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Revista

Por qué el sexo es mucho mejor cuando hay luna llena

La sexualidad es un abanico de diversidades, no importa cuántas novedades ofrezcan los medios de comunicación. Al final, siempre hay algo nuevo que aprender y en cuestiones de deseo y erotismo, hay veces que los límites se olvidan. Pero, ¿y los astros? Sabías que el sexo es mucho mejor cuando hay luna llena, ¿por qué?

Los astros lo tienen claro, el sexo es mucho mejor cuando hay luna llena. Para empezar el baño de Venus, es sinónimo de romanticismo y detalles. ¿Y la luna llena? Bueno, las emociones están vinculadas con las distintas fases lunares, nuestros sentimientos sufren cambios, sobre todo, cuando tenemos la oportunidad de vivir un eclipse lunar.
Cabe destacar, que en las relaciones sexuales no se necesita sentir el equivalente a amor, basta con una conexión superior entre cuerpos y almas. Es la capacidad que tiene el ser humano para disfrutar del momento, particularmente en cuestión de sensaciones.
Para empezar, la temperatura se eleva un 50 % más, por eso los juegos en la bañera y la ducha son perfectos para este verano. Es importante que viene la entrada de Cáncer en todos los signos, es decir, el sinónimo del hogar, de estar cerca de la pareja, de la convivencia y, por supuesto de las ganas de querer rasgar las sábanas.

El sexo es mucho mejor cuando hay luna llena porque las emociones y las hormonas están a flor de piel. Es decir, este fenómeno permite un vínculo espiritual más intenso. De ahí, que a la hora de estimular las zonas íntimas es mucho mejor.

La luna llena permite miradas frente a frente, caricias suaves, susurros, entrada para cumplir los deseos de la pareja. Digamos que permite el ser humano sea más liberal y hasta las fantasías sexuales salen a la luz.

Agencias

Ciencia y Tecnología

Marihuana duplica riesgo de muerte por infarto y derrame cerebral, revela estudio global con 200 millones de casos

Una nueva investigación publicada en la revista Heart advierte sobre un riesgo grave y hasta ahora subestimado: el consumo de marihuana puede duplicar las probabilidades de morir por enfermedades cardiovasculares, incluso en personas jóvenes y sin antecedentes médicos. El hallazgo surge de un metaanálisis de datos médicos que involucra a más de 200 millones de personas, la mayoría entre los 19 y 59 años, en países como Estados Unidos, Francia, Canadá, Australia, Egipto y Suecia.

Lo más preocupante es que quienes presentaron mayor riesgo eran adultos jóvenes sin factores de riesgo previos como hipertensión, tabaquismo o antecedentes familiares. “Lo que más nos llamó la atención fue que los pacientes hospitalizados por estos padecimientos eran jóvenes, sin historial de enfermedad cardiovascular ni factores de riesgo asociados”, señaló la investigadora Émilie Jouanjus, profesora asociada de farmacología en la Universidad de Toulouse, Francia.

Comparados con quienes no consumen cannabis, los usuarios tienen un 29% más de riesgo de sufrir un infarto y un 20% más de sufrir un derrame cerebral. La revisión sistemática no logró determinar el modo de consumo (fumado, vaporizado, comestible, etc.), pero con base en los patrones de uso en los países analizados, los autores concluyen que la mayoría probablemente lo consumía fumado.

Los especialistas advierten que esta forma de consumo conlleva riesgos similares al tabaco. “Cualquier método que implique inhalar cannabis implica riesgos, incluso para quienes están cerca y respiran el humo de segunda mano”, explicó la doctora Lynn Silver, profesora de epidemiología en la Universidad de California, San Francisco, y coautora de un editorial que acompaña el estudio.

Además, nuevas evidencias apuntan a que incluso los comestibles con THC pueden causar daño vascular. Una investigación publicada en mayo de 2025 reveló que los consumidores de comestibles mostraron una reducción del 56% en la función vascular, incluso más alta que en quienes fuman marihuana, con una reducción del 42%. “El THC, sin importar su forma de ingreso al organismo, tiene efectos preocupantes sobre el sistema cardiovascular”, advirtió la cardióloga investigadora Leila Mohammadi.

Uno de los elementos más inquietantes del estudio es el incremento en la potencia del cannabis disponible en el mercado legal. “Los productos actuales pueden contener hasta 99% de THC. No tienen nada que ver con la marihuana que se fumaba en los años setenta”, señaló Silver. Esta mayor potencia también está asociada con un aumento en los casos de adicción y trastornos mentales graves como psicosis o esquizofrenia. Se estima que en EE.UU., al menos 3 de cada 10 usuarios desarrollan trastorno por consumo de cannabis.

Aunque las políticas públicas han priorizado la regulación comercial y el otorgamiento de licencias a empresas, los expertos piden un viraje urgente hacia la educación sobre riesgos. “Necesitamos tratar el consumo de cannabis como tratamos el tabaco: con advertencias claras, educación médica y políticas que pongan la salud pública al centro”, afirmó Silver.

Los investigadores temen que la relación entre cannabis y enfermedad cardíaca esté subestimada. “Es probable que el vínculo sea incluso más fuerte de lo que reflejan los datos actuales”, reconoció Jouanjus.

En un contexto donde el uso de cannabis se normaliza cada vez más, especialmente en adultos mayores que lo utilizan para el dolor o el insomnio, la evidencia científica lanza una advertencia clara: el cannabis no es inocuo, y su consumo podría tener consecuencias fatales, incluso para quienes creen estar lejos de cualquier riesgo cardiovascular.

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