diversa gente”, relata el presunto asesino en su declaración ministerial.

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UT Tarahumara presenta proyectos científicos e interculturales en foro estudiantil

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Guachochi, Chihuahua.- La Universidad Tecnológica de la Tarahumara llevó a cabo el Foro de Investigación e Innovación Intercultural y Científico, un encuentro en el que estudiantes presentaron proyectos desarrollados en modalidad de cartel. La actividad reunió trabajos de alumnas y alumnos de los programas educativos de Agricultura Sustentable y Protegida, Turismo y Gestión Ambiental.

El evento incluyó ponencias magistrales impartidas por académicos y especialistas de la Universidad Autónoma de Chihuahua, quienes abordaron temas relacionados con investigación y desarrollo regional. Como parte del programa, estudiantes de Tecnología Ambiental ofrecieron charlas cortas en las que expusieron conocimientos y propuestas enfocadas en problemáticas de la zona serrana.

Durante la jornada también se presentaron diseños experimentales de Agricultura Sustentable y Protegida, además de proyectos orientados a la creación de equipos para el control de la contaminación ambiental. Las exposiciones mostraron avances técnicos y propuestas innovadoras elaboradas por la comunidad estudiantil.

El foro incluyó una muestra gastronómica con alimentos tradicionales rarámuri, que permitió destacar la vinculación entre conocimiento académico e identidad cultural de la región.

El rector de la Universidad Tecnológica de la Tarahumara, Carlos Servando Chávez Tiznado, señaló que este encuentro se ha consolidado como un espacio que impulsa la ciencia, la innovación y la integración intercultural en la Sierra Tarahumara.

La institución destacó que actividades como esta fortalecen la formación de las y los estudiantes y promueven la participación académica en proyectos orientados al desarrollo local.

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