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Ciencia y Tecnología

Alertan de llamaradas del sol

Un nuevo estudio publicado esta semana, y citado por el diario español El Mundo, sugiere que el Sol podría emitir llamaradas mucho más peligrosas que las observadas.

Según explican los autores de la investigación en la revista Astrophysical Journal, una superllamarada que han detectado con el telescopio espacial de la NASA Kepler en una estrella denominada KIC9655129 sigue patrones similares a los observados en las llamaradas de nuestro Sol.

Sugieren que sería posible que el Sol lanzara llamaradas hasta mil veces más potentes que las que han visto hasta ahora.

El Mundo destaca que el Sol hace posible la vida en la Tierra, pero también representa una amenaza para nuestra forma de vida, cada vez más dependiente de la electricidad y de la tecnología.

Las llamaradas que lanza cuando se producen violentas erupciones en su superficie tienen la capacidad de alcanzar la Tierra y producir tormentas geomagnéticas que pueden dañar los satélites en órbita, causar apagones, bloquear las comunicaciones o interrumpir el suministro de energía.

Las agencias espaciales monitorean la actividad solar para intentar comprender cómo funciona y detectar con algo de antelación las llamaradas más potentes con capacidad para afectar a la Tierra.

Los científicos creen que no se trataría de un peligro inminente. “Basándome en las pruebas que tenemos, aunque creo que es posible que el Sol produzca una superllamarada, es extremadamente improbable que genere una en los próximos años”, dijo a El Mundo, Chloë Pugh, investigadora de la Universidad de Warwick (Reino Unido) y coautora del estudio.

“La energía necesaria para que se produzca una llamarada proviene de la energía magnética, que se almacena en el campo magnético del Sol y se genera en una región activa cuando el campo magnético se vuelve más complejo. Para que se produzca una superllamarada, esa energía tendría que acumularse durante mucho tiempo y es mucho más probable que vaya liberándose en una o varias llamaradas más pequeñas antes de que el Sol llegue a esa fase”, explicó.

Hasta ahora se han registrado pocos incidentes relacionados con la actividad solar.

El más conocido es el denominado evento Carrington, que en 1859 interrumpió el servicio mundial de telégrafos.

En 2003, una tormenta geomagnética parecida afectó a instalaciones eléctricas de Sudáfrica y Suecia. Como medida de precaución, cuando se han detectado llamaradas solares muy potentes potencialmente peligrosas, se han desviado rutas aéreas polares para evitar posibles interferencias en las comunicaciones y garantizar la seguridad de los pasajeros.

“Aunque hay gente monitoreando constantemente la actividad solar y se pueden tomar medidas para mitigar el daño producido a los satélites y a las centrales eléctricas, es difícil prevenir estos daños por completo”, aseveró Pugh en entrevista con el diario español.

La estrella KIC9655129 en la que observaron esas superllamaradas “ha sido clasificada como una estrella de clase K/G (es un poco más fría que nuestro Sol) y es un tipo de astro bastante común. También ha sido clasificada como una estrella binaria, es decir, un par de estrellas que orbitan la una a la otra, y que son muy frecuentes”, detalló la científica, y exhortó a concentrar los estudios en la estrella.

Fuente EXCELSIOR

Ciencia y Tecnología

Marihuana duplica riesgo de muerte por infarto y derrame cerebral, revela estudio global con 200 millones de casos

Una nueva investigación publicada en la revista Heart advierte sobre un riesgo grave y hasta ahora subestimado: el consumo de marihuana puede duplicar las probabilidades de morir por enfermedades cardiovasculares, incluso en personas jóvenes y sin antecedentes médicos. El hallazgo surge de un metaanálisis de datos médicos que involucra a más de 200 millones de personas, la mayoría entre los 19 y 59 años, en países como Estados Unidos, Francia, Canadá, Australia, Egipto y Suecia.

Lo más preocupante es que quienes presentaron mayor riesgo eran adultos jóvenes sin factores de riesgo previos como hipertensión, tabaquismo o antecedentes familiares. “Lo que más nos llamó la atención fue que los pacientes hospitalizados por estos padecimientos eran jóvenes, sin historial de enfermedad cardiovascular ni factores de riesgo asociados”, señaló la investigadora Émilie Jouanjus, profesora asociada de farmacología en la Universidad de Toulouse, Francia.

Comparados con quienes no consumen cannabis, los usuarios tienen un 29% más de riesgo de sufrir un infarto y un 20% más de sufrir un derrame cerebral. La revisión sistemática no logró determinar el modo de consumo (fumado, vaporizado, comestible, etc.), pero con base en los patrones de uso en los países analizados, los autores concluyen que la mayoría probablemente lo consumía fumado.

Los especialistas advierten que esta forma de consumo conlleva riesgos similares al tabaco. “Cualquier método que implique inhalar cannabis implica riesgos, incluso para quienes están cerca y respiran el humo de segunda mano”, explicó la doctora Lynn Silver, profesora de epidemiología en la Universidad de California, San Francisco, y coautora de un editorial que acompaña el estudio.

Además, nuevas evidencias apuntan a que incluso los comestibles con THC pueden causar daño vascular. Una investigación publicada en mayo de 2025 reveló que los consumidores de comestibles mostraron una reducción del 56% en la función vascular, incluso más alta que en quienes fuman marihuana, con una reducción del 42%. “El THC, sin importar su forma de ingreso al organismo, tiene efectos preocupantes sobre el sistema cardiovascular”, advirtió la cardióloga investigadora Leila Mohammadi.

Uno de los elementos más inquietantes del estudio es el incremento en la potencia del cannabis disponible en el mercado legal. “Los productos actuales pueden contener hasta 99% de THC. No tienen nada que ver con la marihuana que se fumaba en los años setenta”, señaló Silver. Esta mayor potencia también está asociada con un aumento en los casos de adicción y trastornos mentales graves como psicosis o esquizofrenia. Se estima que en EE.UU., al menos 3 de cada 10 usuarios desarrollan trastorno por consumo de cannabis.

Aunque las políticas públicas han priorizado la regulación comercial y el otorgamiento de licencias a empresas, los expertos piden un viraje urgente hacia la educación sobre riesgos. “Necesitamos tratar el consumo de cannabis como tratamos el tabaco: con advertencias claras, educación médica y políticas que pongan la salud pública al centro”, afirmó Silver.

Los investigadores temen que la relación entre cannabis y enfermedad cardíaca esté subestimada. “Es probable que el vínculo sea incluso más fuerte de lo que reflejan los datos actuales”, reconoció Jouanjus.

En un contexto donde el uso de cannabis se normaliza cada vez más, especialmente en adultos mayores que lo utilizan para el dolor o el insomnio, la evidencia científica lanza una advertencia clara: el cannabis no es inocuo, y su consumo podría tener consecuencias fatales, incluso para quienes creen estar lejos de cualquier riesgo cardiovascular.

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