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AMLO invita al panista Antonio Echevarría, gobernador saliente de Nayarit

El presidente Andrés Manuel López Obrador sumará a otro gobernador saliente a su gobierno, el panista Antonio Echevarría, mandatario de Nayarit, quien dejará el cargo este 19 de septiembre.

“Ha sido tan bueno el trabajo de Toño que estoy pensando… nada más quiero que me den tiempo, porque luego me empiezan a presionar… me empiezan a decir: ‘¿Y en dónde?’. Pero yo voy a invitar a Toño a que nos siga apoyando en el gobierno federal”, anunció el presidente

El reconocimiento del presidente fue explícito en materia de seguridad.

“Opino que Nayarit tuvo la suerte de contar con un buen gobernador en estos 6 años, bueno 4 porque lo limitaron (…). Toño es un buen gobernador y trabajamos de manera coordinada y a veces no se advierte lo que significa un buen gobierno (…). Si se trata de temas como la seguridad, si yo fuese nayarita y me preguntaran qué fue lo mejor que hizo el gobierno actual, yo diría nos dio seguridad, nos devolvió la tranquilidad”, externó.

En su visita a la entidad, donde inauguró del Centro de Rehabilitación y Educación Especial, en Tepic, Nayarit, el mandatario recibió del gobernador su agradecimiento por haber prestado ayuda para enfrentar la emergencia por el huracán Wila, siendo aún mandatario electo.

La víspera la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER) anunció que propondrá al gobernador saliente de Sinaloa, el priísta Quirino Ordaz Coppel, como embajador de México en España.

La cancillería informó que formalmente se pedirá el beneplácito al gobierno español para enviar la propuesta al Senado para su aprobación.

Por su parte, el priista Quirino Ordaz celebró en sus redes sociales el acercamiento con el presidente López Obrador.

Opinión

El G20: ¿Progreso real o más promesas vacías? Por Sigrid Moctezuma

Hablar del G20 es hablar de una oportunidad única: una reunión que pone sobre la mesa problemas que afectan directamente nuestras vidas, como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿Estamos realmente avanzando o seguimos atrapados en las buenas intenciones?

En pleno 2024, más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2 dólares al día, y el cambio climático sigue empujando a millones al borde de la desesperación. Según la FAO, en 2023 hubo un aumento alarmante de 122 millones de personas que enfrentan inseguridad alimentaria debido a conflictos y fenómenos climáticos extremos. Estas cifras no son abstractas; son vidas humanas, historias de lucha diaria que rara vez llegan a los titulares.

Erradicar la pobreza no es simplemente “dar más dinero”. Se trata de atacar la raíz del problema: desigualdades históricas y estructuras económicas que privilegian a unos pocos. Por ejemplo, los países del G20 representan el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una contradicción enorme: quienes tienen más recursos para ayudar son también quienes más contribuyen al problema.

También es fácil hablar de «transición energética» y «economía verde», pero ¿Qué significa esto para alguien que perdió su casa por un huracán? En México, por ejemplo, los desastres naturales generaron pérdidas económicas por más de 45 mil millones de pesos en 2023. Y mientras tanto, los países más contaminantes siguen retrasando acciones contundentes, como reducir su dependencia de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque aún les resulta más barato contaminar que invertir en soluciones sostenibles?.

¿Qué se debería hacer?

Las soluciones están claras, pero falta voluntad política. El G20 propone algunas ideas interesantes: redistribuir recursos, apoyar economías locales y fomentar la innovación tecnológica para reducir desigualdades. Pero todo esto suena a más promesas, a menos que veamos medidas concretas. ¿Dónde están los fondos para las comunidades más vulnerables? ¿Por qué no se prioriza la educación y la formación laboral en zonas desfavorecidas?

Como sociedad, necesitamos exigir que las grandes cumbres dejen de ser solo escenarios de fotos grupales. Los líderes globales deben recordar que detrás de cada estadística hay una persona que sufre, pero también que sueña con un futuro mejor. Si no empezamos a construir ese futuro ahora, ¿cuándo lo haremos?

El G20 no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador. Si los compromisos se traducen en acciones reales, estaremos un paso más cerca de un mundo más justo. Si no, solo estaremos alimentando un ciclo de discursos vacíos que poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estas cumbres realmente cambian algo o son puro espectáculo?

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