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Opinión

5 Preguntas Primordiales Antes de Empezar tu Negocio

¿Quién es tu mercado meta?

Probablemente tu idea de negocio te suena bastante prometedora , o quizá satisface tu necesidad actual, pero, ¿te has puesto a identificar el verdadero mercado meta de tu producto?
Hemos desarrollado algunas preguntas útiles a la hora de determinar tú mercado meta, una vez identificado, tendrás que decidir si es un mercado potencial o no.
b. ¿Cumples o satisfaces alguna necesidad? ¿si es así, que prioridad tiene dicha necesidad?
c. ¿Quién utilizaría tu producto?
d. ¿Cuáles son las edades y sexo de tus consumidores potenciales?
e. ¿Qué nivel socioeconómico representa tu mercado?
2. ¿Qué recursos necesito?
¿Cómo lograras tu idea? Es importante identificar y estudiar bien los recursos que vas a requerir para lograr el objetivo de hacer funcionar adecuadamente tu negocio. Esta pregunta es de suma importancia y abarca varios ámbitos dentro de tu planeación, se refiere no únicamente a tus recursos de materia prima si no también otros que son necesarios para el logro de tus objetivos tales como:
a) Financieros
b) Maquinaria y Herramienta
c) Humanos
d) Proveedores
3.- ¿Puedes Generar un Pronóstico de Ventas Acertado?
Es importante generar un pronóstico de ventas lo más acertado posible. Este pronóstico deberá ser fundamentado en datos estadísticos conocidos. Un ejemplo de un restaurante seria, evaluar cuantas mesas tienes, que horarios manejaría, promedio en consumo por cliente, promedio de tiempo de estancia por cliente, días pico y días de descanso. Con estos datos podemos generar un pronóstico de las ventas esperadas o aproximadas en diferentes escenarios y tiempos del mismo negocio.

4.- ¿Qué ciclo de venta tiene tu producto?
Es importante definir el ciclo de venta que tendrá tu producto, es decir el tiempo que se tomara desde que entra la materia prima al almacén, hasta que llega a las manos del consumidor o comprador, según sea el caso. Este paso es de suma importancia ya que te ayudara a definir el tiempo de recuperación de la inversión inicial.
5.- ¿Cuál es tu capacidad de producción o ventas, contra tus costos fijos?
Esta pregunta es de suma importancia, ya que muchos negocios inician siendo ya un fracaso sin saberlo. El punto es que hay que hacer un análisis de tus capacidades de producción o de venta, para poder compararlo con tus gastos fijos. Retomando el ejemplo del restaurante, podrías tomar en consideración las siguientes variables:
• El número de mesas disponibles y el número de clientes por mesa, por ejemplo:
Si el local tiene una capacidad de espacio de 3 mesas para 4 personas, a las cuales ocuparan un promedio de 3 personas por mesa.
• El consumo promedio por persona, por ejemplo:
Considerando los precios ofrecidos al público, en promedio cada persona consumiría $130.00 por persona.
• Las horas de mayor ocupación, por ejemplo:
Considerar 2 horas fuertes por desayuno, comida y cena.
Estimando que cada mesa será ocupada en promedio una hora y asumiendo que son 6 las horas pico correspondientes a las 3 comidas del día, asistirían aproximadamente 54 personas al día; Las cuales generarían una ganancia de $7020.00 diarios.
Una vez hecho este estudio hay que considerar tus gastos, es decir, si tu materia prima diaria te cuesta $3000.00 diarios, tu nomina te cuesta $1000.00 diarios, la renta del local $1000.00 diarios, Servicios $800.00 diarios y gastos variados de aprox. 800.00 diarios te da un total de $6600.00 diarios en gastos fijos diarios.
Al ver este análisis nos percatamos de que en un escenario óptimo de venta, nuestra utilidad diaria seria de $420.00, esto nos muestra que el negocio no es factible, o es decir las condiciones no son óptimas para generar un ingreso sustentable.

Una vez analizados estos puntos, tendrás una mejor idea de si tu proyecto es no solo tangible, si no también, ver si las condiciones son optimas o no, para tener un negocio exitoso.

Que tengan un día lleno de éxito y nos leemos la próxima semana!
Gabriel Fierro
Gabriel.fierro@hotmail.com
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Opinión

El nuevo pacto de EU y México: ¿Socios a la fuerza? Por Caleb Ordóñez T.

En política internacional pocas cosas pesan tanto como la relación entre México y Estados Unidos. A lo largo de la historia, cada acuerdo ha sido un espejo de los tiempos: desde la Iniciativa Mérida, que en su momento fue vista como una extensión del poder estadounidense, hasta los choques por migración y aranceles bajo la era Trump. Hoy, sin embargo, con la firma del nuevo acuerdo de seguridad, el tablero se mueve hacia un horizonte inesperado: cooperación con respeto a la soberanía.

Caleb Ordoñez T.

Caleb Ordoñez T.

Este pacto, anunciado con bombo y platillo en ambos países, establece que México y Estados Unidos trabajarán juntos en temas de seguridad a través de intercambio de información, capacitación mutua y operaciones espejo en la frontera. ¿Qué significa esto en la práctica? Que cuando haya reportes de tráfico de armas en un lado, el otro responderá de inmediato. Que agentes mexicanos podrán formarse en EE.UU., y al mismo tiempo oficiales norteamericanos aprenderán protocolos como el Plan DN-III y el Plan Marina. Todo bajo una regla de oro: no habrá tropas extranjeras operando en México.

Los números hablan. El acuerdo no surge de la nada, sino como resultado de una cooperación que ya está mostrando cifras llamativas. En apenas ocho meses, los encuentros migratorios en la frontera norte se han reducido hasta en un 93 %. La extradición de 55 líderes criminales ha sido interpretada como una señal clara de voluntad mexicana para enfrentar al crimen organizado. Y mientras el fentanilo sigue siendo el gran enemigo común, se presume una caída del 50 % en decomisos, lo que sugiere mayor control en la cadena de producción y tráfico. Además, en México los crímenes de alto impacto han bajado un 32 %, lo que fortalece el argumento de que la estrategia está funcionando.

Estos datos son un arma política en sí misma. Para el gobierno mexicano representan legitimidad frente a las críticas internas que cuestionan su capacidad de enfrentar a los cárteles. Para Washington son municiones de campaña, pues muestran resultados tangibles en el tema que más preocupa al electorado estadounidense: la frontera.

La narrativa de Rubio y la sombra de Trump

En medio de este escenario llegó Marco Rubio, ahora secretario de Estado estadounidense, con un discurso de cooperación que contrasta —aunque no del todo— con el tono beligerante de Donald Trump. Rubio declaró que “no hay ningún gobierno que coopere más que México”, una frase que sirve tanto de halago como de advertencia: cualquier retroceso podría ser leído como traición.

Trump, por su parte, ha insistido en narrativas duras: catalogar a los cárteles como terroristas, justificar ataques unilaterales en terceros países y hablar de militarización de la frontera como si se tratara de la única salida. Esa línea de pensamiento, aunque radical, aún resuena en sectores del electorado y mantiene la tensión latente.

La visita de Rubio buscó, entre otras cosas, suavizar esa retórica. Presentó la relación bilateral como una asociación estratégica, más que como un pleito de poder. Sin embargo, el fantasma de Trump ronda inevitablemente: cualquier incidente grave podría reavivar la tentación intervencionista de Washington.

Una nueva relación: socios, no subordinados. El punto central de este acuerdo, y lo que lo diferencia de otros intentos fallidos, es que México logró blindar su soberanía. La presidenta Claudia Sheinbaum fue clara al subrayar que no habrá operaciones militares extranjeras en territorio nacional. Esta es una línea roja que busca calmar las aguas internas —donde la narrativa de injerencia suele encender pasiones— y al mismo tiempo establece un marco de confianza con EE.UU.

Lo que veremos de ahora en adelante es una relación menos vertical. México ya no aparece como el socio débil que simplemente acepta instrucciones; se sienta en la mesa como aliado que pone condiciones. Estados Unidos, urgido por la crisis del fentanilo y la presión migratoria, parece haber aceptado este esquema.

A mediano plazo, este modelo puede abrir la puerta a algo más grande: cooperación en inteligencia financiera, tecnología de vigilancia y hasta campañas binacionales de salud pública contra las drogas. Si funciona, se convertirá en una especie de “Plan de Seguridad del Siglo XXI”, una evolución natural tras el desgaste de la Iniciativa Mérida.

El gran desafío será sostener la confianza. Las operaciones espejo, las capacitaciones cruzadas y el intercambio de información requieren un nivel de transparencia inédito entre ambos países. Bastará una filtración, un operativo mal coordinado o una narrativa electoral incendiaria para poner todo en riesgo.

Hoy, México y Estados Unidos parecen haber encontrado un punto medio entre la obsesión de Washington por la seguridad y la insistencia mexicana en la soberanía. Si logran mantener ese equilibrio, este acuerdo podría ser recordado como el inicio de una nueva era bilateral: una donde, por fin, se actúa como socios y no como vecinos desconfiados.

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