Al menos 45 niños y jóvenes de regiones indígenas oaxaqueñas sufrieron abuso sexual por parte del sacerdote Gerardo Silvestre Hernández, según diversos testimonios que desde junio de 2009 fueron presentados al arzobispo José Luis Chávez Botello por al menos 10 curas oaxaqueños, que posteriormente notificaron del asunto al Vaticano, donde fue declarado inocente, informó el diario La Jornada.
Según el periódico, el arzobispo Chávez Botello permitió que, durante más de tres años, Gerardo Silvestre continuara en ejercicio y lo premió con más poder y privilegios, mientras que por otro lado castigó y removió a quienes escucharon y atendieron a los denunciantes.
La información del reportero Julio Hernández señala que Chávez Botello suspendió al cura hasta el domingo 27 de mayo de 2012, orillado por la difusión de una denuncia que hizo el mecánico Pedro Mendoza, cuyo hijo de nueve años (quien en dos ocasiones intentó suicidarse, una de ellas cuando el presbítero fue a buscarlo a su casa) fue enviado en 2006 como acólito a la parroquia donde oficiaba Silvestre Hernández. Luego surgieron otras dos denuncias de jóvenes que en su niñez también pasaron por la parroquia de San Pablo Huitzo, entonces a cargo de Gerardo Silvestre.
Cuando se produjo la primera denuncia, en mayo, el arzobispado de Antequera-Oaxaca emitió un comunicado en el que dijo desconocer la acusación, sin embargo, los testimonios refieren que desde 2009 el arzobispo Chávez Botello había escuchado de viva voz los señalamientos detallados de Gerardo Silvestre como un caso probado de pederastia clerical en una zona indígena
y de su afición al alcohol, el dinero y el poder
que le habían dado a conocer siete sacerdotes diocesanos: Manuel Arias Montes, Sergio Herrera Arias, Miguel Ángel Morelos García, Jorge Pérez García, Juan Antonio Jiménez, Guillermo Velázquez Gordillo y Juan Ruiz Carreño, a ellos se agregaron los también presbíteros David Elías Mendoza Maldonado, Leoncio Hernández Guzmán y Ángel Noguera.
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