En México 66 por ciento del rezago educativo, que afecta a 32.4 millones de personas mayores de 15 años que no han concluido su educación básica, se concentra en zonas urbanas. Sólo 34 por ciento de este sector poblacional (11 millones de personas) vive en localidades rurales.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), al menos 2.2 millones de adolescentes que no han concluido su primaria y secundaria viven en ciudades, frente a 1.2 millones que radican en zonas rurales.
La población de 20 a 29 años analfabeta, sin primaria o secundaria, alcanza 4.4 millones de personas. No obstante, seis de cada 10 habitan en ciudades del país, mientras 1.6 millones se encuentran en comunidades rurales.
Los datos del Censo de Población y Vivienda 2010 revelan que el analfabetismo en zonas urbanas afecta a 2.6 millones de personas mayores de 15 años, mientras en localidades rurales se concentran 2.7 millones de mexicanos que no saben leer ni escribir.
Por grupo de edad, la población de 20 a 29 años analfabeta suma 418 mil mexicanos, de los cuales 198 mil 736 radican en ciudades y 219 mil en comunidades rurales.
Sin embargo, del total de la población que no ha concluido su primaria (10.1 millones), al menos 6.2 millones habita en ciudades y 3.8 millones radica en zonas rurales. En secundaria, la proporción de quienes no han finalizado este nivel educativo por lugar de residencia es de 12.4 millones para zonas urbanas y de 4.5 millones en comunidades rurales.
En cuanto a población adolescente, si se analizan los resultados por nivel educativo, el INEA revela que poco más de 69 mil jóvenes de 15 a 19 años que no saben leer ni escribir habitan en núcleos urbanos del territorio nacional, mientras 71 mil 216 aún se encuentran en comunidades rurales. De la población analfabeta urbana de 15 a 19 años, poco más de 39 mil son hombres y 29 mil 745 mujeres.
Sin primaria existen 224 mil adolescentes urbanos, pues otros 162 mil viven en el campo. De ellos, 128 mil son varones que viven en ciudades, mientras 90 mil habitan en zonas rurales. Entre las mujeres adolescentes que no hay concluido primaria, 96 mil radican en urbes y 71 mil en el medio rural.
En secundaria, de los 2.9 millones de menores de 19 años que no han terminado este nivel educativo, 1.9 millones radica en ciudades frente a 979 mil que viven en comunidades rurales. De ellos, poco más de un millón son hombres de las zonas urbanas, mientras otros 512 mil varones habitan en comunidades no urbanas.
Las mujeres adolescentes que tienen inconclusa su secundaria son mayoría en las ciudades, con un total de 878 mil, mientras 466 mil están en localidades rurales.
En cuanto a las personas mayores de 65 años que se encuentran en rezago educativo, el INEA destaca que de los 5.8 millones de personas que no han concluido su educación básica, casi 4 millones viven en un medio urbano y 1.8 millones en comunidades rurales.
Ellos son los cardenales mexicanos con posibilidades de convertirse en Papa
El humo blanco que anuncia la elección de un nuevo Papa es uno de los momentos más emblemáticos de la Iglesia Católica, con un proceso complejo detrás de esta decisión. El sistema actual de elección papal tiene sus orígenes en el decreto promulgado por el papa Nicolás II en 1059, que estableció a los cardenales obispos como electores.
Este decreto fue un punto de inflexión histórico, pues redujo la influencia de la aristocracia romana y del bajo clero, sentando las bases para el Colegio Cardenalicio, formalizado en 1150. Hoy, este cuerpo es el encargado de elegir al líder espiritual de más de mil millones de católicos en todo el mundo.
Según National Geographic, el cónclave, como se denomina a la reunión de los cardenales para elegir al nuevo Papa, se celebra entre 15 y 20 días después de que el trono papal queda vacante, ya sea por fallecimiento o dimisión del pontífice. Este intervalo, establecido en 1922, permite que los cardenales de todo el mundo puedan viajar al Vaticano. Actualmente, el Colegio Cardenalicio está compuesto por 252 miembros, aunque sólo 138 de ellos tienen derecho al voto en caso de la defunción del actual Papa Francisco, ya que deben cumplir con el requisito de ser menores de 80 años.
Qué cardenales mexicanos podrían aspirar a la elección
El Cardenal Carlos Aguiar Retes participa en la ceremonia de inauguración como nuevo Arzobispo de México el 5 de febrero de 2018. (Reuters/Henry Romero)
Entre los 252 cardenales que conforman el Colegio Cardenalicio, seis son de México. Estos líderes religiosos han desempeñado roles clave tanto a nivel nacional como internacional, sin embargo, únicamente dos de ellos podrían ser considerados en un futuro cónclave: Carlos Aguiar Retes y Francisco Robles Ortega. Carlos Aguiar Retes, actual arzobispo primado de México, nació el 9 de enero de 1950 en Tepic, Nayarit. Él inició su formación en el Seminario de Tepic y continuó sus estudios de Teología en instituciones de Estados Unidos y México, posteriormente, fue ordenado sacerdote en 1973 y, en 2016, el papa Francisco lo nombró cardenal. En 2017, asumió el cargo de arzobispo primado de México, liderando una de las arquidiócesis más importantes del mundo, detalló la circunscripción eclesiástica.
Por otro lado, Francisco Robles Ortega es arzobispo de Guadalajara desde 2012. Su nombramiento fue realizado por el Papa Benedicto XVI en 2011, consolidando su posición como una figura clave en la Iglesia mexicana. Robles Ortega ha sido un defensor de los valores tradicionales y ha trabajado en iniciativas pastorales para fortalecer la fe en su arquidiócesis.
Aunque debido a su edad ya no es considerado candidato para el cónclave, el cardenal Alberto Suárez Inda, arzobispo emérito de Morelia, también forma parte del Colegio Cardenalicio. Nacido en Celaya en 1939, Suárez Inda estudió en Roma y fue ordenado sacerdote en 1964. En 2015, el Papa Francisco lo nombró cardenal, reconociendo su labor pastoral en una región históricamente afectada por la violencia y la pobreza, según informó La Oficina de Prensa de la Santa Sede (el Bollettino Sala Stampa della Santa Sede).
Después, Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, es otro de los cardenales mexicanos, aunque su edad lo elimina como candidato. Nacido en 1940 en el Estado de México, fue nombrado cardenal en 2020 por el papa Francisco con el título de San Luigi Maria Grignion de Montfort.
El cardenal Juan Sandoval Íñiguez, nacido en Jalisco en 1933, fue nombrado arzobispo de Guadalajara en 1994 por el papa Juan Pablo II y, ese mismo año, recibió el birrete cardenalicio, aunque actualmente es arzobispo emérito.
Finalmente, en la misma situación que éstos últimos, se encuentra Norberto Rivera Carrera, nacido en Durango en 1942. Él fue designado obispo de Tehuacán en 1985 por el papa Juan Pablo II y, posteriormente, arzobispo primado de México, cargo que desempeñó durante más de dos décadas.
En qué consiste el cónclave
En el cónclave, la Iglesia Católica se encuentra ante una decisión trascendental que marcará el rumbo de los próximos años. (EFE)
El cónclave papal, que se lleva a cabo en la Capilla Sixtina, es un evento rodeado de estrictas normas de confidencialidad. Según detalló National Geographic, los cardenales electores permanecen aislados del mundo exterior hasta que se elige al nuevo Papa. Durante este tiempo, juran mantener la integridad del proceso y solo un reducido grupo de asistentes tiene permitido interactuar con ellos.
El proceso de votación se divide en tres etapas: preescrutinio, escrutinio y postescrutinio. En la primera, se distribuyen las papeletas y se designan los encargados de recoger y contar los votos. Durante el escrutinio, los cardenales emiten su voto en secreto. Finalmente, en el postescrutinio, los votos se tabulan, se verifican y luego se queman.
El humo que emana de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina es el indicador visual para el mundo exterior. Si las papeletas quemadas producen humo negro, significa que no se ha alcanzado un consenso, en cambio, el humo blanco anuncia la elección de un nuevo Papa. Aunque esta práctica se remonta al siglo XIX o principios del XX, el Vaticano ha modernizado los materiales utilizados para generar el humo. Desde 2005, se emplean productos químicos específicos para garantizar la claridad del color: una mezcla de clorato potásico, lactosa y resina de conífera para el blanco, y perclorato potásico, antraceno y azufre para el negro, detalló National Geographic.
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