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Opinión

los menonitas de cuauhtemoc por KAMEL ATHIE FLORES

Los menonitas de Cuauhtémoc se han esparcido por todo el estado de Chihuahua, pero también los hay en Campeche, Coahuila, Durango y Zacatecas…han emigrado a Estados Unidos, Canadá…y centroamérica…muchos en Belice, donde me ha tocado saludarlos. Todos los menonitas de dichos lugares tuvieron que salir de Cuauhtémoc, excepto los del cono sur.

 

Aunque no se cuenta con datos precisos, se estima que habitan en el Estado de  Chihuahua alrededor de 85 mil menonitas distribuidos en los municipios de Cuauhtémoc, Riva Palacio, Namiquipa, Cusihuiriachi, Nuevo Casas Grandes, Janos, Ascensión, Aldama, Buenaventura, Villa Ahumada, Ojinaga y en pequeñas comunidades de otros municipios.

 

En el municipio de Cuauhtémoc  viven 35 mil, en 86 campos, de los cuales 20 mil son mujeres y 15 mil son hombres. A su vez conforme a su estructura organizacional, están aglutinados en 2 grandes Colonias, que son la Manitoba con 65 campos y la Swift Current con otros 21.

 

Hay estudios muy completos sobre la comunidad menonita y hasta tésis doctorales, sin embargo lo que voy a expresar en estos artículos, se refieren a mi contacto directo con ellos de hace décadas, tanto en los negocios de mi familia que desde los años 50s, los proveían igual que otros comerciantes, de telas y artículos para diseñar sus hermosos y vistosos atuendos llenos de colorido, como en la visita a los campos para comprarles leche y quesos.

 

Sin embargo el mejor conocimiento que tengo de ellos, lo obtuve en mi vida profesional y de servicio público, cuando tuve la suerte de concretar diversos proyectos de infraestructura de gran envergadura, como la electrificación de los municipios de Ascensión, Janos y los 2 Casas Grandes, que son enclave de diversos campos menonitas.

 

He participado con ellos en proyectos productivos, como mejoramiento de ganado lechero, fábricas modernas de queso, construcción de vialidades funcionales internas y entre los campos; proyectos de riego y de agua potable…en fin, en muchas gestiones y trámites para su bienestar y progreso.

 

Quiero comentar de la catarsis que experimentaron los menonitas de los campos de El Cuervo y El Capulín, cuando en los 80s, tuvieron que convencerse que la energía eléctrica y los vehículos automotores eran determinantes para progresar, ser competitivos y conectarse con el mundo exterior. Cabe aclarar que en esas fechas en aquellos campos de Dios, todavía usaban “Bogys” para transportarse, son un hermosos carritos individuales y colectivos jalados con caballos.

 

Cuando se estaban construyendo las líneas de transmisión, fue necesario tener reuniones con las familias para convencerlos de que era mejor la energía eléctrica que las lámparas de petróleo…que sólo con electricidad podrían conservar mejor sus variados productos derivados de la leche y carne de res y porcino.

Aun recuerdo que en El Capulín me dijo el jefe de campo y líder espiritual Gerardo Neufel que todo estaba bien, pero que no pondrían alumbrado público, porque se asustaban los caballos en las noches.

 

Las cosas han cambiado mucho desde entonces, en la región de Cuauhtémoc y en los campos del noroeste del Estado, la modernización y progreso con adopción de tecnologías avanzadas en sus actividades productvas, es una constante…han entrado a una escalada de diversificación de actividades impresionante, que van desde la industria metal/mecánica, hasta el comercio, bancos servicios financieros. Algunos de ellos cotizan en bolsa.

 

En la próxima entrega, hablaré de sus antecedentes étnicos y cómo fue su llegada a Cuauhtémoc.

 

kamelathie@gmail.com

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Opinión

León. Por Raúl Saucedo

La estrategia de la supervivencia

El pontificado de León XIII se desplegó en un tablero político europeo en ebullición. La unificación italiana, que culminó con la pérdida de los Estados Pontificios, dejó una herida abierta.

Lejos de replegarse, León XIII orquestó una diplomacia sutil y multifacética. Buscó alianzas —incluso improbables— para defender los intereses de la Iglesia. Su acercamiento a la Alemania de Bismarck, por ejemplo, fue un movimiento pragmático para contrarrestar la influencia de la Tercera República Francesa, percibida como hostil.

Rerum Novarum no fue solo un documento social, sino una intervención política estratégica. Al ofrecer una alternativa al socialismo marxista y al liberalismo salvaje, León XIII buscó ganar influencia entre la creciente clase obrera, producto de la Revolución Industrial. La Iglesia se posicionó como mediadora, un actor crucial en la resolución de la “cuestión social”. Su llamado a la justicia y la equidad resonó más allá de los círculos católicos, influyendo en la legislación laboral de varios países.

León XIII comprendió el poder de la prensa y de la opinión pública. Fomentó la creación de periódicos y revistas católicas, con el objetivo de influir en el debate público. Su apertura a la investigación histórica, al permitir el acceso a los archivos vaticanos, también fue un movimiento político, orientado a proyectar una imagen de la Iglesia como defensora de la verdad y del conocimiento.

Ahora, trasladémonos al siglo XXI. Un nuevo papa —León XIV— se enfrentaría a un panorama político global fragmentado y polarizado. La crisis de la democracia liberal, el auge de los populismos y el resurgimiento de los nacionalismos plantean desafíos inéditos.

El Vaticano, como actor global en un mundo multipolar, debería —bajo el liderazgo de León XIV— navegar las relaciones con potencias emergentes como China e India, sin descuidar el diálogo con Estados Unidos y Europa. La diplomacia vaticana podría desempeñar un papel crucial en la mediación de conflictos regionales, como la situación en Ucrania o las tensiones en Medio Oriente.

La nueva “cuestión social”: la desigualdad económica, exacerbada por la globalización y la automatización, exige una respuesta política. Un León XIV podría abogar por un nuevo pacto social que garantice derechos laborales, acceso a la educación y a la salud, y una distribución más justa de la riqueza. Su voz podría influir en el debate sobre la renta básica universal, la tributación de las grandes corporaciones y la regulación de la economía digital.

La ética en la era digital: la desinformación, la manipulación algorítmica y la vigilancia masiva representan serias amenazas para la democracia y los derechos humanos. León XIV podría liderar un debate global sobre la ética de la inteligencia artificial, la protección de la privacidad y el uso responsable de las redes sociales. Podría abogar por una gobernanza democrática de la tecnología, que priorice el bien común sobre los intereses privados.

El futuro de la Unión Europea: con la disminución de la fe en Europa, el papel del Vaticano se vuelve más complejo en la política continental. León XIV podría ser un actor clave en la promoción de los valores fundacionales de la Unión, y contribuir a dar forma a un futuro donde la fe y la razón trabajen juntas.

Un León XIV, por lo tanto, necesitaría ser un estratega político astuto, un líder moral visionario y un comunicador eficaz. Su misión sería conducir a la Iglesia —y al mundo— a través de un período de profunda incertidumbre, defendiendo la dignidad humana, la justicia social y la paz global.

Para algunos, el nombramiento de un nuevo papa puede significar la renovación de su fe; para otros, un evento geopolítico que suma un nuevo actor a la mesa de este mundo surrealista.

@Raul_Saucedo

rsaucedo.07@uach.mx

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