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Convierten ladrillos comunes en baterías capaces de hacer 10 mil recargas

El material de construcción más popular y tradicional, el ladrillo cocido, puede transformarse en una batería recargable y alimentar algunos dispositivos eléctricos. Un grupo de ingenieros y químicos de la Universidad Washington en San Luis (Misuri, EE.UU.) ha desarrollado una tecnología especial para esta conversión.

La clave de su método es convertir el pigmento rojo de los ladrillos en un plástico conductor de electricidad, según escribe uno de los autores del invento, el químico Julio D’Arcy, en un artículo publicado este 11 de agosto en The Conversation. Con este fin, el equipo empapó los ladrillos con un ácido y luego hizo fluir un gas a través de sus poros y cavidades.

La primera reacción disuelve el óxido de hierro (precisamente el ingrediente que proporciona al ladrillo su color característico) y lo convierte en una forma reactiva de hierro, mientras que el segundo paso llena la estructura porosa con un material a base de azufre que reacciona con el hierro. Así los poros resultan recubiertos con un polímero bicomponente, llamado PEDOT, y este funciona como una fibra eléctrica dentro de la cerámica aislante.

Varias piezas de ladrillo revestidas de esta manera pueden alimentar un diodo emisor de luz y, según demuestran los cálculos que realizaron los inventores, unos 60 ladrillos de tamaño habitual podrían proveer la corriente para la iluminación de emergencia durante 50 minutos y tardarían 13 minutos en recargarse. Son compatibles con paneles solares y otras fuentes de energía.

Entre los resultados más sorprendentes, el autor destaca que una pared compuesta de los ladrillos modificados puede recargarse 10.000 veces manteniendo el 90 % de su capacidad energética, un resultado equiparable con los supercondensadores que se fabrican del mismo plástico.

Los investigadores universitarios todavía pretenden aumentar en un orden de magnitud la cantidad de energía que cada pieza puede almacenar, algo que requiere mejorar la estructura de las nanofibras incluyendo otros semiconductores. En su configuración actual, los ladrillos acumuladores necesitan cables, pero un objetivo es que se los pueda apilar y conectar de forma inalámbrica. Otra intención que declara D’Arcy es producir una especie de bloques Lego, a otra escala de tamaño.

El artículo científico publicado este martes recoge los resultados experimentales del equipo.

Nota Principal

Trump y Musk rompen públicamente: amenazas, acusaciones y un choque con consecuencias políticas y económicas

WASHINGTON (CNN) — Lo que alguna vez fue una de las alianzas más poderosas e influyentes en la política estadounidense ha estallado de manera espectacular. El presidente Donald Trump y el magnate tecnológico Elon Musk protagonizaron este jueves un enfrentamiento público cargado de acusaciones, amenazas de represalias económicas y hasta insinuaciones sobre el escándalo Epstein.

Todo comenzó cuando Trump expresó su “profunda decepción” con Musk tras las críticas del empresario al proyecto estrella del presidente: un gigantesco paquete legislativo republicano sobre impuestos, gasto, energía y migración. “Teníamos una gran relación. No sé si la tendremos más”, dijo Trump desde la Oficina Oval.

Musk respondió con artillería pesada desde su red social X, afirmando que Trump no habría ganado la elección de 2024 sin su ayuda y calificando su actitud de “ingratitud”. La guerra digital entre ambos se intensificó rápidamente, reflejando una ruptura total entre el presidente y uno de sus mayores donantes y aliados tecnológicos.
Del «súper asesor» a enemigo político

Musk, quien hasta hace poco ocupaba un rol especial como empleado del gobierno a cargo de la “eficiencia gubernamental”, fue clave en el diseño de la visión trumpista de achicar el aparato federal. Pero ahora, fuera del cargo, ha arremetido contra el pilar legislativo del presidente, llamando al proyecto una “abominación asquerosa” por su impacto en el déficit.

Trump, enfurecido, contraatacó amenazando con cancelar los subsidios y contratos gubernamentales de Musk, una medida que podría afectar severamente a empresas como SpaceX, Tesla y Starlink, y que incluso tendría repercusiones en la Estación Espacial Internacional.

Musk respondió con una acusación explosiva y sin pruebas: aseguró que Trump “está en los archivos de Epstein” y sugirió que ese sería el motivo por el cual ciertos documentos del caso no han salido a la luz. CNN no ha podido verificar esa afirmación ni ha recibido comentarios oficiales de la Casa Blanca.
Crisis interna para los republicanos

El magnate también se burló de la política arancelaria de Trump —diciendo que llevaría a una recesión este mismo año— y hasta se mostró abierto a respaldar un juicio político para destituir al presidente y colocar al vicepresidente JD Vance en su lugar.

La relación entre ambos ha tenido consecuencias inmediatas. Las acciones de Tesla cayeron en Wall Street tras la pelea pública, y los analistas ya especulan sobre cómo esta ruptura podría influir en futuras elecciones, dado que Musk fue el mayor donante individual conocido en las elecciones de 2024.

Algunos funcionarios de la Casa Blanca dijeron que Trump estaba “más sorprendido que enojado”, y que el distanciamiento con Musk le ha afectado emocionalmente. Sin embargo, la actitud del presidente ha comenzado a endurecerse, especialmente después de que Musk dijera: “Sin mí, Trump habría perdido”.
Una pelea con implicaciones más allá del ego

Más allá de la disputa personal, la pelea plantea dilemas políticos y económicos importantes: ¿seguirá Musk respaldando candidatos republicanos? ¿Se cortarán efectivamente sus contratos con el gobierno federal? ¿Podría esto fracturar la ya polarizada base conservadora?

En un tono melancólico, Trump evocó los días en que Musk lo apoyaba y hasta hacía campaña por él: “Elon me respaldó con fuerza. Incluso subió al escenario a hablar por mí”, dijo, visiblemente afectado. Sin embargo, también lo acusó de sufrir una especie de “síndrome de desorden anti-Trump” común entre exfuncionarios.

Por ahora, mientras los insultos y acusaciones vuelan de una plataforma a otra, una imagen de su antigua cercanía persiste: el Tesla rojo que Trump compró en un evento para impulsar el negocio de Musk aún permanecía estacionado en el camino de entrada de la Casa Blanca la noche del jueves. Un símbolo de una alianza que, al menos por ahora, parece haber llegado a su fin.

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