Tras conocerse la muerte de la reina Isabel II, ocurrida el pasado 8 de septiembre, las reacciones fueron múltiples -y variadas- desde todos los rincones del mundo.
Y una de ellas llamó particularmente la atención: tras las condolencias de rigor, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, anunció que convocará a un referendo para preguntarle a sus habitantes si quieren convertirse en una república independiente.
Actualmente, esta pequeña isla ubicada en el mar Caribe es miembro de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth of Nations), una organización de 56 países, de los cuales 14 tienen a la reina o rey británicos como jefe de Estado.
«Este es un asunto que debe llevarse a referéndum… dentro de los próximos, probablemente, tres años», dijo Browne a la cadena inglesa ITV.
Lo cierto es que esta organización de naciones, que tiene sus orígenes en los territorios que alguna vez hicieron parte del Imperio Británico, fue una a la que Isabel II dedicó más tiempo durante su largo reinado.
De hecho, uno de sus primeros actos notables como reina fue un viaje de seis meses por la mayoría de estos países, entre 1953 y 1954.
«Isabel II era una firme creyente en la Mancomunidad, incluso cuando sus propios primeros ministros habían perdido hace tiempo la fe en esa organización», señala el historiador Sean Lang, de la Universidad de Anglia Ruskin.
«Incluso como jefa de la misma proporcionó apoyo y orientación a los líderes de la Mancomunidad que se oponían firmemente a su propio gobierno de Reino Unido», agregó el historiador.
Pero, ¿cuál es el origen de la llamada Mancomunidad de Naciones y cuál es su utilidad?
Historia colonial
El primer nombre de esta agrupación fue la Mancomunidad británica que después se convirtió en la Mancomunidad de Naciones y básicamente es una organización voluntaria y no vinculante de las ex colonias británicas y actuales dependencias, además de otros países que no tienen lazos históricos con Reino Unido.
La organización, que tiene 56 miembros, adquirió su forma actual después de la independencia de India y Pakistán de Reino Unido en 1947, cuando pasó a llamarse Mancomunidad de Naciones.
Y a partir de 1950 pertenecer a la Mancomunidad no implica sumisión a la corona británica.
A partir de ese momento se convirtió en una asociación de países descolonizados, pero en la que el jefe continuaría siendo la persona que encabece la monarquía en Reino Unido.
Apenas en 2012 se estableció una especie de estatuto, cuando se firmó un compromiso con 16 valores principales tales como democracia, equidad de género, desarrollo sostenible y garantía de paz y de seguridad.
Su principal misión, de acuerdo con estos estatutos, es la cooperación política, económica y cultural entre los países miembro, tres de los cuales (India, Reino Unido y Canadá) están entre las 10 principales economías del planeta.
De hecho, entre los países existe lo que se conoce como «la ventaja de la Mancomunidad», por la que hacer negocios con otros miembros es casi un 20% más barato que hacerlo con otros países no afiliados.
«La principal utilidad de esta organización es que pone en un lugar de igualdad a potencias económicas y países en desarrollo, que facilita el intercambio comercial o cultural», explica el investigador y autor Kapil Komireddi.
O como lo dijo el ex ministro de Relaciones Exteriores de Uganda, Martin Aliker: «La belleza de la Mancomunidad es que sus estados miembro tienen la tranquilidad de que pueden acercarse, incluso cuando surgen tensiones graves entre ellos».
Y para Reino Unido también resulta importante en números: cerca del 9% del comercio exterior de la isla resulta de intercambios con países de esta asociación.
También ha servido para crear eventos globales, por ejemplo los Juegos de la Mancomunidad de Naciones que tienen lugar cada cuatro años. Este año se realizaron en la ciudad de Birmingham, en el centro de Reino Unido.
Los desafíos
Sin embargo, el nuevo rey Carlos III se convierte en jefe de una institución con muchos desafíos, que deberá buscar la manera de continuar siendo relevante tras el fallecimiento de su madre.
De hecho, él mismo ya había dado declaraciones respecto al deseo de los países de abandonar la Mancomunidad o dejar de tener una relación institucional con Reino Unido.
«Nuestra familia de la Mancomunidad es, y siempre seguirá siendo, una asociación libre de naciones autónomas independientes», dijo en una entrevista a principios de este año.
Y agregó: «Quiero decir claramente, como he dicho antes, que el arreglo constitucional de cada miembro, como república o monarquía, es un asunto que debe decidir cada país«
Actualmente, cerca de 2.700 millones de personas viven en los 54 territorios que integran la Mancomunidad. Sin embargo, para muchos analistas, con su actual conformación la Commonwealth no puede ser considerada como una «organización efectiva».
«Por ejemplo, sobre una herramienta como la ‘ventaja de la Mancomunidad’ no hay datos comparativos consistentes para ver cómo comercian los países miembro y poder probar si de verdad esa ‘ventaja’ existe», explica Philip Murphy, del Instituto Británico de la Mancomunidad de Naciones.
Murphy también señala que muchos países africanos han logrado hacer crecer sus economías sin utilizar los beneficios de pertenecer a esta organización.
«Muchos pensaron que el Brexit ayudaría a profundizar los lazos comerciales entre Reino Unido y los países miembro de esta organización, pero eso no ha ocurrido», concluyó.
Cofece multa a Walmart por prácticas monopólicas: la batalla legal apenas comienza
La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) asestó un golpe histórico al multar a Walmart de México con 93.4 millones de pesos tras concluir una investigación que se extendió por más de cuatro años. La razón: prácticas monopólicas relativas, particularmente en el trato con sus distribuidores.
Según el dictamen de la Cofece, Walmart aprovechó su posición dominante en el mercado para imponer condiciones desfavorables a los proveedores, afectando la competencia en el sector. Aunque no se han revelado todos los detalles de las “contribuciones” impuestas a los distribuidores, el veredicto destaca cómo estas prácticas distorsionan el acceso al mercado y perjudican a competidores más pequeños.
En respuesta, Walmart no tardó en reaccionar. La empresa anunció que impugnará la decisión y enfatizó su compromiso con el cumplimiento de las leyes mexicanas. En su comunicación oficial, destacó que la sanción carece de fundamento y que está basada en interpretaciones erróneas. Este movimiento era predecible: para una empresa de este tamaño, 93 millones de pesos no solo representan una cifra considerable, sino también una amenaza a su reputación.
Por otro lado, la Cofece también se juega mucho. Este caso es una muestra clara de su intención de reforzar la vigilancia sobre los gigantes corporativos. Sin embargo, una batalla legal prolongada podría poner a prueba su capacidad de defender sus resoluciones en tribunales.
Más allá de la multa, el caso de Walmart pone el reflector sobre una problemática común en el comercio minorista: el desbalance de poder entre grandes cadenas y pequeños distribuidores. Si bien el desenlace de este litigio aún está por definirse, el mensaje es claro: los días de actuar sin consecuencias podrían estar contados. La industria y los consumidores estarán atentos a cada movimiento en esta batalla judicial.