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Opinión

En Nacozari, Sonora, terrorismo asesino contra organización popular Por Aquiles Córdova

Nacozari de García, Sonora, no es, como se sabe, un municipio desconocido, insignificante y perdido en la geografía nacional; es, por el contrario, una entidad cargada de historia, de heroísmo, pues fue en la ciudad de Nacozari, cabecera del municipio, donde tuvo lugar la valerosa gesta de Jesús García, quien no dudó en sacrificar su propia vida antes que permitir que la explosión de varios vagones de ferrocarril repletos de pólvora cegara la vida de decenas de desprevenidos ciudadanos que se hallaban en las inmediaciones de la estación ferroviaria. En la actualidad, la ciudad de Nacozari cuenta con poco más de 20 mil habitantes, y su economía depende, en un porcentaje muy alto, de la actividad minera, ya que la zona encierra mucho mineral de cobre y molibdeno, que explota una empresa minera privada. Pero a pesar de su valioso patrimonio histórico y de su riqueza mineral, Nacozari es un ejemplo más (como Veracruz, como Chiapas) de esa curiosa y lacerante paradoja económica y social que consiste en que la mayoría de su población se ahoga literalmente en un mar de carencias y necesidades de todo tipo, en medio de una abundante riqueza natural (del subsuelo en este caso) de la cual sólo se benefician unos cuantos.

El inequitativo reparto de la riqueza social, sumado al abandono, al menosprecio y al nulo interés de las autoridades de la ciudad por atender las necesidades básicas de sus gobernados menos favorecidos, no es una novedad en Nacozari; existe, podría decirse sin exagerar, desde siempre; y es esto lo que explica que las colonias y barrios populares carezcan hoy, en pleno siglo XXI, de servicios tan elementales como agua entubada, drenaje, electricidad y pavimento, sin meternos ya a hablar del estado que guardan las viviendas de las familias que habitan en esos asentamientos. El desinterés y la arrogancia de la autoridad municipal (la actual y todas las anteriores) ha sido sufrida y comprobada una y otra vez, a lo largo de los años, por la gente que acude a sus oficinas en busca de diálogo y soluciones a sus necesidades más urgentes y elementales. Una y otra vez sólo han encontrado rechazo, indiferencia y puertas cerradas tanto como los oídos de los funcionarios.

Es justamente esta intolerable situación (y no el deseo malsano de nadie por crear problemas artificiales o la ambición política de alguien por hacerse con el poder municipal desprestigiando a sus detentadores actuales) lo que finalmente llevó a un grupo de vecinos de Nacozari, entre cuyos miembros se cuenta un ex minero honrado, limpio, que siempre ha vivido de su trabajo y nunca del erario municipal, muy conocedor de su gente y de los problemas que la aquejan, Manuel de Jesús Tánori Beltrán, a buscar el apoyo y la dirección política del Movimiento Antorchista sonorense que dirige Ricardo Esquivel Castañeda, el cual de inmediato ha puesto manos a la obra de estructurar el naciente grupo, de orientarlo en la elección de sus dirigentes, de modo que se fije en los más leales, honrados, decididos e inteligentes (que todo eso es necesario para conducir a sus compañeros de manera eficaz y responsable) y, desde luego, de asesorarlo en el reinicio de sus gestiones, ahora respaldadas con la fuerza de la unidad y de la organización, para tratar de resolver todas las carencias que, por años, se han negado a atender las autoridades locales.

Y las reacciones no se han hecho esperar. Lo primero fue que, sorpresivamente, con una velocidad desconocida hasta ahora, se inició la introducción del drenaje a la colonia Cantera Final, añeja demanda de sus habitantes de la que nadie había querido ocuparse. Lo preocupante aquí es que, al mismo tiempo que la obra, se desató una campaña de rumores agresivos en el sentido de que el drenaje es una iniciativa del presidente municipal, y que nada tienen que ver allí los “falsos líderes” ni “organizaciones oportunistas y conflictivas como Antorcha”. Al respecto, no está de más recordarle a la gente de Cantera Final (y a la opinión pública en general) el refrán popular que dice: “explicación no pedida, acusación manifiesta”, es decir, que si la autoridad siente la necesidad de negarlo expresamente, de eso se deduce que la obra sí se debe a la llegada del antorchismo a Nacozari. Pero lo más grave vino después. El domingo 4 de marzo, cerca de las 6 de la tarde, el compañero Manuel de Jesús Tánori Beltrán caminaba por la acera del panteón municipal cuando tres individuos armados le bloquearon el paso y le soltaron a bocajarro: “túmbate el rollo ver…&$#% (una expresión coloquial típica de la zona); en Nacozari no hay necesidad de traer a la pinche Antorcha, no la ocupamos para nada”. A renglón seguido lo agredieron a cachetadas, lo tiraron al piso y le llenaron la boca con tierra; luego advirtieron: “en la siguiente van a ser paladas (sic) las que te vamos a echar; túmbate el rollo ver…, o ten cuidado con tu familia” (las expresiones entrecomilladas son literales).

El asunto no parece de difícil explicación. Es obvio que la clase política que se hereda el poder en Nacozari, y que es, al mismo tiempo, la responsable del abandono social de las colonias populares y la que más se beneficia con el usufructo del poder y del erario municipal, no está dispuesta a permitir que tal situación cambie en su perjuicio y en favor de los marginados del municipio. No creo necesario aclarar que, como en todo el país, aquí también hay que dar por hecho que detrás del grupo político están algunos o todos los que detentan el poder económico en Nacozari, por lo que no puede descartarse que la responsabilidad del ataque terrorista sea compartida por ambos poderes. Sea como sea, la vida y la seguridad de Manuel de Jesús Tánori corren un serio peligro, y lo mismo ocurre con las libertades y garantías constitucionales de los habitantes de Nacozari. Por este medio, el antorchismo nacional extiende su más amplia solidaridad y respaldo al grupo de Nacozari, al compañero Manuel de Jesús Tánori Beltrán y al dirigente en Sonora, Ricardo Esquivel Castañeda. Responsabilizamos al presidente municipal por la seguridad de todos ellos; informamos de los hechos al gobierno de Sonora en demanda de que tome cartas en el asunto, garantice la vida de nuestros compañeros, el respeto pleno a las garantías constitucionales de organización, petición y manifestación pública, y ponga freno rápido y efectivo al terrorismo asesino que busca hacer nugatorias tales garantías. Los compañeros de Nacozari y de todo Sonora deben estar seguros de que no los abandonaremos bajo ninguna circunstancia.

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Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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