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Opinión

G100. Por Raúl Saucedo

Impulsando el cambio

En las últimas décadas, la sociedad ha sido testigo de una transformación significativa en el papel de la mujer, pasando de roles tradicionales a ocupar puestos de liderazgo en ámbitos políticos, empresariales y diplomáticos a nivel mundial. Este cambio ha sido impulsado por el empoderamiento de la mujer, movimiento histórico que busca la igualdad de género y el reconocimiento pleno de los derechos y capacidades de las mujeres en todas las esferas del ámbito mundial

En el ámbito político, el empoderamiento de la mujer ha llevado a un aumento en la representación femenina en cargos de liderazgo. Países como Alemania, Nueva Zelanda, Finlandia y próximamente México ¿O alguien lo duda? han tenido mujeres como jefas de gobierno, demostrando que las mujeres liderean y administran con mucho éxito naciones enteras. Esta representación es crucial no solo por razones de igualdad, sino también porque las mujeres aportan perspectivas únicas y enfoques innovadores a la toma de decisiones políticas, esto lo se como compañero y colaborador de muchas de ellas en diferentes oportunidades políticas y de administración pública.

En el ámbito empresarial, el aumento en número de mujeres empresarias y ejecutivas. Ha credo empresas exitosas en industrias que históricamente habien sido dominadas por roles masculinos. Además, las empresas están reconociendo cada vez más el valor de la diversidad de género en la toma de decisiones, lo que ha llevado a la implementación de políticas y programas para fomentar la igualdad de oportunidades en el lugar de trabajo, prueba de ello han sido modificaciones laborales históricas en el siglo pasado, la iniciativa privada será sin lugar a duda parte de las próximas adecuaciones sociales y legales en la lucha histórica de las mujeres.

En el ámbito diplomático, el empoderamiento de la mujer ha permitido que las mujeres desempeñen roles importantes en la resolución de conflictos y la promoción de la paz. Las mujeres diplomáticas están liderando esfuerzos para abordar cuestiones como la violencia de género, los derechos humanos y el desarrollo sostenible. Su inclusión en la diplomacia es crucial para lograr una representación equilibrada, ya que aportan perspectivas únicas y soluciones innovadoras a los desafíos globales.

Es dentro de este marco mundial donde El G100 se compromete a crear un entorno global igualitario y progresista para las mujeres. Con su misión de proporcionar liderazgo intelectual para lograr la inclusión, la seguridad y el empoderamiento económico y social de las mujeres, el G100 aborda las brechas de género y trabaja hacia la paridad de género en esta década. Este grupo empoderado de mujeres líderes lidera 100 alas globales, para promover la igualdad de género en todos los niveles. El G100 es inclusivo e interdisciplinario, con una red sólida que aboga por la equidad y la igualdad en todas las esferas de la vida. Juntos, México fue cede del encuentro de G100 ELLEGOSSSE donde lideres mexicanas e internacionales abordaron los retos para un mundo mas progresista e incluyente en la agenda internacional.

Mientras me encuentro a 10,000 metros de altura con un sentimiento de angustia por no poder estar mañana con los Moscowenses me pongo trabajar en una pequeña mesa de una aerolínea LowCost y cuestiono mi presencia en este movimiento internacional en donde he conocido grandes mujeres lideres, que sin lugar a dudas tengo mucho que aprender de ellas y su visión, por lo pronto el terruño llama y la agenda sigue…Namaste !!!!

 

@Raul_Saucedo

rsaucedo.07@gmail.com

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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