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Opinión

Clandestinos. Por Raúl Saucedo

No me voy, me llevan…

La migración y la humanidad están ligados a través de a la historia y a la especie en sí, esto desde que tenemos presencia en el planeta, los humanos siempre vamos de aquí para a allá, de allá para aca, pero no todos nos movemos por lo mismo, algunos no van…..los llevan.

Actualmente el estado de Chihuahua y especialmente la airosa Ciudad Juárez, la situación de la migración actual refleja una compleja encrucijada de problemas que afectan directamente a los derechos humanos de los migrantes y a la calidad de vida de los habitantes de la frontera. La pobreza, un desafío persistente en toda América Latina, se manifiestaen éxodos de ciudadanos, exacerbada por factores como la violencia, la falta de oportunidades económicas y la necedad política de algunos.

En este contexto, las elecciones presentes en este 2024 como lo plantee en plumas anteriores en países de todo el mundo y especialmente en Centroamérica, México y Estados Unidos adquieren una relevancia especial, ya que los resultados de estos comicios podrían tener un impacto significativo en la situación de quien toma la fe y la esperanza como equipaje y boleto de ida…

En términos de derechos humanos, la situación de la migración es preocupante. Los informes de organizaciones internacionales hacen énfasis en las violaciones de estos, incluidos casos de desapariciones, violencia de género y abusos por parte de las autoridades, son frecuentes. A pesar de los esfuerzos de organizaciones locales e internacionales para abordar estos problemas, la impunidad sigue siendo un obstáculo importante para garantizar la protección de los derechos humanos a todos aquellos que emigran de su origen en busca de otra oportunidad.

Es así como en este país, tierra de contrastes y diversidad es parte del flujo de humanidad a través de sus venas asfálticas, todos van al norte, todos quieren cruzar el bravo, ¿pero es mejor el norte? O´ es un espejismo de los remanentes de la cultura pop anglosajona de los años 80´s y 90´s

Estados Unidos país destino de estos soñadores hace mucho que dejo de ser la imagen del progresismo social a nivel mundial (Quizá nunca lo fue, cuestión de gustos) posiblemente quedan vestigios de su poderío económico, ¿por cuánto tiempo? ¿hasta cuándo?, basta con buscar en redes sociales videos sobre la situación de calle de las minorías en estados como California para darnos cuenta de lo que se avecina en un no muy lejano futuro, aun así y en la proximidad de nuestro circulo afectivo local se seguirán yendo ya entrados en años, pero ya calados y necesitados, amigos y primos que también son soñadores, la diferencia que ellos van y vienen cada 6 meses.

Mientras tanto, de este lado del portón, hace un año ya que un grupo de soñadores perdieron la vida en una trampa mortal institucionalizada, desgraciadamente la estridencia de las campañas políticas opaca las voces y la esperanza de una respuesta a lo sucedido. En este marco, Chihuahua tiene la oportunidad de implementar políticas humanitarias para ser referente nacional y a nivel regional de Latinoamérica para aquellos que están de paso en este gran estado.

Si usted en estas próximas vacaciones de semana santa decide tomar la carretera y viajar hacia el norte americano se dará cuenta de estos soñadores clandestinos que caminan por su diestra a lo largo de la panamericana, usted como muchos pasara de largo en su vehículo, con su música y familia de compañía, pero en algún momento del trayecto pensara en esa imagen y le generara alguna reflexión o sentimiento.

De ahí a mi aportación de esta semana y la reflexión de nunca dejar de soñar.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

Opinión

Francisco: el futbolista que soñaba con ayudar a los pobres. Por Caleb Ordoñez Talavera

En un mundo donde los líderes suelen subir al poder sobre pedestales dorados, Jorge Mario Bergoglio eligió las sandalias del pescador. Aquel argentino que un día fue arquero de fútbol, amante del tango y de los libros de Dostoyevski, se convirtió en Papa y jamás olvidó de dónde venía. Francisco no fue un pontífice cualquiera; fue un Papa de carne y hueso. De esos que uno siente que podría toparse en la fila de las tortillas, con una sonrisa serena y una mirada que, sin mucho ruido, te abraza el alma.

Francisco ha sido, sin lugar a dudas, el Papa más disruptivo en siglos. No porque haya roto dogmas —la estructura doctrinal sigue firme—, sino porque le dio un rostro distinto a la Iglesia Católica. Dejó de lado la solemnidad acartonada y abrazó la humildad. Cambió el papamóvil blindado por un Fiat, rechazó vivir en los lujosos aposentos vaticanos y optó por una residencia sencilla. El “Vicario de Cristo” en la tierra eligió la austeridad, no por estrategia, sino por convicción.

Pero su verdadera revolución fue moral y emocional. Francisco no gritaba desde el púlpito: escuchaba desde las banquetas. Su papado se volcó en los márgenes, allí donde duele el hambre, la exclusión y el olvido. Su voz fue trinchera para los migrantes, los pobres, los ancianos, los refugiados.

Muchos lo criticaron por “idealista”, como si eso fuera pecado. Pero Francisco no era ingenuo, era valiente. Sabía que sus llamados a la justicia social incomodaban a muchos en las cúpulas de poder, tanto eclesiásticas como políticas. Sin embargo, nunca dio marcha atrás. “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”, dijo al iniciar su pontificado. Y no era una frase para los titulares: era su hoja de ruta.

En tiempos donde la migración se convirtió en moneda electoral, el Papa Francisco insistía en recordar lo esencial: los migrantes no son cifras, son personas. Los visitó en las fronteras de Europa, lloró con ellos, oró con ellos, los abrazó. Nunca usó una cruz de oro; la suya era de hierro, sencilla, como el corazón que la portaba.

No fue un teólogo de escritorio. Fue un pastor que olía a oveja. Supo enfrentarse al clericalismo con una sonrisa y un gesto firme. Habló de ecología cuando el mundo prefería mirar al petróleo, habló de inclusión cuando otros aún discutían si las puertas de la Iglesia debían estar abiertas. Fue reformador no porque cambiara leyes, sino porque cambió la conversación.

Y entre todas sus aficiones —el cine italiano, la literatura rusa, la cocina porteña— hay una que siempre lo delató como el más humano de los líderes: el fútbol. Fan acérrimo del equipo San Lorenzo, seguía los resultados con la emoción de un niño. Para Francisco, el fútbol era una metáfora del Evangelio: todos juntos, diferentes, pero con un solo objetivo. “Lo importante no es meter goles, sino jugar en equipo”, decía.

El balón lo extrañará. La pelota, esa esfera rebelde que tantas veces desafía la gravedad, ha perdido a uno de sus poetas silenciosos. No se sabe si en el Vaticano habrá canchas, pero estoy seguro de que Francisco supo lo que es gritar un gol desde el alma.

Su legado es más que palabras. Está en los corazones de quienes alguna vez se sintieron excluidos. Está en cada migrante al que se le extendió la mano, en cada comunidad indígena que se sintió escuchada, en cada creyente que volvió a mirar a la Iglesia con esperanza y no con miedo.

El Papa Francisco nos recordó que la fe sin amor es un cascarón vacío. Que la Iglesia, si no camina con el pueblo, se convierte en museo. Que el Evangelio no es para adornar discursos, sino para incomodar a los cómodos y consolar a los que duelen.

Francisco será recordado como el Papa de los gestos pequeños, de las palabras enormes, del corazón abierto. No hizo milagros, pero hizo lo más difícil: cambiar el alma de una institución milenaria con solo mirar a los ojos de los pobres y decirles: “ustedes son el centro”. Y en tiempos donde el cinismo dentro de la política y en todos los medios cotiza alto, eso es ya un milagro.

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