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Josh Allen, al borde del llanto, confesó qué siente al recordar la jugada de Damar Hamlin

Luego del accidente que pudo costarle la vida a Damar Hamlin, el mundo de la NFL se conmovió. En conferencia de prensa, quien también se mostró conmocionado fue Josh Allen. El quarterback de los Bills de Buffalo explicó qué siente al recordar la jugada que terminó con su compañero hospitalizado.

Josh Allen, conmovido por Damar Hamlin

Este jueves, tras la práctica de los Bills de Buffalo, Josh Allen brindó una conferencia de prensa en la que la mayoría de las preguntas tuvieron que ver con lo que le ocurrió a Damar Hamlin.

Allí, el quarterback se mostró conmovido. «La escena se reproduce una y otra vez en tu cabeza. Es difícil describir cómo me sentí y cómo se sintieron mis compañeros en ese momento. Es algo que nunca olvidaremos», explicó.

Y agregó: “Pero saber que Damar está bien… sé que todavía hay muchas cosas que aún tiene que procesar y seguir atravesando para volver a ser él mismo».

Pero Allen hizo un esfuerzo para contener las lágrimas y no quebrarse, especialmente cuando reveló que en su cabeza se repite el episodio y le genera un dolor profundo.

Josh Allen defendió a Tee Higgins

En conferencia de prensa, Sean McDermott, entrenador en jefe de Buffalo, se refirió a lo acontecido el lunes por la noche y lo hizo con una notable pena, pero entendiendo que son consecuencias de las acciones de un juego como el fútbol americano.

Quien se adentró más en el hecho puntual fue Josh Allen. El quarterback fue contundente para apoyar a Higgins.

“Quiero decir una cosa más: No me he puesto en contacto con Tee. Espero que haya recibido algo de paz hoy. Vi algunas cosas en Twitter. Y la gente no debería estarlo atacando de ninguna manera. Estoy contento de que la familia de Damar saliera a decir eso. Espero que hoy haya encontrado algo de tranquilidad. Porque esa fue una jugada de fútbol americano. Y espero que no se culpe porque no hay nada que hubiera podido hacer en esa situación”, señaló Allen.

Cómo se siente Tee Higgins

La NFL vive horas de tensión tras el lamentable accidente del lunes por la noche en que, en plena disputa por el balón, Tee Higgins golpeó con su casco a Damar Hamlin, quien se paró para continuar la jugada, pero de repente se desvaneció. El parte aduce un paro cardíaco en el campo de juego y su situación parecía crítica.

Sin embargo, las buenas noticias llegaron y en las últimas 24 horas el anuncio es de una “notable mejoría” para el safety de los Bills de Buffalo.

Higgins, con una clara muestra de dolor por lo sucedido, reveló cómo se siente: “Obviamente ha sido difícil, simplemente por el hecho de saber que tuve algo que ver con la jugada. Todos han estado reanimándome. Hablé con su mamá y todo está bien, él está mejorando, y por lo tanto estoy en paz en este momento”.

Al mismo tiempo, brindó más detalles acerca de la charla con la madre de Damar: “Ha estado pensando en mí, orando por mí y todo eso. Y de repente me dice que él está bien. Y puras cosas positivas”.

Enseguida, Higgins se adentró en lo que sospechó cuando Hamlin cayó. “Cómo jugador de fútbol americano, pensé que estaba fingiendo un golpe, uno de mis compañeros lo había golpeado. Lo vi caer. Volví a mirar y vi lo que sucedió y simplemente me volteé tratando de no pensar en eso. Supe que era algo raro y algo trágico”, confesó.

Tras lo acontecido, la decisión de los Bengals fue dar por finalizado el partido, al menos por esa jornada. “Saben, es difícil de ver. Obviamente, no estaba en condiciones de jugar el resto de ese partido, y me alegra que hayamos decidido no jugar”, admitió Tee al recordar el ingreso de la ambulancia y el accionar del personal médico.

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Fracaso rotundo: Julio César Chávez Jr. cae ante Jake Paul y queda al borde del retiro

Julio César Chávez Jr. volvió al ring tras cuatro años de ausencia con la esperanza de reivindicar su carrera, pero terminó sufriendo una contundente derrota frente al polémico youtuber convertido en boxeador, Jake Paul, quien se impuso por decisión unánime en una función que podría marcar el retiro definitivo del hijo del legendario ‘César del Boxeo’.

Las tarjetas de los jueces dejaron poco margen a la interpretación: 99-91, 98-92 y 97-93, todas a favor del estadounidense, que continúa construyendo su historial en el boxeo profesional pese a las críticas constantes de la prensa especializada por el origen de su carrera en las redes sociales. Paul, sin desplegar un boxeo espectacular, dominó claramente desde el primer asalto a un Chávez Jr. falto de ritmo, reflejo de su prolongado alejamiento de los cuadriláteros.

Desde el inicio de la pelea fue evidente que el mexicano no estaba en condiciones óptimas. Con una guardia baja, movimientos lentos y sin potencia en sus combinaciones, Chávez Jr. no pudo detener el ímpetu de un Jake Paul que mantuvo el control sin mayores dificultades. Solo en los últimos asaltos el mexicano mostró algo de reacción, pero para entonces la pelea ya estaba decidida.

Uno de los momentos más comentados de la noche ocurrió fuera del ring: los gritos desesperados de Julio César Chávez padre desde primera fila. El ícono del boxeo mexicano no pudo ocultar su frustración al ver a su hijo desconectado del combate y sin capacidad de respuesta ante un rival que, para muchos, aún no demuestra nivel élite. Su rostro y sus palabras se convirtieron en el reflejo del sentimiento de millones de aficionados mexicanos que esperaban una mejor versión del heredero.

Al finalizar el combate, Chávez Jr. fue honesto sobre su desempeño: “Después de los primeros tres rounds me sentí muy cansado y desperté muy tarde”. La declaración solo confirmó lo que se vio sobre el ring: falta de preparación, escasa condición física y una desconexión con la exigencia del boxeo actual.

Para muchos analistas, esta derrota representa el punto final en la ya desgastada carrera del sinaloense. Las oportunidades para reivindicarse se han agotado y el público parece haber perdido la esperanza. Con este resultado, Jake Paul suma una nueva victoria a su controvertido récord, mientras que Chávez Jr. se despide —quizá para siempre— de los encordados sin haber logrado salir de la sombra de su apellido.

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