Conecta con nosotros

Opinión

Abrazos y balazos: El fracaso. Por Caleb Ordoñez T.

Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordóñez Talavera

¿Cómo suena un balazo? Ahora imagina cientos al mismo tiempo.

Celaya, Guanajuato una vez más se convirtió en un infierno dantesco. Ahora, los asesinos llegaron alrededor de 20 encapuchados, a tres lugares distintos que están contiguos, para detonar sus armas sobre los cuerpos de las personas. Un hotel y dos bares fueron los recintos que luego serían incendiados con bombas molotov.

Fueron 11 las víctimas mortales.

Es triste, pero la condición en la que se encuentra nuestro país es deleznable en cuanto a seguridad. México entero se ha convertido en un cementerio y esto es imposible de negar; imposible de defender hasta por los más recalcitrantes seguidores del presidente López Obrador.

Caleb Ordoñez

En tres años y medio, se contabilizan más de 120,500 personas que han perdido la vida por asesinatos.

De los 100,000 desparecidos, no se encuentra ninguna pista y el gobierno federal atiza, como excusa, a los gobiernos estatales. Se va oscureciendo la 4T, cae la sombra sobre el gobierno que prometió; que aseguró la pacificación del país y ve como se ha convertido en un incendio que tiene paralizada a la sociedad, con temor absoluto.

El triste cuento de “Abrazos y no balazos” que nos contó el presidente se ha reducido a “Abrazos y balazos”. Abrazos a los grupos delictivos, a quienes el ejecutivo ha pedido garantizar su seguridad. Textualmente sentenció: “…cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos. Esta es una política distinta, completamente distinta…”

LEER EL TEXTO COMPLETO 

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

Continuar Leyendo
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Más visto