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Opinión

Abrazos y balazos: El fracaso. Por Caleb Ordoñez T.

Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordóñez Talavera

¿Cómo suena un balazo? Ahora imagina cientos al mismo tiempo.

Celaya, Guanajuato una vez más se convirtió en un infierno dantesco. Ahora, los asesinos llegaron alrededor de 20 encapuchados, a tres lugares distintos que están contiguos, para detonar sus armas sobre los cuerpos de las personas. Un hotel y dos bares fueron los recintos que luego serían incendiados con bombas molotov.

Fueron 11 las víctimas mortales.

Es triste, pero la condición en la que se encuentra nuestro país es deleznable en cuanto a seguridad. México entero se ha convertido en un cementerio y esto es imposible de negar; imposible de defender hasta por los más recalcitrantes seguidores del presidente López Obrador.

Caleb Ordoñez

En tres años y medio, se contabilizan más de 120,500 personas que han perdido la vida por asesinatos.

De los 100,000 desparecidos, no se encuentra ninguna pista y el gobierno federal atiza, como excusa, a los gobiernos estatales. Se va oscureciendo la 4T, cae la sombra sobre el gobierno que prometió; que aseguró la pacificación del país y ve como se ha convertido en un incendio que tiene paralizada a la sociedad, con temor absoluto.

El triste cuento de “Abrazos y no balazos” que nos contó el presidente se ha reducido a “Abrazos y balazos”. Abrazos a los grupos delictivos, a quienes el ejecutivo ha pedido garantizar su seguridad. Textualmente sentenció: “…cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos. Esta es una política distinta, completamente distinta…”

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Opinión

OTAN. Por Raúl Saucedo

EQUILIBRIOS PRECARIOS

Desde su creación en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se erigió como un pilar de la defensa colectiva, forjando una alianza frente a amenazas reales o percibidas por Occidente. Hoy, la OTAN se encuentra en una encrucijada, enfrentando desafíos que ponen a prueba su resiliencia y capacidad de adaptación en un mundo cada vez más volátil. Su relevancia se ha reafirmado en las últimas semanas, en medio del conflicto entre Medio Oriente y Europa del Este.

A raíz de las tensiones en Europa del Este en años recientes, se han incorporado nuevos miembros como Finlandia y, próximamente, Suecia. Sin embargo, esta cohesión interna no es monolítica. Las divergencias en el nivel de compromiso militar, la dependencia energética de algunos países y las distintas visiones sobre cómo relacionarse con naciones no alineadas son desafíos que la Alianza debe sortear con delicadeza.

La OTAN enfrenta hoy un panorama geopolítico complejo. La creciente influencia de China y Rusia, la inestabilidad en Oriente Medio, las amenazas cibernéticas y el terrorismo transnacional exigen una agenda más amplia y una estrategia que vaya más allá de la defensa territorial tradicional del siglo XX. La Alianza ha comenzado a abordar estos temas, pero la velocidad y profundidad de esta adaptación serán cruciales para su futuro.

¿Podrá la OTAN mantener su enfoque principal en la defensa europea mientras desarrolla capacidades para enfrentar amenazas globales y no tradicionales?

Otro punto de fricción, evidenciado en la reciente cumbre en los Países Bajos, fue la carga compartida. La exigencia de Estados Unidos de que los miembros europeos aumenten su gasto en defensa al 5% del PIB generó debate. España, liderada por Pedro Sánchez, se opuso inicialmente, aunque finalmente cedió. Si bien los conflictos mundiales han impulsado a muchos países a incrementar sus presupuestos militares, la disparidad en el gasto y la percepción de que algunos se benefician de la seguridad proporcionada por otros sin contribuir equitativamente podría erosionar la confianza interna a largo plazo.

La OTAN de 2025 no es la misma que la de 1949. Su evolución ha estado marcada por las realidades geopolíticas de cada época. Sin embargo, el presente exige una autoevaluación profunda ante un mundo en constante cambio.

A raíz de la cumbre en La Haya, capital mundial de la justicia internacional, se investigó que México gasta el 0.7% del PIB en defensa (2024), situándose como el país número 22 en gasto militar y uno de los que más ha crecido en la última década. México, por “tradición diplomática”, ha sido mediador y respetuoso de la mayoría de los conflictos civiles y militares del siglo XX. No obstante, ante este nuevo dinamismo del reacomodo mundial en el siglo XXI, México deberá asumir una postura más activa dentro del equilibrio precario global.

@Raul Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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