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Policiaca

Privan de su libertad a 4 jóvenes dentro de un estudio de tatuajes en Veracruz

Al menos cuatro jóvenes fueron privados de su libertad el martes mientras se encontraban en un estudio de tatuajes en la ciudad de Orizaba, Veracruz, denunció un colectivo de familiares de personas desaparecidas de la zona.

De acuerdo con lo reportado, personas armadas y vestidas de civil llegaron al lugar que se encuentra en el centro de la ciudad y se llevaron consigo a uno de los tatuadores que labora en el sitio y a tres personas que esperaban ahí.

El Colectivo Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba A.C. publicó en sus redes sociales las fichas de búsqueda de estas cuatro personas que responden a los nombres de José Rogelio Vázquez, Adriana Isabel Navarro, y los hermanos Moisés y Raíl Martínez López.

“Desaparecido el 30 de marzo de 2021 en calle Madero Norte en Orizaba, Ver., mientras acudieron a tatuarse”, se puede leer en las fichas dadas a conocer.

Hasta el momento la Fiscalía General del Estado de Veracruz ha mantenido silencio en torno al tema, pues no se ha publicado ningún comunicado sobre la apertura de alguna carpeta de investigación.

El Colectivo Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba A.C. también publico una quinta ficha de búsqueda de una mujer desaparecida el mismo 30 de marzo. En este caso no se especifica el lugar de su desaparición. Ella responde al nombre de Itzel Moreno Huerta.

”Hoy una vez más acuden familiares a solicitar nuestra ayuda ¿Qué está pasando? ¿Por qué a nuestros jóvenes?”, cuestiona el colectivo a las autoridades a través de sus redes sociales.

Policiaca

Asesinato de Jasiel Giovanny: crecen las sospechas de un segundo implicado

El trágico caso del pequeño Jasiel Giovanny, cuyo cuerpo fue hallado en un baldío cercano al fraccionamiento San Agustín, sigue generando indignación y dudas. Aunque el padrastro del menor, Abraham Alejandro F.D., ya fue imputado y recluido por el crimen, nuevas versiones han fortalecido la hipótesis de que no actuó solo.

Un elemento clave ha avivado la sospecha de que una segunda persona participó en el asesinato o, al menos, en el ocultamiento del cuerpo: durante la búsqueda inicial del niño desaparecido, voluntarios y policías recorrieron el mismo terreno donde luego fue encontrado sin que detectaran señal alguna. Esto ha llevado a pensar que el cadáver fue colocado allí después, posiblemente por un cómplice.

Mientras la atención mediática ha girado en torno al debate sobre el lugar de reclusión de Abraham Alejandro —quien fue enviado al Cereso Femenil debido a su identidad de género—, la investigación parece haber dejado cabos sueltos que podrían ser cruciales. La Unidad de Personas Ausentes fue fuertemente señalada por presuntas omisiones, aunque otros grupos dentro de la Fiscalía lograron recuperar el caso a tiempo.

En las audiencias judiciales ya se han expuesto antecedentes de maltrato por parte del padrastro, lo que refuerza su vinculación al crimen. Sin embargo, tanto familiares como ciudadanos han señalado públicamente que alguien más debió intervenir, sobre todo por el modo en que se dio con el cuerpo: casi 20 horas después de la denuncia, en un lugar previamente inspeccionado.

A pesar de la gravedad del caso, la Fiscalía ha ofrecido información limitada, justificando la reserva con la protección de los derechos del menor. Pero más allá de la legalidad, la presión social exige resultados claros. El crimen de Jasiel no solo ha conmovido a su entorno inmediato, sino que ha generado un reclamo generalizado de justicia y de transparencia total en el proceso.

Si hay otra persona involucrada, la autoridad deberá actuar sin titubeos. Y si no la hay, la sociedad merece conocer todos los elementos que llevaron a esa conclusión. Por ahora, la herida sigue abierta y la confianza en las instituciones aún está en juego.

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