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Opinión

Abrazos y balazos: El fracaso. Por Caleb Ordoñez T.

Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordóñez Talavera

¿Cómo suena un balazo? Ahora imagina cientos al mismo tiempo.

Celaya, Guanajuato una vez más se convirtió en un infierno dantesco. Ahora, los asesinos llegaron alrededor de 20 encapuchados, a tres lugares distintos que están contiguos, para detonar sus armas sobre los cuerpos de las personas. Un hotel y dos bares fueron los recintos que luego serían incendiados con bombas molotov.

Fueron 11 las víctimas mortales.

Es triste, pero la condición en la que se encuentra nuestro país es deleznable en cuanto a seguridad. México entero se ha convertido en un cementerio y esto es imposible de negar; imposible de defender hasta por los más recalcitrantes seguidores del presidente López Obrador.

Caleb Ordoñez

En tres años y medio, se contabilizan más de 120,500 personas que han perdido la vida por asesinatos.

De los 100,000 desparecidos, no se encuentra ninguna pista y el gobierno federal atiza, como excusa, a los gobiernos estatales. Se va oscureciendo la 4T, cae la sombra sobre el gobierno que prometió; que aseguró la pacificación del país y ve como se ha convertido en un incendio que tiene paralizada a la sociedad, con temor absoluto.

El triste cuento de “Abrazos y no balazos” que nos contó el presidente se ha reducido a “Abrazos y balazos”. Abrazos a los grupos delictivos, a quienes el ejecutivo ha pedido garantizar su seguridad. Textualmente sentenció: “…cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos. Esta es una política distinta, completamente distinta…”

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Opinión

León. Por Raúl Saucedo

La estrategia de la supervivencia

El pontificado de León XIII se desplegó en un tablero político europeo en ebullición. La unificación italiana, que culminó con la pérdida de los Estados Pontificios, dejó una herida abierta.

Lejos de replegarse, León XIII orquestó una diplomacia sutil y multifacética. Buscó alianzas —incluso improbables— para defender los intereses de la Iglesia. Su acercamiento a la Alemania de Bismarck, por ejemplo, fue un movimiento pragmático para contrarrestar la influencia de la Tercera República Francesa, percibida como hostil.

Rerum Novarum no fue solo un documento social, sino una intervención política estratégica. Al ofrecer una alternativa al socialismo marxista y al liberalismo salvaje, León XIII buscó ganar influencia entre la creciente clase obrera, producto de la Revolución Industrial. La Iglesia se posicionó como mediadora, un actor crucial en la resolución de la “cuestión social”. Su llamado a la justicia y la equidad resonó más allá de los círculos católicos, influyendo en la legislación laboral de varios países.

León XIII comprendió el poder de la prensa y de la opinión pública. Fomentó la creación de periódicos y revistas católicas, con el objetivo de influir en el debate público. Su apertura a la investigación histórica, al permitir el acceso a los archivos vaticanos, también fue un movimiento político, orientado a proyectar una imagen de la Iglesia como defensora de la verdad y del conocimiento.

Ahora, trasladémonos al siglo XXI. Un nuevo papa —León XIV— se enfrentaría a un panorama político global fragmentado y polarizado. La crisis de la democracia liberal, el auge de los populismos y el resurgimiento de los nacionalismos plantean desafíos inéditos.

El Vaticano, como actor global en un mundo multipolar, debería —bajo el liderazgo de León XIV— navegar las relaciones con potencias emergentes como China e India, sin descuidar el diálogo con Estados Unidos y Europa. La diplomacia vaticana podría desempeñar un papel crucial en la mediación de conflictos regionales, como la situación en Ucrania o las tensiones en Medio Oriente.

La nueva “cuestión social”: la desigualdad económica, exacerbada por la globalización y la automatización, exige una respuesta política. Un León XIV podría abogar por un nuevo pacto social que garantice derechos laborales, acceso a la educación y a la salud, y una distribución más justa de la riqueza. Su voz podría influir en el debate sobre la renta básica universal, la tributación de las grandes corporaciones y la regulación de la economía digital.

La ética en la era digital: la desinformación, la manipulación algorítmica y la vigilancia masiva representan serias amenazas para la democracia y los derechos humanos. León XIV podría liderar un debate global sobre la ética de la inteligencia artificial, la protección de la privacidad y el uso responsable de las redes sociales. Podría abogar por una gobernanza democrática de la tecnología, que priorice el bien común sobre los intereses privados.

El futuro de la Unión Europea: con la disminución de la fe en Europa, el papel del Vaticano se vuelve más complejo en la política continental. León XIV podría ser un actor clave en la promoción de los valores fundacionales de la Unión, y contribuir a dar forma a un futuro donde la fe y la razón trabajen juntas.

Un León XIV, por lo tanto, necesitaría ser un estratega político astuto, un líder moral visionario y un comunicador eficaz. Su misión sería conducir a la Iglesia —y al mundo— a través de un período de profunda incertidumbre, defendiendo la dignidad humana, la justicia social y la paz global.

Para algunos, el nombramiento de un nuevo papa puede significar la renovación de su fe; para otros, un evento geopolítico que suma un nuevo actor a la mesa de este mundo surrealista.

@Raul_Saucedo

rsaucedo.07@uach.mx

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