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Alemania, campeón mundial de basketball

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Alemania se proclamó este domingo campeona del mundo por primera vez en su historia, reina mundial del baloncesto tras vencer a Serbia (83-77) en la gran final del Mundial 2023 tras un igualado partido que se decidió en el último cuarto, pero en el que pesó demasiado el tercer cuarto arrollador germano con un Dennis Schroeder estelar.

Pocos esperaban que Serbia y Alemania fueran los protagonistas del Mundial 2023. Todas las papeletas las tenían Canadá y Estados Unidos, pero ambas fueron capaces de aplacar el favoritismo norteamericano y acceder de manera más que merecida y meritoria a una final en la que brindaron un espectáculo desmedido.

Una final para la historia. Un partido para el recuerdo que no pudo estar más igualado entre los dos mejores equipos del torneo. Indiscutibles merecedores de estar en la final, pugnaron con la valentía y el tesón de quién tiene lo necesario para acceder al trono mundial. Alemania en su primera final y Serbia en su segunda como país independiente. Solo pudo acceder uno a lo más alto, y se decidió en los detalles.

La victoria estuvo en un tercer cuarto abrumador de los alemanes (22-10), en el duelo estelar entre Dennis Schroeder y Bogdan Bogdanovic que cayó de parte del germano, en el acierto de Johannes Voigtmann en la pintura, en el error de Guduric a falta de 13 segundos y en la solidez alemana ante los intentos de épica insurrección serbia. Ahí estuvo la final. En esas decantó Alemania la balanza a su favor para convertirse en campeona del mundo por primera vez en su historia, tras un duelo titánico por el oro en el que ninguno renunció a lo que legítimamente creyó suyo.

Reinó la igualdad en el primer tiempo. Nikola Jovic guió a Serbia en los primeros compases de partido, aunque luego fue Bogdan Bogdanovic el que ejerció de comandante en la batalla final. Marinkovic y Avramovic no fallaron a su cita. Todos brillaron en la noche señalada, con un máximo de 5 puntos a favor antes del descanso.

Alemania no quiso quedarse atrás en ningún momento. Los germanos resistieron a la circulación rápida y a la calidad serbia con solvencia. Fue un primer tiempo impecable. Igualdad máxima (47-47) al descanso, con Serbia muy acertada desde el exterior, obligada, y Bogdanovic implacable; y con Alemania sostenida en Schroeder y Franz Wagner.

Pero la igualdad duró hasta la vuelta de vestuarios. Emergió la mejor versión de Alemania, esa que ni si quiera Estados Unidos pudo parar en semifinales y que pareció enajenada, fuera de sí con las miras puestas en el objetivo mundial, en el momento crucial del partido y que dejó a Serbia contra las cuerdas. Una ventaja de 11 puntos a falta de 2 minutos en el tercer cuarto tras un parcial de 12-0 paralizó a Serbia, por momentos descompuesta ante la superioridad teutona, personificada en unos Schroeder y Franz Wangener desatados. Eran doce puntos de ventaja para Alemania antes de empezar el último cuarto (69-57).

No se podía dar nada por sentado viendo el transcurso de este Mundial. Porque Svetislav Pesic siempre había guardado un as bajo la manga, porque con Bogdanovic nunca se sabe y porque en una Copa del Mundo siempre ha habido espacio para la épica.

Quiso ser Avramovic ese héroe inesperado de un Serbia que lo intentó hasta el final y que rubricó un inicio de cuarto cuarto arrollador, reduciendo la ventaja a 4 puntos. Reaccionó Alemania y volvió a instaurar una ventaja considerable (78-69) que pareció ser definitiva. No para Avramovic, decidido a hacer historia con Serbia, que además tuvo en las manos de Guduric el triple para empatar (78-75). Serbia estaba de vuelta a falta de un minuto.

Apareció el hombre más importante de Alemania para hacer la canasta más importante. A falta de 20 segundos, Schroeder (28 puntos) tomó la responsabilidad y rubricó una entrada a canasta perfecta para poner el 81-77. Guduric, otra vez con el destino de Serbia en sus manos, eligió mal y regaló la posesión. Alemania lo tenía en la mano, y no lo dejó escapar.

Sufrió lo esperado teniendo en cuenta que era una final, pero más de lo que debiera viendo la ventaja al inicio del cuarto cuarto. Pero lo consiguió, fue el mejor equipo del Mundial, derribó la barrera y se proclamó campeona del mundo por primera vez en su historia.

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Joshua impone jerarquía y detiene a Jake Paul en una pelea que dividió al boxeo

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Anthony Joshua dejó en claro la diferencia entre un excampeón mundial y una celebridad convertida en boxeador. El británico venció por nocaut técnico a Jake Paul en el sexto asalto de un combate de peso completo celebrado la noche del viernes en Miami, una pelea que desde su anuncio generó polémica por el contraste de experiencia, tamaño y trayectoria entre ambos contendientes.
El enfrentamiento, pactado a ocho rounds profesionales, despertó críticas por los riesgos que implicaba para Paul, quien llegó con marca de 12 triunfos y una derrota frente a Joshua, dos veces campeón del mundo y con récord de 28 victorias y cuatro caídas. Sin embargo, contra la mayoría de los pronósticos, el estadounidense resistió más de lo esperado y logró extender la contienda hasta bien entrada la segunda mitad.
Desde el inicio, Paul optó por el movimiento constante y el amarre, una estrategia evidente para consumir tiempo y evitar los golpes de poder del británico. Joshua, por momentos impreciso y visiblemente frustrado, tardó en encontrar su distancia, aunque poco a poco fue imponiendo su físico y su alcance.
En el quinto episodio llegaron los primeros momentos realmente críticos para Paul. Joshua conectó combinaciones más limpias, provocó dos caídas y estuvo cerca de finalizar el combate, aunque su rival logró sobrevivir con esfuerzo y algo de teatralidad, incluso recurriendo a gestos provocadores hacia el británico.
El desenlace llegó en el sexto round. Joshua salió decidido, conectó una derecha contundente que envió a Paul a la lona y, tras reincorporarse en evidente mal estado, el estadounidense recibió un uppercut y una nueva derecha al mentón que obligaron al réferi a detener la pelea. Paul terminó con el labio inferior partido, pero consciente y sonriente, reconociendo el cierre inevitable.
Más allá del resultado, el combate dejó sensaciones encontradas. Para Joshua, la victoria confirmó su superioridad sin que el análisis técnico vaya mucho más allá. Para Paul, haber llegado al sexto asalto frente a un peso completo de élite fue visto por algunos como una muestra de valentía y por otros como una peligrosa puesta en escena.
El debate sobre este tipo de cruces seguirá abierto, pero en el ring no hubo discusión. La experiencia y el poder de Anthony Joshua marcaron el final.

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