Y es que las elecciones van mucho más allá de las campañas políticas. Las elecciones abren debates ciudadanos para reflexionar sobre temas que realmente nos importan; nos enfocan a realidades crueles que vivimos diariamente, situaciones lacerantes que ningún gobierno ha podido responder en el pasado.
Son las elecciones mexicanas, el “deporte” nacional por excelencia. Nos involucra a todos, para opinar y discutir un futuro, que cada persona, vislumbra distinto por los siguientes años. Ese ensueño nos apasiona y promovemos.
Cada día, temas y más temas, se van actualizando y dejando atrás, para quizá nunca ser retomados. Son tantas las promesas, en los infinitos discursos de cada candidato, que sinceramente olvidamos casi la totalidad de ellas.
Pero insisto. Las elecciones van más allá de debates acalorados o mítines multitudinarios. Trasciende los colores y las fronteras entre izquierdas y derechas, del espectro político de un tablero que ya no existe; pareciera que a nadie le interesa ya.
Hace mucho que ya no existen las diferencias notables, de ideologías y causas, entre candidatos. Eso, es parte también de la nueva forma de hacer campañas políticas en nuestro país.
Cada quien lo analizará y criticará a su manera. Pero ni Morena es de izquierda, como tampoco el PRIAN defiende a la sociedad civil.
Están tan revueltos, que no sabemos ni siquiera que pretenden, bueno si, el famoso “hueso”, como coloquialmente le llamamos los mexicanos a encontrar trabajo fácil, gracias al proselitismo; al apostarle a un candidato que de ganar, les dará “algo” para poder seguir subsistiendo; una “chambita”.