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Resto del mundo

Mata a su esposa y esconde su cuerpo en una maleta

Un profesor de la Universidad de Hong Kong fue acusado de asesinato este miércoles, luego que la policía hallara el cuerpo en descomposición de su esposa escondido adentro de una maleta en su oficina, en lo que constituye el último crimen sórdido en esta metrópolis asiática.

Los policías descubrieron el cuerpo de la mujer y un cable eléctrico alrededor de su cuello, escondido en una maleta en la oficina de Cheung Kie-chung, el profesor universitario de 53 años.

El académico, que comparecerá el próximo jueves ante el tribunal, dijo inicialmente a los investigadores que había tenido una discusión con su esposa la noche del 20 de agosto por la limpieza de los baños de la familia y que luego ella no regresó esa noche a la casa. El hombre denunció su desaparición tres días después.

Las primeras sospechas de los investigadores surgieron tras el análisis de las grabaciones de las cámaras de seguridad, que revelaron que la esposa del profesor no había salido de la casa la noche en la que él dijo que ella desapareció. Además en estas imágenes vieron que el profesor Cheung salió en un momento con una gran caja de madera.

El pasado martes en la tarde, la policía inspeccionó su oficina, ubicada a cinco minutos en auto de la casa que compartía con su esposa y dos hijos.

El policía Law Kwok-hoi contó a los periodistas que durante la revisión de la oficina vieron «que goteaba sangre de la maleta y que olía mal».

Según la policía, la víctima fue probablemente estrangulada, pero todavía tienen que esperar análisis de los médicos forenses para que confirmen las causas de la muerte.

Este caso se conoce una semana después de iniciarse el juicio de un médico anestesista de Hong Kong, acusado de haber asesinado a su esposa -que se negaba al divorcio- y a su hija con una pelota de pilates inflada con monóxido de carbono adentro de su auto.

Resto del mundo

«Alligator Alcatraz»: El polémico centro de detención rodeado de caimanes que divide a Florida

Florida ha establecido una controvertida instalación de detención migratoria en los pantanos de los Everglades, a menos de 50 millas del resort de Donald Trump en Miami. La propiedad, apodada «Alligator Alcatraz» por funcionarios estatales, fue construida en días transformando el aeropuerto Dade-Collier Training and Transition en una ciudad temporal de carpas con capacidad para albergar hasta 3,000 migrantes.

El gobernador Ron DeSantis adoptó el apodo acuñado por su fiscal general, argumentando que la ubicación ofrece seguridad natural. «Claramente desde una perspectiva de seguridad, si alguien escapa, hay muchos caimanes con los que tendrá que lidiar. Nadie va a ninguna parte una vez que haga eso», declaró DeSantis durante una conferencia de prensa.

La instalación funciona como un centro completamente autónomo, con migrantes alojados en remolques de FEMA reacondicionados y estructuras temporales similares a las utilizadas para víctimas de desastres naturales. Los servicios básicos como agua, alcantarillado y electricidad son proporcionados por equipos móviles, mientras que grandes unidades portátiles de aire acondicionado intentan combatir las temperaturas que superan los 90 grados Fahrenheit.

Representantes del Congreso que visitaron la facilidad reportaron condiciones alarmantes, describiendo a cientos de migrantes confinados en jaulas bajo calor sofocante, infestaciones de insectos y comidas escasas. «Están esencialmente empacados en jaulas, humanos pared a pared, 32 detenidos por jaula», declaró la representante Debbie Wasserman Schultz tras su recorrido.

La operación anual de «Alligator Alcatraz» costará 450 millones de dólares, según funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional. Florida cubrirá inicialmente los costos y luego solicitará reembolsos a través de FEMA y el Departamento de Seguridad Nacional. No olvides visitar Segundo a Segundo Noticias de Chihuahua, México y el Mundo.

El proyecto enfrenta oposición de activistas por los derechos de los inmigrantes, ambientalistas y miembros de la comunidad indígena Miccosukee, quienes consideran la instalación una amenaza a sus tierras sagradas y al delicado ecosistema de los Everglades. La controversia se intensifica por estar ubicada cerca de la fuente principal de agua potable para ocho millones de habitantes del sur de Florida.

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