Representantes de la Caravana por la Justicia en la Sierra Tarahumara acudieron ante senadores de la República para hablar de su lucha por el derecho a ser rarámuri y ódami y a vivir en el territorio donde nacieron sus abuelos e hijos.
Expusieron han hecho protestas, ido a las oficinas públicas a hacer gestiones, se han juntado con otras comunidades y organizaciones y, también hemos presentado demandas en los tribunales agrarios, civiles y de amparo, sin recibir respuesta.
Ante ello, entregaron una carta que explica lo siguiente:
Hace casi dos años, en junio del 2014, venimos por primera vez al Senado de la República para presentar nuestros problemas como pueblos originarios. Los senadores y el Comisionado para el diálogo con los Pueblos indígenas nos escucharon y apoyaron a las comunidades para que sus problemas fueran atendidos por las autoridades competentes.
Para dar seguimiento a los acuerdos que se tomaron en el Senado, tuvimos 4 reuniones en la ciudad de Chihuahua para avanzar en la solución de los problemas planteados, de los que solo se atendieron: en Bacajípare, la construcción de letrinas secas, la atención médica a los niños afectados por el agua contaminada y la suspensión de las descargas de aguas residuales, sin embargo la suspensión sólo duró 7 meses, desde enero de este año a la fecha volvieron a tirar las aguas sucias. Y en Tehuerichi, se logró el pago del PROCAMPO, pero no a todos los ejidatarios.
De todos ellos, el principal problema que tenemos y sigue sin resolver, es la falta de reconocimiento legal del territorio ancestral y por lo tanto la falta de consulta libre, previa e informada sobre los proyectos que el gobierno está haciendo en nuestros territorios y que nos afectan. No tenemos acceso a los programas sociales que la mayoría de los mexicanos tiene como educación, salud y sobre todo no nos reconocen y respetan nuestro derecho a decidir sobre lo que queremos hacer en la tierra en la que siempre hemos vivido. Todo porque no tenemos los papeles que amparen la propiedad sobre nuestro territorio.
En algunas comunidades de las que desde hace más de 30 años han defendido el bosque que hay en su territorio ahora están sufriendo asesinato de sus compañeros, la persecución, la violencia y el desplazamiento forzado.