Williamson, experta en memoria en el Goldsmith’s College de Londres, descubrió que los científicos usan una cantidad de términos para describir el asunto: síndrome de la canción pegada, música pegadiza y picazón cognitiva, o el más común «earworm» (garabato musical en América Latina o gusano musical en España), una palabra que alguna gente malinterpreta.
Williamson colaboró con un programa de radio de la BBC que preguntaba a sus oyentes con qué gusanitos se estaban despertando.
También recolectó más historias y experiencias a través de una encuesta en su sitio en internet, earwormery.com.
La información ha mostrado algunos hallazgos sorprendentes. «Cuando tuve 1.000 canciones de gusanos musicales en mibase de datos, sólo media docena se habían mencionado más de una vez; así de heterogénea fue la respuesta. Es un fenómeno muy individual», afirma.
Ahora tiene registradas más de 2.500 experiencias del gusano musical y aquella individualidad permanece, aunque ocasionalmente cambia, cuando se populariza una película o un programa de TV.
«De pronto tienes a cinco o seis personas reportando la canción de una nueva película, porque la acaban de ver. Cuando comenzamos, una canción del show de la TV estadounidense Glee, titulada ‘Don’t Stop Believing’ llegó al primer lugar», dice.
La psicóloga musical identificó una serie de disparadores que aparentemente habían causado que estas tonadas se metieran en la cabeza de la gente y se quedaran allí.
«El primero es la exposición a la música, que significa que la persona ha escuchado la música recientemente», indica. (No me sorprende. Eso explica por qué se me pegó Funky Cold Medina.)
En la repetición ¿está el gusto?
Otro hallazgo no sorprendente fue que si escuchas repetidamente una canción, es más probable que se te pegue.
Pero a veces las canciones aparecen en nuestra mente incluso cuando no las hemos escuchado mucho. En este caso, algo en nuestro entorno actual podría disparar la memoria.
Williamson experimentó esto recientemente, cuando estaba en su oficina y se fijó en una vieja caja de zapatos.
«Es de una tienda llamada Faith», dice. «Y sólo por leer la palabra ‘Faith’, mi memoria hizo
como un juego de fichas de dominó y finalmente apareció la canción ‘Faith’ de George Michael. Y se quedó en mi cabeza por el resto de la tarde». Ahora ha sacado la caja de zapatos de oficina.
Otro disparador que identificó fue el estrés.Una mujer en la encuesta de Williamson dijo que una canción -‘Nathan Jones’, de Bananarama- se le pegó por primera vez cuando tenía 16 años y estaba rindiendo un importante examen.
«Ahora se le pega esa canción en cada momento de estrés en su vida», comenta Williamson. «Boda, parto, todo».
Hay varias teorías que pueden explicar por qué ocurre esto.Williamson afirma que los gusanos musicales podrían ser parte de un fenómeno mayor, llamado «memoria involuntaria», una categoría que también incluye el deseo de comer algo después de la idea de que apareció en tu mente. «Un deseo repentino de comer sardinas en la cena, por ejemplo», según dice. O de pronto pensar en un amigo que no has visto durante años.
Hay un par de razones por las cuales esto ocurre con la música, asegura.
Codificación, evolución, canción
‘»Primeramente, porque la música puede ser codificada de tantas maneras, es lo que llamamos un ‘estímulo multisensorial'», dice.
«Esto es especialmente cierto si eres músico, porque uno codifica cómo tocarla, cómo luce en una partitura, y cómo suena.
«En segundo lugar, la música con frecuencia es codificada de una manera muy personal y emocional, y sabemos que cuando codificamos cualquier cosa con connotaciones emocionales o personales, se recuerda mejor en la memoria».
Otros expertos sugieren que la música puede alojarse en nuestra mente por el modo en que los seres humanos evolucionaron.
«Por largos periodos de tiempo necesitábamos recordar información», señala Daniel Levitin, de la Universidad McGill en Montreal, un experto en la neurociencia de la música.
«Información como dónde está el pozo, o qué alimentos son venenosos y cuáles no, y cómo curar heridas para que no se infecten».
Los humanos modernos llevan unos 200.000 años en el planeta, pero el lenguaje escrito puede haber sido inventado apenas hace unos 5.000, afirma Levitin. Así que mediante mucho de la historia humana, la gente memorizó información importante a través de canciones.
Esa práctica continúa hoy en culturas con fuerte tradición oral.Levitin explica que la combinación de ritmo, rima y melodía ofrece señales reforzadas que hacen que las canciones sean más fáciles de recordar que las palabras solas.
El experto en neurociencia dice que la principal pregunta que le hace la gente acerca de los gusanos musicales es: «¿Cómo los apagamos?».
Levitin ofrece un consejo: «Simplemente piense en otra canción y espere que ésa empuje a la primera».
La doctora Williamson está actualmente tratando de encontrar las mejores «curas» para los gusanos musicales. Dice que la estructura de una tonada podría tener relación con si es útil para desplazar otra.
También está investigando si funcionan estrategias cotidianas, como ir a correr o hacer un crucigrama.
Tanto Levitin como Williamson aceptan que sacarse de la mente una canción no deseada es un alivio. Pero, por supuesto, la canción que lo cure podría terminar siendo la siguiente que se le pegue.
You must be logged in to post a comment Login