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Opinión

Satevó, un lugar para enamorarse por Raúl Cari Hernández

Para mi, Chihuahua no es el estado grande sólo por su tamaño, lo es por su gente, sus recursos y por todos esos increíbles lugares que en ocasiones los chihuahuenses aún no hemos tenido la fortuna de disfrutar; uno de esos lugares que a mi me encanta es Satevó.
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Para los que solamente lo han oído nombrar y no tienen ni idea de por dónde está, les cuento que Satevó esta aquí muy cerquita, somos vecinos, se encuentra como a 100 kms, camino a Parral y es un municipio muy pequeño y sus habitantes no pasan de 4000, es poca gente pero que vale mucho; es de esos lugares donde te topas con muchos guerreros, gente que sigue luchando y que a pesar de que su forma de vivir es casi siempre la ganadería y la agricultura, se las arreglan para seguir manteniendo viva su tierra.

Su historia me encanta porque para alguien como yo que es amante de la época de la revolución y sus historias, me gustó cuando me contaron de su templo que está en el centro del pueblo, “San Francisco Javier de Satevó”, que se fundó como misión jesuita en 1640, yo no sé por qué las misiones tienen un cierto toque mágico y ésta en particular se me hace especial porque a este templo le tocó vivir los ataques de dos famosos personajes: el primero, en una rebelión tarahumara en donde el líder era el famoso indio Gabriel Teporame “Teporaca“, en esa ocasión fue saqueada e incendiada; la segunda, muchos años después por el mismísimo Pancho Villa en un ataque donde la gente que defendía la comunidad no aceptó rendirse porque en otras ocasiones Villa había hecho muchos destrozos e incluso había mandado quemar algunas mujeres. De hecho cuentan la historia de un ex gobernador que le tiene un odio muy grande a Villa porque una de esas mujeres era su abuela, así que si vas a preguntar por el general Villa tendrán otras historias no tan queridas de él. Por cierto, este templo sufrió un derrumbe el año pasado y acaba de ser restaurado, les va a gustar, está bonito, tiene un parque al lado con su clásico kiosco en donde podrán aprovechar para tomarse unas fotos.

Además tiene muchos lugares muy bonitos, recuerdo perfectamente de niño cuando mi papá nos llevaba a conocer cada semana santa un lugar de nuestro estado, y un día nos llevo a “los veranos”, un lugar un poco retirado con un río enorme donde pescamos los mismos peces que nos comimos ese día después de andar en lancha. Como éste se pueden topar muchos lugares así, pues por este municipio pasan 4 ríos.

Si un fin de semana tienen ganas de hacer algo diferente, otro lugar muy bonito que les recomiendo conocer en tiempo de calor es “el Salto”, este es un sitio al que me llevaron a conocer buenos amigos de Satevó, es una especie de presa natural que se forma en un pequeño cañón en donde puedes nadar más agusto que en una alberca acá en la ciudad, una imagen hermosa en medio de la naturaleza; con decirles que hasta la pena se me quitó y me metí en calzones de lo agradable que se veía jaja pero lo más bonito que tiene este municipio sin duda es su gente, basta hablar de sus hermosas mujeres, no les miento uno se puede sentar un momento en la plaza para darse cuenta de eso. Y si de plano no pasara una por ahí, simplemente cruzas la calle para ver a las guapísimas mujeres de la presidencia municipal, así que ya saben, si buscan una mujer guapa y muy linda, Satevó es un buen lugar para encontrarla. Por cierto, hay algunas que hasta saben hacer tortillas de harina y muy ricas empanadas… ¿qué más pueden pedir eh?. De sus hombres les puedo decir que son personas trabajadoras, agradables y cálidas que te abren sus puertas de par en par, que te reciben con gusto, te entregan su amistad y el corazón en tu primera visita. Créanme, podrán notarlo en un instante, estas personas los obligarán a volver.

Otro lugar al que estoy muy emocionado por poder ir es a “el ojo de agua”. Es un balneario que están construyendo en un manantial de la región, el proyecto lo están haciendo entre 20 familias de algunas comunidades y es un lugar que va a estar lleno de buenas energías porque nació del corazón de todas estas personas; todos ellos se organizaron para crear un lugar en donde puedan ofrecer a la gente de chihuahua y sus alrededores un balneario relativamente cerca de la ciudad en donde la gente pueda ir con sus familias, nadar, comer algo rico e incluso pescar, ya que tendrá un pequeño lago en donde podrás aprender a pescar. Una de las cosas por las que vale la pena apoyar este proyecto, es porque fue la forma en que esta gente decidió seguir haciendo de su comunidad un buen lugar para vivir y que sus familias puedan desarrollarse, incluso una parte de las ganancias del balneario será para hacer mejoras en esta zona; este tipo de cosas vale la pena apoyarlo, ¡da gusto ver a la gente organizándose y haciendo lo necesario!

El día de ayer tuve la oportunidad de asistir a la inauguración del nuevo centro cultural en Satevó, es una obra muy bonita que permitirá fomentar la cultura y esparcimiento en esta comunidad. Tengo que reconocer que es una obra de mucha calidad y la cual no esperé encontrar en un municipio de este tamaño; esto habla de la visión en grande que tienen estas personas.

Dicha inauguración marca el inicio de las fiestas de la fundación de Satevó, este año están festejando su aniversario número 370 y entre las muchas actividades que tendrán se mostró el cortometraje «Identidad sin fronteras: Satevó» que muestra muchas de las cosas valiosas de este municipio: testimonios de su gente, que con su plática te invitan a enamorarte de Satevó.

Además de esto, se tendrán conferencias como la de Olga Nelly García, Alex Dey y Polan Lacki, también se contará con exposiciones y rodeo, presentaciones musicales y conciertos como el del grupo Laberinto, eventos que sin duda harán de esto una gran fiesta en el municipio de Satevó.

El presidente municipal Oscar García, está buscando -entre muchas otras cosas que fomenten el desarrollo del municipio- mostrar a la sociedad en general la riqueza de su gente, su cultura y todos los bellos lugares con que cuenta Satevó. Todo esto seguro logrará su cometido.

Así que si tienes tiempo libre en estos días… ¡aprovéchalo! o aunque no lo tengas haz lo necesario para dártelo, porque valdrá la pena conocer este bonito lugar de nuestro estado, su gente y las actividades que tendrán para sus festejos. Por allá nos vemos.

Cari Hernández Silveyra
Cari780@hotmail.com
facebook.com/cari.hernandez1 ?
twitter.com/carihernandez

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Opinión

Francisco: el futbolista que soñaba con ayudar a los pobres. Por Caleb Ordoñez Talavera

En un mundo donde los líderes suelen subir al poder sobre pedestales dorados, Jorge Mario Bergoglio eligió las sandalias del pescador. Aquel argentino que un día fue arquero de fútbol, amante del tango y de los libros de Dostoyevski, se convirtió en Papa y jamás olvidó de dónde venía. Francisco no fue un pontífice cualquiera; fue un Papa de carne y hueso. De esos que uno siente que podría toparse en la fila de las tortillas, con una sonrisa serena y una mirada que, sin mucho ruido, te abraza el alma.

Francisco ha sido, sin lugar a dudas, el Papa más disruptivo en siglos. No porque haya roto dogmas —la estructura doctrinal sigue firme—, sino porque le dio un rostro distinto a la Iglesia Católica. Dejó de lado la solemnidad acartonada y abrazó la humildad. Cambió el papamóvil blindado por un Fiat, rechazó vivir en los lujosos aposentos vaticanos y optó por una residencia sencilla. El “Vicario de Cristo” en la tierra eligió la austeridad, no por estrategia, sino por convicción.

Pero su verdadera revolución fue moral y emocional. Francisco no gritaba desde el púlpito: escuchaba desde las banquetas. Su papado se volcó en los márgenes, allí donde duele el hambre, la exclusión y el olvido. Su voz fue trinchera para los migrantes, los pobres, los ancianos, los refugiados.

Muchos lo criticaron por “idealista”, como si eso fuera pecado. Pero Francisco no era ingenuo, era valiente. Sabía que sus llamados a la justicia social incomodaban a muchos en las cúpulas de poder, tanto eclesiásticas como políticas. Sin embargo, nunca dio marcha atrás. “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”, dijo al iniciar su pontificado. Y no era una frase para los titulares: era su hoja de ruta.

En tiempos donde la migración se convirtió en moneda electoral, el Papa Francisco insistía en recordar lo esencial: los migrantes no son cifras, son personas. Los visitó en las fronteras de Europa, lloró con ellos, oró con ellos, los abrazó. Nunca usó una cruz de oro; la suya era de hierro, sencilla, como el corazón que la portaba.

No fue un teólogo de escritorio. Fue un pastor que olía a oveja. Supo enfrentarse al clericalismo con una sonrisa y un gesto firme. Habló de ecología cuando el mundo prefería mirar al petróleo, habló de inclusión cuando otros aún discutían si las puertas de la Iglesia debían estar abiertas. Fue reformador no porque cambiara leyes, sino porque cambió la conversación.

Y entre todas sus aficiones —el cine italiano, la literatura rusa, la cocina porteña— hay una que siempre lo delató como el más humano de los líderes: el fútbol. Fan acérrimo del equipo San Lorenzo, seguía los resultados con la emoción de un niño. Para Francisco, el fútbol era una metáfora del Evangelio: todos juntos, diferentes, pero con un solo objetivo. “Lo importante no es meter goles, sino jugar en equipo”, decía.

El balón lo extrañará. La pelota, esa esfera rebelde que tantas veces desafía la gravedad, ha perdido a uno de sus poetas silenciosos. No se sabe si en el Vaticano habrá canchas, pero estoy seguro de que Francisco supo lo que es gritar un gol desde el alma.

Su legado es más que palabras. Está en los corazones de quienes alguna vez se sintieron excluidos. Está en cada migrante al que se le extendió la mano, en cada comunidad indígena que se sintió escuchada, en cada creyente que volvió a mirar a la Iglesia con esperanza y no con miedo.

El Papa Francisco nos recordó que la fe sin amor es un cascarón vacío. Que la Iglesia, si no camina con el pueblo, se convierte en museo. Que el Evangelio no es para adornar discursos, sino para incomodar a los cómodos y consolar a los que duelen.

Francisco será recordado como el Papa de los gestos pequeños, de las palabras enormes, del corazón abierto. No hizo milagros, pero hizo lo más difícil: cambiar el alma de una institución milenaria con solo mirar a los ojos de los pobres y decirles: “ustedes son el centro”. Y en tiempos donde el cinismo dentro de la política y en todos los medios cotiza alto, eso es ya un milagro.

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