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Opinión

**Baños de pueblo en audiencias públicas *Reporteros, al corral *Crece zozobra en Vialidad *Reunión de seguridad de altos vuelos en el aeropuerto

Arrancaron las audiencias públicas del gobernador César Duarte en el Parque Central Poniente de Ciudad Juárez, donde estuvo acompañado por una parvada de secretarios y subsecretarios para atender a cerca de 400 personas quienes, obviamente, habían pasado un filtro previo, ya saben, para evitarse sorpresas no gratas y disgustos.

No podía faltar la caravana de Chihuahua Vive, siempre bien recibida en las colonias populares y no tan populares, con su abanico de servicios, y mucho menos podía ausentarse el alcalde Teto Murguía, quien arrancará su versión de las audiencias el próximo sábado, en la colonia Oásis Revolución.

Aparecieron verdaderas muchedumbres, señoras hasta en piyama, pero las que no aparecieron fueron las madres de jóvenes desaparecidas, que entregaron su pliego petitorio en Chihuahua tras caminar desde Juárez durante varios días, y están a la espera de que las atienda en mandatario. Se lo merecen.

Duarte recalcó que nunca se ha negado a recibir a las madres, pero a estas audiencias no pudieron acudir pues la mayoría quedó muy lastimada tras caminar cientos de kilómetros a temperaturas bajo cero, un dolor minúsculo si se compara con el que sienten por no saber el paradero de sus hijas. La propuesta del gobierno es atenderlas en la capital, en una mesa de trabajo debidamente instalada, y transportadas por las autoridades. A ver si les cumplen.

Los que de plano se incomodaron fueron los reporteros, a quienes encerraron en un “corralito” y salvo contadas ocasiones los dejaban acercarse a cubrir los encuentros de las autoridades con los ciudadanos. Compañeros periodistas, compréndanlos, es su primera vez.

Por más que los panistas busquen hacer ruido, ya quedó claro que la deuda de Chihuahua, directa y bursatilizada, suman 19, 991 millones de pesos. Es una millonada, pero aún dentro de lo manejable. Lo importante ahora es comenzar a pagarla y no endeudarse más.

Por más que Ricardo Mejía Borja ya anunció que se dotará de armas a todos los elementos de Vialidad, y que se insiste en que la ejecución de la agente ?que fue sepultada ayer? no provino del crimen organizado, las amenazas que dejaron junto con cabezas de cerdo contra la Policía Estatal mantienen nerviosos a los agentes. El miedo no anda en burro, anda en patrulla, y tiene razón.

Este asunto, la exacerbada violencia en la Sierra y muchos, muchos otros factores derivaron en la reunión que mantuvo Duarte con Miguel Angel Osorio Chong, secretario de Gobernación, Salvador Cienfuegos Zepeda, de la Sedena, Jesús Murillo Karam, procurador General de la República, Manuel Mondragón y Kalb, encargado de la Comisión Nacional de Seguridad de México, y Vidal Francisco Soberón Sáenz, Secretario de la Marina.

Por si hacía falta más bola, estuvieron también Luis Enrique Miranda Nava, subsecretario de Gobernación, Eugenio Imaz Gifpert, Director General del Centro de Investigación y Seguridad Nacional; los gobernadores Marcos Alberto Covarrubias Villaseñor, de Baja California Sur, Mario López Valdez, de Sinaloa, Jorge Herrera Caldera, de Durango, José Guadalupe Osuna Millán, de Baja California Norte y Guillermo Padrés Elías, de Sonora.

A Raúl Javalera ya lo daban por delegado de la SCT, se van a quedar con las ganas, y es que los priístas de Chihuahua ya no se mandan solos, y mucho menos en los terrenos federales, así que Efraín Olivares Lira, quien se desempeñaba como subdirector de infraestructura en Tabasco, será el nuevo delegado. Lástima Margarito.

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Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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