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Alemania da una paliza histórica a Brasil

Irreverente porque el fútbol de este Mundial es suyo, porque no hay otro que juegue tan bien y tan rápido, Alemania destrozó al país del balón en 25 minutos, al anfitrión, a la selección que tiró por el dunguismo antes que por el jogo bonito por más que lo vistiera Scolari de canesú con sus palabras. Brasil no tiene magia y contaba victorias en el Mundial por el sensacional oportunismo de sus centrales (Thiago Silva y David Luiz) y sobre todo por la genialidad aislada de Neymar, lesionado de la espalda y a buen seguro retorciéndose de dolor en su cama, más por la soberana paliza (1-7) que le dieron a su equipo que por la vértebra fisurada. Fue Alemania la epopeya del fútbol, la alegría del juego, la hipérbole del balón. Fue un ciclón que Brasil no alcanzó a entender, la mejor partitura que se ha compuesto en el fútbol moderno si se atiende a la capitalidad del duelo y la envergadura y heráldica del rival. Un visto y no visto que, curiosamente, será eterno. Igual que lo fue elMaracanazo en 1950.

Apretaba, gritaba y alimentaba el cántico del Mineirão la reclamada efusividad de Brasil de buen inicio, hasta el punto de que en la hilera formada antes de los himnos eso parecía una fiesta de saltamontes, todos brincando y arengando, ninguno quieto porque les superaba el arrebato del momento. A su lado formaban disciplinados y con pecho-paloma los germanos, inmunes al vocerío, centrados en lo suyo. Parecieron temblar con el pistoletazo de salida, sin el balón entre los pies porque los brasileños se zampaban el césped, con Marcelo catapultado en ataque hasta que lanzó un latigazo que saludó de lejos al poste. Fue la primera y la última ocasión de Brasil. El principio del fin. Cinco minutos de alborozo que dieron paso al mayor drama vivido en Brasil desde Ghiggia. Era el turno de la mejor Alemania, de un espectáculo imborrable.

Incapaz de hilvanar un ataque en estático y lejos de hacer pupa con los pelotazos largos ante la espigada defensa alemana, Brasil se descompuso en un santiamén. Culpa del juego supersónico de los de Löw, que se esmeraron en restar décimas de segundo a cada pase, a cada carrera. Suficiente para dejar claro que David Luiz solo corrige errores y que no es capaz de gobernar su línea sin la ayuda del capataz Thiago Silva; suficiente para expresar que los mediocentros de músculo corrían mucho pero mal; suficiente para demostrar que el toque puede con todo y que el pase supera al esfuerzo. Así, desde el eje, Alemania mostró su fiereza y pulcritud. Khedira lanzaba los ataques en carrera, Kroos dirigía y hasta finalizaba la deliciosa obra, y todos se sumaban a la fiesta mayor.

El descorche corrió por parte de Müller, siempre con el gancho a punto. Kroos lanzó un saque de esquina envenenado y el 13, tal que si llevara un flotador porque nadie se le acercó a incomodar dentro del área chica –pifia de David Luiz-, puso el interior del pie para enviar el balón al suelo y luego a la red, su quinta diana en esta Copa y la décima en su historial mundialista. Se abría la veda. Tac, tac, tac. Pase, pase y pase para plantarse en el área rival. Era vértigo puro, toques y posesiones cortas para desnortar a Brasil, que siempre llegaba tarde. Como en esa jugada por el pasillo interior que acabó en el doble remate de Klose dentro del área que bien valió su hito, el que le encumbra como el mayor goleador en la historia del Mundial, 16 tantos que superan por uno al ya destronado Ronaldo. También brasileño para más inri. Pero Alemania estaba desatada y ya nadie podía echarle el lazo. Llegaba por doquier, como si descuajaringar a Brasil fuera lo más fácil del mundo. Centró Lahm y Kroos armó la zurda para batir a Julio César por bajo. Robó Kroos al torpe Luis Gustavo y recibió la pared excelente, por lo inesperada, de Khedira para celebrar su segundo gol. Y el propio Khedira resolvió en otra contra el quinto, la manita del sonrojo. Cinco goles y sanseacabó lo que se daba, Alemania era la finalista tras 25 minutos de partido. El mayor de los descosidos jamás imaginado.

Reacio a firmar la humillación, a llenar de lágrimas el país con el final del torneo por resolver, Brasil compareció en el segundo acto con más brío, como si quisiera demostrar que también sabe jugar al fútbol. Pero ya no tiene identidad ni personalidad, fiado a las piernas y no a la cabeza o el ingenio. Solo Oscar, que se mueve entrelíneas con pasmosa facilidad, logró conectar dos disparos que Neuer desbarató como siempre, portero mayúsculo en el Bayer y en esta Copa del Mundo, siempre atento al sprint porque actúa de último defensa. Pero con los guantes es un primor como aclaró frente a Paulinho, que le fusiló sin éxito. La réplica corrió por parte de Müller, inquieto como pocos, desordenado en el campo pero solvente a más no poder. Así, conecto un zurdazo que le guiñó el ojo a la cruceta por fuera. Maravilloso epílogo entre el 13 y la red, como si se citaran para la próxima cita, ya en la final y a la espera del contendiente resultante entre el Holanda-Argentina de esta noche.

Sofocado el empuje de Brasil, desbravado el escaso ímpetu que les infundió el bochorno de encajar cinco goles en un pispás, Alemania rebajó las pulsiones, aunque disfrutó de lo lindo del encuentro, repartiéndose el balón como buenos hermanos. Tanto lo tuvo que no le quedó otra que atacar, que significarse de nuevo en el área adversa. Y Schürrle, que agita como nadie los encuentros, también se dijo que esta era la suya. Por lo que Lahm atendió a su grito y desmarque para poner otro centro raso, para que Schürrle ampliara las distancias. Pero su gazuza, como la Alemana por definición, es inabarcable. Así que recibió otro centro del costado izquierdo, de Müller, y controló para engatillar un zurdazo que besó el larguero para hacer todo un siete, para firmar el verdadero desastre de La Canarinha y la fiesta tan feliz como irreverente de Alemania, la selección que quitó definitivamente el balón y el fútbol a Brasil, en la que solo Oscar marcó al final.

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Las inversiones que hará México para el Mundial 2026

México se prepara para ser una de las sedes del Mundial de Fútbol 2026, un evento de magnitud global que traerá consigo una serie de transformaciones en la infraestructura del país. Con la Copa del Mundo extendiéndose entre México, Estados Unidos y Canadá, el país azteca recibirá partidos en varias ciudades, y se está llevando a cabo una serie de inversiones clave para garantizar que la experiencia de los aficionados, jugadores y autoridades sea excepcional.

Remodelación de estadios: El Estadio Azteca como protagonista

Uno de los proyectos más emblemáticos en México es la remodelación del Estadio Azteca en Ciudad de México. Este coloso, que ha albergado dos finales de la Copa del Mundo (1970 y 1986), está recibiendo una inversión de 550 millones de pesos mexicanos para mejorar su infraestructura. La renovada capacidad del estadio, que podrá albergar hasta 87,523 espectadores, será crucial para los partidos del Mundial 2026. Esta actualización se suma a la mejora de las instalaciones internas, incluyendo la modernización de los vestuarios y la creación de zonas VIP para cumplir con los estándares exigidos por la FIFA, según explican los expertos de Bonos de Bienvenida.

La obra también incluye la mejora de la accesibilidad y la seguridad en las instalaciones, asegurando que tanto jugadores como aficionados puedan disfrutar del evento con las máximas garantías. La remodelación es parte de un esfuerzo más amplio para actualizar los estadios en todo el país y proporcionar una experiencia de clase mundial a los asistentes (Infobae, 2024).

Inversiones en movilidad y seguridad

México también está invirtiendo en infraestructura urbana para mejorar la movilidad y la seguridad en las ciudades que serán sede del Mundial. En Ciudad de México, por ejemplo, se están desarrollando proyectos de modernización del transporte público y de las rutas de acceso a los estadios. La construcción de nuevos trenes y la ampliación de las estaciones de metro son solo algunas de las iniciativas impulsadas por las autoridades locales.

El gobierno de la Ciudad de México destinará recursos para optimizar la movilidad y hacer más eficientes los desplazamientos de los millones de turistas que se esperan durante el evento. En particular, se están invirtiendo 3,000 millones de pesos en un plan de modernización del sistema de transporte público, que incluirá la mejora de la conectividad entre el aeropuerto, los estadios y las zonas turísticas más relevantes. Además, se planea la creación de nuevas rutas de autobuses y la ampliación de las ciclovías para fomentar una movilidad sostenible.

A la par de estas mejoras en transporte, las autoridades mexicanas también están enfocadas en garantizar la seguridad. Se están destinando recursos adicionales para la formación de fuerzas de seguridad especializadas en grandes eventos, con el objetivo de asegurar que los asistentes puedan disfrutar de la Copa del Mundo en un entorno seguro. Las inversiones en tecnología de vigilancia y comunicación son clave en este aspecto, para garantizar la seguridad tanto en los estadios como en los puntos de mayor concurrencia (Bloomberg Línea, 2024).

Otras inversiones clave en infraestructura

Además de las remodelaciones en los estadios y mejoras en la movilidad y seguridad, México está invirtiendo en la infraestructura turística y hotelera. Se prevé una expansión significativa de la capacidad hotelera en las principales ciudades sede del Mundial, con el fin de albergar a los miles de turistas que llegarán para presenciar los partidos. En total, se estima que se invertirán más de 10,000 millones de pesos en este sector, generando miles de empleos y potenciando la economía local.

Otro aspecto importante es el desarrollo de infraestructuras relacionadas con los servicios básicos, como la mejora de los sistemas de agua potable y electricidad, así como la expansión de las redes de telecomunicaciones para asegurar una conectividad de alta calidad durante el evento. Las inversiones en estos rubros no solo garantizarán el éxito del Mundial, sino que también dejarán un legado de infraestructura de calidad para los años venideros.

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