La tan sonada conferencia matutina no se hizo esperar y desde los primeros días de este gobierno hemos visto como se han desarrollado, la función del vocero de la presidencia Jesús Ramírez ha sido desdibujada, el que lleva la batuta casi a cada cuestionamiento es el presidente, diariamente durante 80 minutos promedio, según cifras de SPIN taller político, se da un cruce de preguntas y respuestas entre el presidente y reporteros, a cien días de su gestión hoy tenemos numeralia que analizar e ideas que aportar después de un poco más de 67 conferencias de prensa.
Los roles del presidente han sido tan diversos como las preguntas a las que se expone, un ejemplo de esto fue cuando tuvo que hacer las veces de encargado de recursos humanos del CONACYT, se entiende que quiera tener el control para no dar cabida a errores como la declaración del Secretario de hacienda relativo al tema de las estancias infantiles o la declaración del Secretario de educación con el tema del idioma inglés, no pueden seguir cobijados en la alta aceptación del presidente esto es solo el inicio y al pasar el tiempo estos errores pesaran, es hora de que lo apoyen absorbiendo temas y conteniendo crisis, hoy solo visualizo dos situaciones; el presidente confía tanto en su imagen y capital político para contener temas o desconfía tanto de su gente en el manejo de crisis que prefiere hacerlo el, a veces de manera poco afortunada ya que en 90 ocasiones ha respondido con un; no sé, o un no tengo datos, es tiempo de que salgan al quite, el solo no podrá.
Solamente el 12% de lo ahí expresado pasan a ser titulares en primeras planas. En ocasiones el ejecutivo se presenta solo y otras lo acompañan miembros de su gabinete, los más asiduos; son los secretarios de defensa, marina, seguridad y de gobierno en ese orden, 36% de las participaciones han sido de mujeres y 64% hombres, pero si a este análisis le quitáramos la presencia de la Secretaria Sánchez Cordero quedaría en un 80% de participación masculina y se reduciría a un 20% la femenina, de los 73 invitados que han tenido presencia, solamente 19 tomaron la palabra.
El presidente tiene muchas virtudes y entre tantas la que destaca es ser un visor y estratega político destacado, tiene una conexión sui generis con el pueblo, sabe que al presentarse diariamente se mantendrá en el pensamiento colectivo y sobre todo que su palabra marcara agenda, hoy más que nunca teniendo un 80% de aprobación pero una característica que nunca ha acompañado a AMLO es la elocuencia, su falta de fluidez al expresarse es marcada, no es un orador destacado y eso prolonga de manera absurda las conferencias. Por otra parte, en ocasiones esto toma un matiz nada afortunado, al convertirse en un rio de insultos, desde fifís neoliberales 132 veces dicho hasta mafia de la ciencia, por decir los menos aberrantes. Lo mejor es que este sistema sea una vez por semana con puntos torales, bien estructurada, que el ejecutivo no se desgaste, dejar que la agenda siga y usar ese tiempo en cosas mucho más importantes.
Pongamos esto en perspectiva por un solo instante e imaginemos de la manera más objetiva haber escuchado al ex presidente Peña o Calderón decir alguno de estos calificativos, dirigidos a un sector o personaje específico y sobre todo no sufrir repercusiones al respecto, imaginémoslo por un momento dejando atrás filias y fobias, en el 2000 se dio un vuelco total que no tenía reversa, la apertura de los medios y las criticas abiertas al gobierno por primera vez se visualizaban en el panorama, creo que ese es el mejor legado de Fox, desde entonces el ejecutivo ha sido blanco de memes, cuestionamientos, insultos, burlas y hay que reconocer que han sabido guardar silencio, responder con cabalidad y seguir. Al ser candidato y buscar el voto, ciertas acciones son permitidas porque es una competencia, el candidato está siendo evaluado diariamente, el construir un lazo de empatía es lo principal y por ello el lenguaje es más coloquial y es permitido. Fox es el fiel ejemplo de como un candidato con su tan distintivo lenguaje despertó pasiones, buenas y malas, finalmente ganó la elección sumado al hartazgo social y la necesidad de un factor de cambio, situación similar a la que enfrentamos las pasadas elecciones, pero Don Vicente al continuar con su desafortunado leguaje ya no nos pareció tan simpático, conozco a personas que votaron por él, les parecía cercano, gracioso, afable, bonachón, pero ahora que es un fiel detractor del sistema permanece con su distintivo léxico y ahora todos esos buenos adjetivos calificativos que le atribuían, se han convertido en insultos.
La investidura presidencial merece respeto, a cualquier indicio de error hoy por hoy el linchamiento es inmediato, el arma que utilizo MORENA en campaña ahora les reviro, la sociedad en general con la apertura de medios caímos en exagerar errores, mismos que van de cosas verdaderamente importantes hasta nimiedades como la mala pronunciación de alguna palabra, debemos madurar como sociedad y el presidente al ostentar el cargo más importante de la nación debe entrar en papel, dejar atrás la campaña y poner el ejemplo, es válido usar un lenguaje coloquial es parte de la crítica, una pincelada de sarcasmo es válida, también es importante hacerlo conscientes y sobre todo aceptar repercusiones.
Insisto, el ejecutivo inspira respeto pero también debe de ofrecerlo, la campaña de división y odio jamás fue una buena idea, lo mejor siempre es abonar a la construcción y a la unidad, todos somos un equipo nos guste o no, dejemos los insultos vacíos a un lado y démosle cabida a la crítica bien argumentada, escuchar a quienes hoy detentan el poder pero también dar oído a la oposición, la política no es más que un juego de pesos y contrapesos es tiempo de hacerlo, esta vorágine debe de ser también un juego de ideas, de aceptar errores y de sumar.