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Opinión

Acapulcazo. Por Raúl Saucedo

Del “BabyO” al “Otis”

Al momento de escribir esta columna en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se declaraba el termino de la declaratoria de emergencia en Acapulco, pero en términos reales el trabajo apenas empieza…

Hace 15 dias que un huracán de categoría 5 azoto las costas de Acapulco, aquella playa predilecta por México en los años 60`s a los años 80`s donde grandes estrellas del jet set mexicano, políticos del siglo XX y deportistas elite tenían sus casas de verano o casas de retiro.

Acapulco para mí, como para muchos mexicanos es un lugar especial, donde existen historias muy personales dignas de contar o dignas de reservarse para las risas solitarias.  El Acapulcazo” como expresión coloquial es una escapada de diversión de fin de semana iniciada en la Ciudad de Méxicodias anteriores, hoy el huracán otis hizo el acapulcazo devastando el hermoso puerto.

Las afectaciones humanas y materiales en Acapulco son dedecenas de muertos, cientos desaparecidos, afectaciones a la infraestructura hotelera, destrucción de casas, comercios, escuelas, hospitales, embarcaciones marítimas, instalaciones públicas y espacios recreativos.

Las autoridades se encuentran aun en una revisión mas exacta de los cuantiosos daños, dichas noticias sobre las afectaciones llegan a nosotros por las redes sociales principalmente, mismas que han sido de información y alerta, y es que, entre la ola migrante, los conflictos en gaza y Europa del Este como señal de la sociedad humana pasan como quizá una noticia más, un conflicto más que pasara y como un swip que dará la vuelta en 15 segundos.

Hace años que realmente Acapulco vive desgracias, desde el incendio del mítico BabyO hasta nefastos gobiernos, crimen organizado ocupando huecos de autoridad y desplazamiento de turistas a otras playas emblemáticas de México.

Lo que el huracán no se llevó y no podrá llevarse en sus secuelas económicas y sociales es aquella actitud de la gente costera, actitud sonriente por vivir a pesar de la tempestad en el encuentro entre la tierra y el mar, actitud de sabiduría y felicidad, de banquetas y pesca.

La recuperación de Acapulco será tardada y no por tener un mal augurio a los costeros, pero realmente en cuestiones administrativas se ven trabas y un calendario político que ocupará en pocas semanas los titulares mediáticos y cotidianidad mexicana.

Si usted apreciable lector piensa que con postear un HasTagde la emblemática canción de Agustín Lara aporta a la pronta recuperación del puerto y lo ve como misión cumplida, permítame recordarle que esto apenas empieza y la verdadera tarea como sociedad será el supervisar la correcta aplicación de los recursos en meses venideros.

Si aun no encuentra motivación para tener empatía con Acapulco permítame recordarle que nuestro divo de Juárez tiene su mas triste recuerdo de Acapulco, que el creador del deporte de moda socialite se realizó ahí, que nuestras risas infantiles de películas vacacionales se realizaron ahí… Por mi parte yo encontrare la motivación con el recuerdo de liberar tortugas al atardecer, aunque las gaviotas en su naturaleza tomen rehenes de libertad.

#FuerzaAcapulco  

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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