Empezar a comer hasta que todos estén servidos, nunca subir los codos a la mesa y masticar con la boca cerrada son normas elementales a la hora de sentarse a la mesa.
Pero más allá de estas reglas, ¿qué define verdaderamente a un buen comensal?
«Bien dicen: ‘al lugar que fueras, al país que fueras, haz una reservación’. Éste es el primer indicador de un buen comensal», explica Luis Gálvez, propietario del restaurante Les Moustaches.
«La reservación es la única manera de garantizar al 100 por ciento una mesa. Un buen comensal siempre verifica la disponibilidad y realiza una reservación aclarando horario, número de personas y ubicación preferida de su mesa», añade.
«El consumidor debe informarse si se trata de un restaurante que solicita, para una mejor organización, que los consumidores hagan reservación, así como de los tiempos de tolerancia máxima para garantizar su lugar. La gente que se presente sin reservación tiene la obligación de respetar los tiempos de espera indicados a la entrada del lugar», explica Martha Carrillo, directora general de educación y organización de consumidores de la Profeco.
Saber sobre precios, tiempos e ingredientes alergénicos en los platillos es una responsabilidad compartida entre personal de servicio y comensal.
«Malos comensales son aquellos que no consideran los tiempos de preparación de sus platillos. Cuando uno tiene prisa y quiere comer rápidamente, debe informarlo al personal de servicio. También hay que preguntar siempre cuánto valen las cosas; el restaurante tiene la obligación de informar los precios de alimentos, bebidas y copas, y el buen comensal de conocerlos», reconoce Gálvez.
Carrillo añade que los comensales deben informarse sobre los ingredientes especiales presentes en las preparaciones. Que un platillo incluya algún alergénico no es motivo para que el restaurante lo descuente de la cuenta a pagar.
Respetar el código de vestimenta y las políticas de servicio establecidas por el restaurante cuentan entre las cualidades de un buen comensal.
«El buen comensal no va en short, playeras o zapatos deportivos a un restaurante con código de vestimenta formal, tampoco llega con niños si sabe que el restaurante sirve únicamente a adultos», considera Gálvez.
«Así como los meseros tienen la obligación de presentarse, los comensales tienen la obligación de conocer y dirigirse al camarero por su nombre. Es algo muy humano y un buen detalle, que habla de mucha educación», continúó.
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